PROYECTO PRECARITY LAB

La precariedad, “uno de los factores más exitosos de control social”

  • El proyecto Precarity Lab, desarrollado por la Universidad Complutense de Madrid, estudia "las causas y el impacto ético, social y político" de la inseguridad laboral
  • "Ha habido una mutación neoliberal del trabajo. La precariedad se traduce en múltiples daños en el plano social y subjetivo", explica Nuria Sánchez Madrid
  • "En su forma actual, el trabajo es una amenaza a la salud mental y la identidad personal", asegura Pablo López Álvarez

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El sacrificio como una virtud, unas reglas percibidas como inevitables y casi naturales y una meta aspiracional que no llega. No es la descripción de una religión monoteísta sino de algunos de los discursos cotidianos que crecen alrededor de la precariedad. Los vemos en las empresas, en los medios, en las películas y en los alegatos políticos. El proyecto Precarity Lab, desarrollado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, pretende ofrecer un estudio integral de "las causas e impactos éticos, sociales y políticos de la inseguridad laboral" que empapa el mundo del trabajo y que impacta en los sujetos.

"Ha habido una mutación neoliberal del trabajador. La precariedad se traduce en múltiples daños en el plano social y subjetivo", explica Nuria Sánchez Madrid, profesora titular del departamento de Filosofía y Sociedad.  La primera parada de 2021 es un seminario que abarca de febrero a junio. El proyecto "PrecarityLab. Precariedad laboral, cuerpo y vida dañada. Una investigación de filosofía social" está financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. El objetivo es dotar de "herramientas conceptuales" para pensar este problema creciente con el objetivo de "revertir el sufrimiento social".

Los investigadores quieren analizar también las repercusiones sobre la salud y el cuerpo de los ciudadanos: "En su forma actual, el trabajo es una amenaza a la salud mental y a la identidad del sujeto. La estabilidad personal se conquista contra las exigencias del trabajo. Hay factores como el tiempo, el espacio o el trabajo doméstico que podemos estudiar", asegura Pablo López Álvarez, profesor titular y departamento de Filosofía y Sociedad. Por eso, en los próximos meses tratarán de analizar estas dinámicas productoras "de miedo y sufrimiento" en sus sesiones.

Si durante estos años se han multiplicado las investigaciones sobre temas como el espectro sexual, los investigadores creen que también hay que actualizar el discurso del trabajo contemporáneo que atienda la nuevas problemáticas. Advertir la estructura ayuda a clarificar las demandas políticas: "Hay una borrosidad conceptual en la actualidad que facilita la naturalización de la precariedad, de modo que los gobiernos puedan pasar por alto esas situaciones tan extremas de sufrimiento. Los ciudadanos creen que la precariedad se da  porque simplemente es así", explica Sánchez.

Pero el andamiaje de la precariedad es tan concreto y político como las reformas laborales, las externalizaciones de las empresas, los falsos autónomos o los contratos temporales, con los que España tiene un problema estructural. También tiene consecuencias concretas en la vida de los ciudadanos: inestabilidad, sensación de inseguridad y una permanente necesidad de sacrificio, que se expanden hacia cuestiones tan trascendentales como la vida familiar o incluso, la propia democracia. "El individuo no puede especular sobre su horizonte práctico, sino que se impone un diseño político que le convierte en una especie de hámster que corre constantemente en su rueda", argumenta la profesora.

Esta investigadora tiene un discurso muy distinto al de la meritocracia o al clásico "esfuérzate y lo lograrás" con el que han crecido los niños durante las últimas décadas: "Por mucho que te esfuerces para que tus competencias sean las que requiere el mercado, éste siempre te castigará y siempre te sentirás desasistido por las políticas públicas". Sánchez Madrid referencia al profesor José Luis Villacañas (UCM), que plantea el "neoliberalismo como una teología política", en la que el individuo se "acostumbra a sufrir" y a "sacrificarse con vistas a un más allá que nunca acaba de llegar". También a César Rendueles, que ha publicado recientes análisis críticos sobre la meritocracia.

Una nueva ética del trabajo

En los últimos años se han multiplicado las investigaciones y los libros que intentan abordar la precariedad social. Han abordado esta problemática desde autores como Remedios Zafra o Javier López Alós hasta otros como José Luis Moreno Pestaña, una referencia para estos investigadores. Sin embargo, la revisión de Precarity Lab empieza en los años 70: "Es un fenómeno arrastrado desde el pasado. Durante todo el siglo XX, en los países desarrollados ha habido pequeñas treguas de las que el España y el sur de Europa no han tenido demasiada noticia. La precariedad ha sido uno de los factores más exitosos de control social".

Lo que sí ha calado de manera profunda es la "idea del esfuerzo", que se expande a todos los terrenos, desde las fotos que vemos en Instagram hasta las relaciones sentimentales. Con esfuerzo se puede conseguir todo, hasta el cuerpo que deseas. Esa idea también permea al empleo. "La calidad del trabajo se mide individualmente, mediante constantes procesos de interacción y evaluación", explica López Álvarez. Esto tiene más trascendencia de lo que parece: los problemas de organización del trabajo se difuminan y se carga la responsabilidad sobre cada trabajador.

El profesor de la Facultad de Filosofía advierte de que el neoliberalismo, "no es exclusivamente un programa de dominación de clase, aunque también lo es, sino que va aparejado de un discurso que gravita en torno a la libertad frente a un Estado fuerte que se presenta como una limitación a los individuos".

Esto empapa los discursos políticos más neoliberales, pero se extiende a toda la población. Por ejemplo, la idea del trabajo autónomo se vende con ventajas sobre el puesto fijo y la rutina. El emprendedor es un "héroe" frente a las críticas al funcionariado, al que se presenta como acomodado en lugar de como un servidor público. En esta ética neoliberal, el riesgo se vuelve positivo, pero el fracaso es individual.

López asegura que este discurso no solo cala al espectro de derechas, sino también a la izquierda, que propone alternativas a los patrones tradicionales.

Una difícil organización

Aún así, el neoliberalismo ha impuesto fragmentación , una "elevada individualización" y "corrosión de los lazos sociales". Eso deriva, según la profesora, en "posiciones sociales contradictorias, borrosas para el sujeto y que no ayudan a que se puedan crear posiciones de resistencias homogéneas y efectivas que podamos poner en conexión con acciones emancipatorias del pasado". Eso sí, el estudio científico es el primer paso para disipar la desesperanza: "No tenemos que tirar la toalla".

Ambos investigadores coinciden en que a partir de 2008 hubo un cambio de discurso. "La crisis trajo al primer plano la cuestión de la vida. A finales de siglo XX no era tan común destacar esa relación entre capitalismo y vida. El feminismo también lo ha puesto en el centro", indica Pablo López Álvarez. Esta idea ha generado que aumente el interés en temas como la conciliación o los usos del tiempo". Sánchez Madrid comparte esta idea: "La precariedad es biopolítica en el sentido más negativo del término".

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