Una imprescindible actuación conjunta del Estado y la ciudadanía frente a los residuos

Eva García Sempere, responsable del Área de Medioambiente de IU, Xabier Pombo González, responsable Red de Economía Circular y Residuos de IU

Que nuestro Estado ha dormido el sueño de los justos en la cuestión de la gestión de residuos es algo que a estas alturas es innegable; que ese sueño ha sido arrullado por los grandes lobbies de la gestión de residuos y sus grandes generadores también lo es: hace apenas un mes conocíamos un informe en ese sentido sobre la ‘gestión’ de Ecoembes, o su no-gestión, para ser más exactos.

Estamos en la Semana Europea de la Prevención de Residuos. Llegamos tarde, muy tarde. Pero este desatino, del que solo se han beneficiado las grandes empresas que tratan los residuos quemándolos o enterrándolos, debe terminar. Para ello tenemos que aprovechar la aprobación de la nueva ley estatal de residuos y suelos contaminados para definir el mejor marco para la reducción de la generación de residuos y su adecuada gestión.

Según los datos europeos, la Unión Europea (UE) produjo 2.500 millones de toneladas de residuos en 2014: un 1% procedían de la agricultura, la silvicultura y la pesca; un 8% de los hogares; un 10% de la manufactura; un 30 % de las minas y canteras; un 34% de la construcción y un 17% de otras procedencias.

En relación con los residuos municipales, el objetivo de reutilización y reciclado para 2025 es mayor o igual a un 55%, con un objetivo de vertido menor al 10%. En 2016, en los países de la UE28 se generaron 480 kilos per cápita de residuos, con un porcentaje de reciclaje y compostaje de un 47%, acabando en vertedero un 25%.

En España se generaron 443 kilos de residuos per cápita, con un porcentaje de reciclaje y compostaje de un 30%, acabando en vertedero un 57%. Como se ve, estamos muy lejos de los objetivos para 2025. Lo peor no es que se asuma que no se van a cumplir, sino que las distintas políticas ejecutadas durante las últimas décadas no se han centrado en la reducción ni el reciclaje. Estamos doblegados a los intereses de las empresas privadas gestoras de residuos para que acaben mayoritariamente en vertederos e incineradoras.

Es hora de cambiar este modelo obsoleto y contaminante. También es responsabilidad de las instituciones aprobar leyes que cambien de manera radical esta situación. Debe haber una fiscalidad que penalice vertederos e incineradoras, facilitando la reutilización y la reparación, modificando de forma responsable la gestión de los residuos y, sobre todo, cambiando y fomentando un nuevo tipo de ciudadanía, de personas usuarias y no de consumidoras, que utilice solo aquello que verdaderamente necesita.

Pero existe también una labor fundamental que debemos hacer individualmente: entender que la forma en la que compramos, cómo y dónde lo hacemos, hace este mundo más sostenible. Pasar a ser personas usuarias y responsables, no consumidoras, es al fin y al cabo una decisión personal. Entender, por ejemplo, que no necesitamos comprar un taladro para utilizarlo dos veces al año si podemos alquilarlo cuando es preciso; comprar en el mercado o la plaza productos locales y de temporada; no admitir plásticos y sobreenvasados, usar bolsas reutilizables y compras a granel. Son cosas simples que hace pocas décadas eran normales, pero que al parecer hoy resultan casi imposibles.

Ser sostenibles es un esfuerzo, sí, pero necesario. No puede haber un planeta sostenible si no caminamos hacia un objetivo de ‘residuo cero’. Este esfuerzo debe de ser conjunto entre administraciones y la ciudadanía, y sin ello estaremos no solo condenados a quedar enterrados entre basura, sino que seremos más pobres, porque los residuos tratados correctamente son materias primas, no solo basura.

Ningún país de Europa puede permitirse el lujo de seguir enterrando o quemando materias primas. El planeta no puede soportar más que sigamos esquilmando recursos naturales.