El empleo en el sector turístico a las puertas del verano

  • La reciente implantación de la obligatoriedad del registro de la jornada de trabajo ha vuelto a poner de manifiesto otro problema estructural del sector: la realización sistemática de muchas más horas de trabajo de las realmente contratadas

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Miguel Periáñez, Secretario General Federación Servicios CCOO Madrid

A punto de comenzar la campaña de verano en las actividades relacionadas con el turismo, las previsiones del sector son optimistas. La empresa de servicios globales de empleo Randstad realiza una previsión de 600.000 contratos en la campaña, de los cuales 140.000 se convertirán en indefinidos cuando acabe el periodo, con un crecimiento del 6,5% sobre 2018; en Madrid, se prevé la realización de más de 60.000 nuevas contrataciones, de las que se convertirán en indefinidas alrededor de 14.000, un 7,2% más que en 2018.

Sin embargo, este optimismo patronal no concuerda con la tendencia de los últimos años. Tras la fuerte recuperación del sector desde el año 2012, a partir de 2016 el crecimiento se ha ralentizado, por causas tanto endógenas como exógenas: la recuperación de otros destinos turísticos competidores, la evolución de la climatología en toda Europa, la subida de precios en España sobre todo en temporada alta, unida a la subida de precios del petróleo y a un cierto decaimiento de la demanda interna, han hecho que los porcentajes de crecimiento anual del sector hayan pasado de porcentajes en torno al 4% entre 2014 y 2016, a cifras en torno al 2% a partir de esa fecha.

En Madrid, el sector turístico emplea a más de 175.000 personas, el 13% del empleo turístico estatal, y sólo por detrás de Andalucía (17%), Cataluña (15%) y Canarias (14%). De todos estos empleos, el 73% son contratos indefinidos, y el 76% lo son a jornada completa. El 54% de los empleos en el sector están ocupados por mujeres, y el 46% por hombres.

Sin duda, la dependencia del clima y de otros factores estacionales es menor en Madrid que en otras comunidades autónomas. La condición de Madrid como sede principal del turismo de congresos, su oferta de turismo cultural, de ocio, y de otros tipos, permiten consolidar una oferta más estable que explica también el mayor número de contrataciones indefinidas en relación a la media estatal (64,8%).

Sin embargo, los problemas estructurales del empleo en el sector turístico, y concretamente en el sector turístico madrileño, tienen más que ver con otros factores; fundamentalmente la precariedad, la baja consideración social del empleo, las sospechas de fraude generalizado en la contratación, y la rebaja sistemática de las condiciones laborales por la externalización de actividades, que ha deteriorado sensiblemente la calidad del empleo en el sector.

La precariedad viene determinada no sólo por la temporalidad, sino por la parcialidad y por la inseguridad. Contratos que empiezan y terminan sin garantías producen desinterés en las plantillas, que no ven un futuro profesional en la hostelería. Por otro lado, con la fórmula del contrato fijo-discontinuo, se podrían aprovechar los periodos de no empleo (cubiertos por prestación) para optar por los programas de formación para personal ocupado, a los que con otra modalidad de contratación no es posible acceder. Esto ayudaría a generar estabilidad y, además, mejorar la cualificación de trabajadoras y trabajadores. Está contrastado que las personas con contratación temporal e incierta tienden a formarse menos que quienes tienen contrato indefinido.

Estos condicionantes hacen que el sector se perciba por la sociedad como un mercado de trabajo con un elevado índice de rotación de personal, que genera empleo precario y al que acuden mayoritariamente las trabajadoras y trabajadores de forma transitoria y, a veces, con escasa formación, que conciben el empleo en turismo solamente como un puente hacia el trabajo en otros sectores, y que tienen un elevado índice de insatisfacción en el desempeño de su trabajo.

La reciente implantación de la obligatoriedad del registro de la jornada de trabajo ha vuelto a poner de manifiesto otro problema estructural del sector: la realización sistemática de muchas más horas de trabajo de las realmente contratadas y cotizadas (hemos observado alguna reacción llamativa en medios de comunicación al respecto). Es necesario impulsar la actividad inspectora de la administración pública para acabar con este fraude generalizado, reducir las jornadas de trabajo en el sector y garantizar los empleos que realmente son necesarios.

La externalización de actividades, utilizada exclusivamente para reducir los costes salariales y rebajar los derechos laborales, ha supuesto un deterioro grave en determinadas actividades. Parece lógico que las actividades propias del sector, como los departamentos de pisos, cocina y restauración, recepción y administración, no se deberían externalizar o, en caso de que se haga, se deben aplicar a las trabajadoras y los trabajadores los convenios colectivos sectoriales de su ámbito. Lo contrario lleva de nuevo a la frustración, a la sobrecarga de trabajo, a la precariedad y a la desprofesionalización del trabajo en turismo.

Estabilizar las plantillas, aplicar los convenios colectivos sectoriales, impulsar la formación y el reconocimiento y certificación de la experiencia laboral, controlar las jornadas y los derechos laborales y garantizar salarios dignos, son asignaturas pendientes de un sector importantísimo para nuestra economía. Hay que ponerse a ello cuanto antes.

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