Macri ya fue… ¿y ahora qué?

  • "La candidatura de Alberto Fernández y Cristina Fernández ha logrado una victoria incuestionable en Argentina"
  • "En tan solo cuatro años de gobierno, el macrismo no únicamente ha vaciado las reservas del Banco Central sino también el sentido mismo de lo político"
  • "El pueblo argentino debe superar una gran cantidad de obstáculos que les permita recomponerse de los golpes recibidos en los últimos cuatro años"

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El pasado domingo 27 de octubre el Frente de Todos ganó las elecciones en Argentina. En las calles de la capital, miles de porteños salieron a celebrar los resultados. Fue una jornada electoral tranquila, sin incidentes. Todo el mundo, excepto los más ingenuos, hacía tiempo que sabía lo que iba a ocurrir. Desde la celebración de las elecciones primarias en agosto, la victoria del Frente de Todos estaba cantada. Y así fue, con alguna sorpresa que no alteraba el desenlace, pero así fue. Y por eso al pueblo argentino le sobraban los motivos para estar contento. Había gente que no podía creer que hubiera llegado el momento que tanto anhelaban. Entre los cánticos que más han sonado en los últimos meses destacaba uno que decía de forma reiterativa “vamos a volver”. Y volvieron. Macri reconoció su derrota en torno a las 22 horas del domingo. Llamó pronto a Alberto Fernández y lo invitó a desayunar al día siguiente en la Casa Rosada, pero Argentina no estrenará su flamante gobierno hasta el día 10 de diciembre. Un cambio más en una región agitada por los corrimientos de tierras de las últimas semanas.

En Uruguay también hubo comicios electorales el domingo. El Frente Amplio ganó casi por un 40% las elecciones frente a su rival, el Partido Nacional, que obtuvo un 30% de los votos. Sin embargo, esto no es suficiente para gobernar e irán a segunda vuelta en noviembre. Casi todos los analistas creen que entonces el Frente Amplio perderá las elecciones después de quince años de conducción. En Chile, el número de gente que se arroja a las calles para protestar contra el gobierno de Sebastián Piñera no deja de crecer. Mientras tanto, Piñera, absorto e incapaz de dar cauces a las revueltas populares y concentraciones masivas, siente como tan solo un año después de ser elegido presidente pierde toda su legitimidad y convoca el Estado de Emergencia. Todo empezó hace unos días por la subida de las tarifas de metro en un porcentaje mínimo, aunque suficiente para colmar el vaso de la indignación del pueblo chileno. Cómo acabará todo es un incógnita. En Ecuador, las protestas se apaciguaron después de la rectificación del presidente Lenin Moreno. Y en Bolivia, después de que Evo Morales ganó las elecciones del domingo 20 de octubre y quedar a un escaso 0,1% de concurrir al balotaje, las revueltas se intensifican, encumbradas por una oposición que no quiere reconocer que, una vez más, han sido derrotados en las urnas.

Siendo este el panorama general de la región latinoamericana, la candidatura de Alberto Fernández y Cristina Fernández ha logrado una victoria incuestionable. Aquello que se esperaba ha ocurrido. Axel Kicillof, ex ministro de economía con el gobierno de Cristina Fernández y candidato del Frente de Todos, se impuso en la provincia de Buenos Aires a la candidata estrella de Juntos por el Cambio, María Eugenia Vidal, con un 52% de los votos frente al 38% de su rival. Lo contrario sucedió en la ciudad de Buenos Aires, donde el candidato de Juntos por el Cambio, Rodríguez Larreta, arrasó con un 55% de los votos. En la elección presidencial, el Frente de Todos obtuvo una amplia victoria, el 48%. Sin embargo, Juntos por el Cambio, pese a ser el perdedor de la noche, sorprendió a todos. Después de obtener el 30% de los votos en las elecciones primarias de agosto y hacer una campaña que la mayoría tildaba de no estar a la altura, Mauricio Macri creció en diez puntos, alcanzando el 40%. Esto se podría explicar por la fuerte polarización de la campaña en dos bloques antagónicos: la reconciliación de amplios sectores del peronismo en la candidatura del Frente de Todos, por un lado, y el antiperonismo y antikirchnerismo representado por Juntos por el Cambio, por otro lado. Lo que, además, implica que el Frente de Todos no obtenga la mayoría absoluta del poder legislativo.

