TDT: ¿Dónde está la bolita?

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Un buen trilero sabe que la mejor forma de hacer picar a un incauto es convencerle de que sólo puede ganar. No de que van a ganar los dos, sino de que va a ganar él, y sólo él, y así se le hace saber en las primeras manos de la partida: “¡Te pillé!”, piensa el incauto cuando se detienen los cubiletes y descubre la bolita en ellos. Hasta que la muñeca del trilero hace su magia, la bolita desaparece y el incauto se queda con dos palmos de narices y un agujero en el bolsillo.

Hay mucho de trile en casi todas las tecnologías que tratan de imponerse en la sociedad por la fuerza de los hechos y no de las razones. Las urgencias, los apremios y el manu militari son indicios habituales de que alguien está moviendo sus cubiletes y de que es muy probable que los ciudadanos escuchen un montón de buenas razones por las que sólo pueden salir ganando. El agujero en el bolsillo suele estar también garantizado.

Miguel Sebastián expuso el otro día el montón de buenas razones por las que España ganaría al abandonar la televisión analógica y abrazar la tecnología de Televisión Digital Terrestre (TDT). El titular de la cartera de Industria, Comercio y Turismo destacó los 40.000 empleos creados por esta tecnología, los 12.000 millones de euros movilizados en la transición y las 10.000 empresas del sector que se han beneficiado de este proceso. Por si fuera poco, la TDT supone “cantidad y calidad” para Sebastián, quien señaló el incremento en el número de canales -de seis a más de 20- y la desaparición de las interferencias. El ministro eludió comentar lo que algunos cubiletes realmente esconden.

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La TDT no sólo acaba con las viejas antenas de televisión, sino con un mercado que ya se había exprimido hasta la extenuación en sus sucesivas generaciones tecnológicas -los primeros televisores, los televisores en color, los televisores de plasma, los televisores LCD...- y que necesitaba urgentemente una adaptación a las nuevas demandas del mercado de consumo: crear aparatos con un mayor índice de obsolescencia planificada y con accesorios y servicios que puedan ser adquiridos por separado: nuevas generaciones de descodificadores, nuevas generaciones de televisores, televisión de pago, televisión en alta definición, televisión en tres dimensiones... La caja tonta deja de serlo y abre, así, un mercado progresivo y quasilimitado de nuevos productos, aplicando el modelo que tan buenos resultados económicos ha traído a la informática.

Pese al beneficio industrial que puede verse tras esta tecnología, los ciudadanos han pagado casi en su totalidad el coste de esta transición. Y lo seguirán pagando. Los pueblos pequeños y muy alejados o situados en vaguadas en las que no llega la señal deberán sufragar por su cuenta los 60.000 euros que cuesta la instalación de un repetidor. Por su parte, las poblaciones más desfavorecidas económicamente y en riesgo de exclusión social quedarán al margen de esta fiesta tecnológica, pues entre los planes del Gobierno y las operadoras no hay una sola partida dedicada a unas minorías que desde este mes quedarán aún más alejadas de la sociedad

Por último, el incremento en el número de canales ha multiplicado la programación basura, los espacios comerciales y las estafas disfrazadas de concurso y ocultas tras un generoso escote. Las interferencias de las televisiones analógicas más alejadas de los repetidores se han convertido en pixelados de la imagen, o en pantallas negras, pues la TDT -como buena tecnología digital y binaria-, no sabe de medias tintas: o se ve (1), o no se ve (0).

Si muchos ciudadanos no hemos hecho la transición de nuestra televisión a la TDT no es, como sugieren algunos gobernantes, porque los españoles dejamos todo para el final, sino por una razón mucho más sencilla: no hemos encontrado motivos suficientes para que esta tecnología entre en nuestras casas. Pero el Gobierno ha demostrado que hay cosas demasiado importantes como para esperar a que los ciudadanos reconozcan que lo son. Un celo gubernativo que, por lo visto, no merecen otros muchos problemas sociales.

De hecho, y puestos a recurrir al manu militari, podría haberse empleado toda esta fuerza del Estado en ordenar la transición a un sistema digital a través de Internet y ligar así el desarrollo de la televisión a una tecnología abierta y en constante evolución y desarrollo como es la red. Una posibilidad descartada de antemano, pues las cadenas de televisión, propiedad de grandes grupos mediáticos, perderían el oligopolio de facto que mantienen sobre la televisión privada. Y las administraciones, a su vez, perderían el control sobre el reparto de canales y la adjudicación de licencias para operar en ellos, uno de los instrumentos políticos y económicos más poderosos de las últimas décadas. Pequeños detalles que no deberían empañar la gran fiesta de la TDT.

A Sebastián le falta muñeca para ser buen trilero, pero le sobra ingenio para encontrar argumentos con que convencer a la sociedad española de que ella y sólo ella gana con la TDT. No hacía falta, porque los cubiletes ya estaban moviéndose en Bruselas. ¿Te pillé? No, TeDeTé.

Un buen trilero sabe que la mejor forma de hacer picar a un incauto es convencerle de que sólo puede ganar. No de que van a ganar los dos, sino de que va a ganar él, y sólo él, y así se le hace saber en las primeras manos de la partida: “!Te pillé!”, piensa una y otra vez el incauto cuando se detienen los cubiletes y descubre la bolita en ellos. Hasta que la muñeca del trilero hace su magia, la bolita desaparece y el incauto se queda con dos palmos de narices y un agujero en el bolsillo.

