La lucha de clases entra de lleno en el relato sobre la investidura

  • Dimisiones entre dirigentes de Ciudadanos al negarse la dirección a hablar con Sánchez para la investidura
  • Los sindicatos, reunidos con Unidas Podemos, arropan un gobierno de izquierdas

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"Es la economía, imbécil". Bill Clinton, durante la campaña contra George Bush padre en la campaña de las presidenciales norteamericanas, 1992. La famosa frase parece hacerse explícita hoy en el contexto político español, dos meses después de las elecciones generales, cuando los distintos actores toman posiciones sobre la investidura, o no investidura, de Pedro Sánchez. Es la lucha de clases, imbécil, parece que llegan los gritos desde los de arriba y los de abajo. "La historia se repite", cantaban los Reincidentes. Ayer, 24 de junio, fue el día en el que se evidenció que la cosa va más de la pasta, de lo material, de las cosas del comer, que de la bandera y significantes vacíos.

Y es que sin gobierno, sin responsables económicos gubernamentales ni estrategia en las embajadas, el comercio exterior se resiente, y parte de la actividad económica y la inversión amenazan con paralizarse. Algunos empresarios se ponen nerviosos y aprietan. Y los mercados reclaman tranquilidad, estabilidad, seguridad... Los de arriba quieren que la política no sea un impedimento para los negocios y toman partido. Lo de abajo pretenden que sus aspiraciones tengan consecuencias en la política del próximo gobierno. Las clases sociales entran en la partida, de la que nunca salieron, sin menos disimulo que nunca.

Ayer, se abría en canal la Ejecutiva de Ciudadanos. Primero, con la dimisión de Toni Roldán, hasta ayer portavoz económico de los naranjas, de todos sus cargos en el partido. El eurodiputado Javier Nart y responsable de Europa de la formación se sumaba a la embestida contra Albert Rivera y dimitía de la dirección. ¿El motivo? La negativa de la dirección a abrirse a negociar la investidura de Pedro Sánchez con los socialistas, una iniciativa propuesta por Luis Garicano, responsable de Economía y Empleo y cabeza de lista en las pasadas elecciones europeas de Ciudadanos.

La Ejecutiva desestimaba esta propuesta por 24 votos a favor de mantener la estrategia contraria al diálogo con Sánchez, tres abstenciones y cuatro en contra (los propios Nart y Garicano, Francisco Igea, candidato a la Presidencia de la Junta de Castilla y León y Fernando Maura). A estas deserciones del plan Rivera se suma la sonada de Manuel Valls en Barcelona y las críticas de algunos de los fundadores del partido durante los últimos días, como Francesc de Carreras. También abandonaba ayer el escaño Juan Vázquez, cabeza de lista en Asturias.

"Hace falta un Podemos de derechas, orientado a la iniciativa privada". Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell en 2014, lanzaba esta idea en un acto empresarial en València. A finales de 2015, Ciudadanos, que hasta entonces era una fuerza política de ámbito catalán, irrumpía, meses después, en el Congreso de los Diputados con 40 representantes. Oliu diseccionaba un temor entre la élite económica, el auge de Podemos ante un viejo bipartidismo que se enfangaba, sobre todo el PP, en un crónico reguero de casos de corrupción. La penetración con fuerza de ideas izquierdistas en amplios sectores de la sociedad afectados por la crisis económica era un hecho. Había que frenarlo.

Hoy, las conversaciones entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias abren la posibilidad de que aquella izquierda entre en el gobierno ante la impúdica mirada desde los despachos del Ibex 35. Un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos podría evitarlo, pero los naranjas se reafirman en su estrategia de establecer un "cordón sanitario" a Sánchez. Ruptura en el partido que tiene su sede al otro lado de la M30, frente a la plaza de toros de Las Ventas. La unidad de España, la bandera, como principal ariete de esta ofensiva de Rivera, para mantener el veto a Sánchez. La portavoz nacional, Inés Arrimadas, declaraba este fin de semana: "Que no se engañe nadie. Lo que se vio en Navarra -donde el PSOE pactó con Geroa Bai y Bildu entró en la Mesa del parlamento regional- era el preludio de lo que será el Gobierno a nivel nacional". Antes, la dirigente había asimilado la cuestión navarra como una "cuestión de Estado". La bandera.