Lo más importante en Argentina está por venir. Los discursos de los candidatos del Frente de Todos invitaban constantemente al actual gobierno a que sea coherente y responsable hasta que abandone la presidencia el próximo 10 de diciembre. En tan solo cuatro años de gobierno, el macrismo no únicamente ha vaciado las reservas del Banco Central sino también el sentido mismo de lo político. En un país con una tradición política tan arraigada, Juntos por el Cambio se perfiló como un gobierno neoliberal que vendría a sustituir la política por la gestión. Por eso, el retorno de los sectores peronistas significaba también la vuelta de la política, de la participación popular en la toma de decisiones. Así quisieron dejarlo claro en su discurso del domingo los tres candidatos protagonistas: Axel Kicillof, Cristina Fernández y Alberto Fernández.

Los retos que tendrá que afrontar el Frente de Todos son de índole política, económica y social. Los más sonados durante la campaña, y quizás los más urgentes, son los de carácter económico. El endeudamiento brutal de los últimos años con el Fondo Monetario Internacional llevará de nuevo a una renegociación de la deuda, como ya se llevó a cabo hace más de una década con el ingreso en el gobierno de Néstor Kirchner, con el propio Alberto Fernández como jefe de su gabinete. Así mismo, el famoso cepo cambiario ha encontrado un nuevo tope en los doscientos dólares por mes, un cambio drástico para evitar a toda costa que continúe depreciándose la moneda local e incrementen los niveles de inflación.

Por otro lado, el reto político por excelencia del que tendrá que hacerse cargo el Frente de Todos es encontrar un equilibrio virtuoso para mantener la cohesión de una candidatura tan heterogénea hacia dentro, a la vez que debe ser una herramienta útil y, por lo tanto, hacer política en beneficio de la mayoría del pueblo argentino desde los primeros minutos después de asumir el mando. Por último, para finalizar con estas pinceladas sobre las tareas del nuevo gobierno, no basta con que esta armonía política se concrete en el terreno institucional. Es fundamental que se traslade también a la sociedad civil. Dos de los actores claves para comprender el impulso de esta candidatura son los sindicatos y los movimientos sociales, por lo que para conservar su apoyo deberá también atender sus demandas. Además, lo que le permiten estos movimientos y organizaciones sociales es ampliar su base, la apertura del campo hegemónico para la atracción de los sectores medios y las clases populares. Esto se traduciría en la batalla por la reducción de “la grieta”, por la ampliación del consenso y el estrechamiento de la polarización en la sociedad argentina.

Después de la victoria del pasado domingo esto únicamente acaba de empezar. El pueblo argentino debe superar una gran cantidad de obstáculos que les permita recomponerse de los golpes recibidos en los últimos cuatro años de gobierno, y no lo pueden hacer solos. Será de vital importancia también lo que ocurra en el conjunto de países de América Latina en los próximos meses. Por el momento, en el discurso de Cristina y Alberto Fernández se encontraba una felicitación explícita a Evo Morales por su reelección como presidente de Bolivia, así como, coincidiendo la fecha del 27 de octubre con el cumpleaños de Lula da Silva, Alberto Fernández exclamó enérgicamente por su libertad. Bolsonaro, por su parte, ya ha mostrado su preferencia por el gobierno de Macri advirtiendo que no felicitará al nuevo gobierno de Argentina. Si aplicaramos aquí el “dime con quien te juntas y te diré quien eres” es de recibo decir entonces que el pueblo argentino ayer optó por la mejor de las fórmulas posibles para llevar a cabo la reconstrucción y continuar prosperando en un futuro esperemos que no muy lejano.

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