Hay mucho de trile en casi todas las tecnologías que tratan de imponerse en la sociedad por la fuerza de los hechos y no de las razones. Las urgencias, los apremios y el manu militari son indicios habituales de que alguien está moviendo sus cubiletes y de que es muy probable que los ciudadanos escuchen un montón de buenas razones por las que sólo pueden salir ganando. El agujero en el bolsillo suele estar también garantizado.

Miguel Sebastián expuso el otro día el montón de buenas razones por las que España ganaría al abandonar la televisión analógica y abrazar la tecnología de Televisión Digital Terrestre (TDT). El titular de la cartera de Industria, Comercio y Turismo destacó los 40.000 empleos creados por esta tecnología, los 12.000 millones de euros 'movilizados' en la transición y las 10.000 empresas del sector que se han beneficiado de este proceso. Por si fuera poco, la TDT supone “cantidad y calidad” para Sebastián, quien señaló el incremento en el número de canales -de seis a más de 20- y la desaparición de las interferencias. El ministro eludió comentar lo que algunos cubiletes realmente esconden.

La TDT no sólo acaba con las viejas antenas de televisión, sino con un mercado que ya se había exprimido hasta la extenuación en sus sucesivas generaciones tecnológicas -los primeros televisores, los televisores en color, los televisores de plasma, los televisores LCD...- y que necesitaba urgentemente una adaptación a las nuevas demandas del mercado de consumo: crear aparatos con un mayor índice de obsolescencia planificada y con accesorios y servicios que puedan ser adquiridos por separado: nuevas generaciones de descodificadores, nuevas generaciones de televisores, televisión de pago, televisión en alta definición, televisión en tres dimensiones... La caja tonta deja de serlo y abre, así, un mercado progresivo y quasilimitado de nuevos productos, aplicando el modelo que tan buenos resultados económicos ha traído a la informática.

Pese al beneficio industrial que puede verse tras esta tecnología, los ciudadanos han pagado casi en su totalidad el coste de esta transición. Y lo seguirán pagando. Los pueblos pequeños y muy alejados o situados en vaguadas en las que no llega la señal deberán sufragar por su cuenta los 60.000 euros que cuesta la instalación de un repetidor. Por su parte, las poblaciones más desfavorecidas económicamente y en riesgo de exclusión social quedarán al margen de esta fiesta tecnológica, pues entre los planes del Gobierno y las operadoras no hay una sola partida dedicada a unas minorías que desde este mes quedarán aún más alejadas de la sociedad

Por último, el incremento en el número de canales ha multiplicado la programación basura, los espacios comerciales y las estafas disfrazadas de concurso y ocultas tras un generoso escote. Las interferencias de las televisiones analógicas más alejadas de los repetidores se han convertido en pixelados de la imagen, o en pantallas negras, pues la TDT -como buena tecnología digital y binaria-, no sabe de medias tintas: o se ve (1), o no se ve (0).

Si muchos ciudadanos no hemos hecho la transición de nuestra televisión a la TDT no es, como sugieren algunos gobernantes, porque los españoles dejamos todo para el final, sino por una razón mucho más sencilla: no hemos encontrado motivos suficientes para que esta tecnología entre en nuestras casas. Pero el Gobierno ha demostrado que hay cosas demasiado importantes como para esperar a que los ciudadanos reconozcan su importancia. Un celo gubernativo que, por lo visto, no merecen otros muchos problemas sociales.

De hecho, y puestos a recurrir al manu militari, podría haberse empleado toda esta fuerza del Estado en ordenar la transición a un sistema digital a través de Internet y ligar así el desarrollo de la televisión a una tecnología abierta y en constante evolución y desarrollo como es la red. Una posibilidad descartada de antemano, pues las cadenas de televisión, propiedad de grandes grupos mediáticos, perderían el oligopolio de facto que mantienen sobre la televisión privada. Y las administraciones, a su vez, perderían el control sobre el reparto de canales y la adjudicación de licencias para operar en ellos, uno de los instrumentos políticos y económicos más poderosos de las últimas décadas. Pequeños detalles que no deberían empañar la gran fiesta de la TDT.

http://www.abc.es/20100331/medios-redes-radio-tv/ultimos-201003311517.html

http://www.abc.es/20100331/medios-redes-radio-tv/television-valdaracete-201003311112.html

A Sebastián le falta muñeca para ser buen trilero, pero le sobra ingenio para encontrar argumentos con que convencer a la sociedad española de que ella y sólo ella gana con la TDT. No hacía falta, porque los cubiletes ya estaban moviéndose en Bruselas. ¿Te pillé? No, TeDeTé.

 

9 Comments
  1. janimmy says

    Es cierto lo que se dice en este sobrio, claro y contundente artículo. En realidad, la historia de la televisión (y radio) digital ha sido siempre tres cuartos de lo mismo. En general, tenemos una oferta audiovisual pésima. Y esto es lo que importa.

  2. jonathan says

    Además de la basura televisada que ha logrado embrutecer las mentes del pueblo soberano, está la facilidad de censura de la Generalitat de Cataluña para que la señal de canales exteriores a su ombligo lleguen a estas tristes tierras del Llobregat. ¡Tanta lucha democrática para llegar a esto!

  3. suso m. says

    Tremendo poder la tele.
    Creo que esas minorías, sin ellas saberlo ni quererlo, saldrán ganando.

  4. QdeA says

    Muy bien escrito, clarito y directo. Mi enhorabuena por el artículo, Pedro.

  5. Becky says

    So excited I found this article as it made things much qcukier!

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