Algunos análisis políticos advierten de una estrategia: una futura unidad en el bloque de las derechas y ultraderechas de PP, Ciudadanos y Vox, una vez que al ir por separado no han sumado la mayoría suficiente en el Congreso de los Diputados. Rivera querría estar bien posicionado para ese momento, cree que el PP de Pablo Casado seguirá empeorando sus resultados, en contra de lo que señalan las encuestas: un repunte del bipartidismo.

La dirección de Ciudadanos sigue peleando por conseguir la hegemonía en el bloque de las derechas y ultraderechas. Para ello, el discurso nacional es imprescindible. Federico Jiménez Losanto's roules. Frente a esto, los que no entienden que un supuesto partido liberal, según se define Ciudadanos, no tenga reparos en llegar a acuerdos con la ultraderecha de Vox y en poner un cordón sanitario a la socialdemocracia y apuestan por facilitar el diálogo con los socialistas para evitar que Unidas Podemos sea determinante en las políticas del futuro gobierno.

Mientras tanto, ayer, en el Congreso, una delegación de diputados de Unidas Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza, recibía a los secretarios generales de CCOO y UGT. Es la lucha de clases, imbécil. "Para UGT, el papel de Unidas Podemos en el futuro gobierno es fundamental", reconocía ante los medios Pepe Álvarez, secretario general de UGT. Mientras en la derecha resuenan las presiones de las élites económicas para evitar un entendimiento de las izquierdas, véase en Ciudadanos, Unidas Podemos recoge apoyos sindicales, de ecologistas y más organizaciones sociales para presionar a Sánchez a que se abra a atender a su izquierda. "Hay que quitar el cordón sanitario a las izquierdas", prosiguió el dirigente sindical catalán, apostando por "un gobierno de izquierdas".

Unai Sordo, de CCOO, aseguraba: "No podemos repetir escenarios como los de los últimos nueve meses, que hay que entender como un preludio electoral. Ahora necesitamos un gobierno fuerte y estable". Las centrales de los trabajadores apostaron por un programa de gobierno en el que se recojan aspiraciones como derechos sociales y políticos, combate de la desigualdad, justicia fiscal y políticas de industrialización y transición energética, derogación de la reforma laboral del PP, reforma de las pensiones, reforma fiscal... También combatir el que haya más de 300 sindicalistas procesados por protestar contra la legislación laboral, meter mano a las leyes mordaza.

Iglesias, en los pasillos del Congreso, destapaba tras la reunión su malestar por el comportamiento de los socialistas, recordándoles que "una negociación de gobierno en la cuarta economía de la Zona Euro es algo serio" y que esta no se puede desarrollar "en los medios de comunicación". "No vamos a entrar en una dinámica de ping-pong", advertía, recordándole al líder de Ferraz que "han pasado dos meses desde las elecciones y la Constitución obliga al candidato a buscar los apoyos". Arropado por los sindicalistas, afeó al PSOE que "a muchos votantes del PSOE no les gustaría un acuerdo con la derecha", animando a los periodistas a preguntar a Sánchez "si se está trabajando la investidura con el PP y Ciudadanos".

En el PSOE, parece que quieren enfriar el partido. Ayer Sánchez recibía en Moncloa a Casado y se filtró que en Ciudadanos había rehusado una invitación similar porque "no hay nada que hablar". Mientras la crisis en Ciudadanos se hacía cada vez más patente, dirigentes socialistas apretaban a Rivera sugiriendo un entendimiento. Cada vez las apuestas en los corrillos del Congreso suben los números por que no se conseguirá la investidura en el primer debate, una repetición que llevaría el calendario a septiembre. Un verano de presiones a Ciudadanos para que evite la repetición electoral.

El PSOE ha de elegir entre mirar a su izquierda, a la portuguesa, y facilitar un gobierno con un programa de izquierdas de cooperación con Unidas Podemos o, a la derecha, buscando un gran centro estilo Macron. Un gobierno estable con una mayoría absoluta sumada por los diputados socialistas y los de Ciudadanos, el sueño húmedo empresarial. "Es la economía, imbécil". La lucha de clases se instala en el debate político tras un largo periodo en el que estaba situado en lo nacional, las banderas. "La historia se repite, pueblos contra imperios y no va a terminar", cantaban los Reincidentes.

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