La juventud no tiene rey

Lucía Nistal, integrante de Referéndum UAM

Este 12 de octubre, con el don de la oportunidad, salieron a la luz los resultados de la necesaria encuesta sobre la monarquía realizada por dieciséis medios independientes de la que todos estamos hablando. Por mi parte, además del resultado global, el 40.9% a favor de la república frente al 34,9% a favor de la monarquía, me gustaría destacar otro dato: la juventud no tiene rey.

Por ponerlo en datos, solo un 19,4% de las y los jóvenes entre 16 y 17 eligen la opción monárquica frente a un 48,6% que votaría por la república en caso de haber un referéndum, datos que entre los 18 y los 24 pasan a un 21,4% monarquía, pero alcanza un 54,6% por la república, en un sector en el que baja la indefinición y en el que el porcentaje que cree necesario un referéndum es el mayor de todos con un 60,9%. Es abrumadora la mayoría de la juventud que tiene claro que no quiere seguir soportando esta monarquía impuesta y que quiere decidir sobre la forma de Estado.

Ya lo decíamos cuando pusimos en pie los referendos sobre la monarquía en más de 30 universidades: “queremos decidir sobre nuestro futuro, no le debemos nada a este régimen monárquico que solo nos ofrece precariedad y represión”. Por eso, la idea que lanzamos desde la UAM de hacer un referéndum en la universidad corrió como la pólvora y se extendió por universidades de todo el Estado, y la respuesta fue masiva, con más de 90.000 participantes.

Por ejemplo, en la Universidad Autónoma de Madrid recogimos más de 7300 votos, con un 83% a favor de abolir la monarquía y abrir procesos constituyentes para decidir qué tipo de república.

La juventud no está dispuesta a soportar una monarquía impuesta por un dictador, a todas luces corrupta -¡quién puede ya negar esto!-, y que está ahí para defender los intereses de los que más tienen, que se reúne con grandes empresarios mientras el paro juvenil llega al 44%, que en pleno repunte de la pandemia preside desfiles de las fuerzas armadas y policiales en Madrid, las mismas que enviaron a Cataluña o que nos envían a los barrios populares en lugar de más sanitarios, que es lo que necesitamos. Y no es casualidad que sea justamente en Cataluña, después del 3 de octubre, donde la monarquía saca sus peores notas.

No puedo dejar de mencionar el fuerte contraste entre esta juventud antimonárquica con el grupo de dinosaurios que protagonizó el famoso vídeo de 14 minutos diciendo “viva el rey”, incluso llegando a decir que apoyar a la monarquía es revolucionario y que es el rey el que mejor representa los valores republicanos. Los chistes inundaron las redes y no es para menos. Se trata de un burdo intento de fortalecer la figura del rey por parte de la carcundia más exaltada, que en realidad lo que defiende es una continuidad del statu quo que tan bien va con sus intereses.

Pero en un momento en el que la monarquía sufre tal descrédito y es tan cuestionada, tanto que ni el CIS se atreve a preguntar desde 2015, suena fatal que la vicepresidenta Carmen Calvo diga que “la monarquía no está en cuestión en este país”, que Tezanos diga que la monarquía “ni interesa ni preocupa” y también que los ministros de Unidas Podemos -cuando un 91% de sus votantes están por la república- participen en el acto militar del 12 de Octubre, con saludo al rey incluido, por mencionar el último de los muchos gestos más que amables que han tenido hacia la monarquía en los últimos tiempos. Bonito Gobierno progresista nos está quedando…

Otro dato que ha llamado mi atención es el descrédito que tienen todas las instituciones -más aún entre las mujeres-: los partidos, la Iglesia, el poder judicial… Algo huele a podrido en el Estado español, y no es solo la monarquía, es todo este régimen monárquico, que no solo tiene poco que ofrecer a la juventud, sino también a las mujeres, a las migrantes, las trabajadoras y a las clases populares de conjunto.

El lunes veíamos dos escenas en Madrid: el desfile de las fuerzas armadas, por un lado, y el personal de enfermería en lucha, por otro. La decisión sobre en cuál de los dos lados estar es insoslayable, y cada vez somos más las que pedimos menos banderas y más enfermeras, o el salario de Leonor -y toda la fortuna de la Familia Real-, para salud y educación.

Y es que la cuestión no es acabar con la figura del rey por un pacto entre despachos y que todo siga igual, algo que no cambiaría las vidas de las mayorías sociales sobre las que se descargan una y otra vez las crisis. Desde los referendos universitarios ya planteábamos la necesidad de pelear por procesos constituyentes, donde decidamos sobre la forma del Estado y sobre la relación de los diferentes pueblos, pero también sobre todas las cuestiones que hacen a nuestra vida y nuestro futuro. Porque no queremos un régimen en el que unos pocos se siguen enriqueciendo incluso en mitad de una enorme crisis social y sanitaria, en el que se rescata a grandes empresas, pero no se paralizan los desahucios. Es fundamental que hoy luchemos por un referéndum para decidir sobre la monarquía, pero también por procesos constituyentes para decidirlo todo. La juventud se merece otro futuro.