El año en el que la tecnología se convirtió en un arma para la acción política

3
Un joven con la careta que identifica al grupo Anonym0us sostiene el cartel en el que se lee 'Game over' (Fin del juego), durante una manifestación del 15-M en la Plaza de Neptuno de Madrid, el pasado mes de junio. / Efe

Llevaba años queriéndolo escribir: la tecnología ha dado a los de abajo el arsenal para la acción política que antes tenían que arrancar de las aceras. 2011 será recordado por fenómenos como el de los Anonymous, con su versión española, las revueltas árabes, el movimiento del 15M o el estadounidense Occupy Wall Street. Todas estas manifestaciones de insatisfacción con el statu quo político o económico se han apoyado en armas tecnológicas tanto para organizarse como para actuar.  Hacer un repaso del año tecnológico es un ejercicio de selección arbitrario, pero esta vez no se trata de una gran innovación o un fascinante aparato vendido a millones. 2011 ha sido el año de la tecnología que hace ciudadanos y no la preferida por las empresas e incluso los gobiernos, aquella que hace consumidores.

Pocos pueden negar la irrupción de Twitter, Facebook, YouTube o las Blackberry en la escena pública. Las redes sociales, los móviles o los programas informáticos no han sido meros productos de consumo, han sido facilitadores de la acción social y política. Armados con estas herramientas, los tunecinos salieron a las calles encendidos por las imágenes de la inmolación de Mohammed Bouazizi circulando de móvil a móvil hasta echar del poder a Ben Alí. El fenómeno acabó contagiándose a Argelia, Egipto o Libia. Son varias las investigaciones que sostienen que, aunque las causas materiales existían desde hace años (son las eternas causas de la injusticia, la pobreza o la corrupción de los poderosos), la tecnología ha permitido organizar las revueltas.

En Occidente, el ambiente lo habían caldeado los Anonymous ya a finales de 2010. Sin internet, el soldado Bradley Manning y el antiguo hacker Julian Assange no podrían haber organizado la mayor filtración de la historia y habrían dependido de los medios tradicionales. Tampoco sin la red, una amorfa multitud no habría encontrado la manera de ayudar a ambos. Con un programa como el LOIC, que permite hacer infinidad de peticiones simultáneas a un servidor hasta echarlo abajo, cualquier persona de cualquier lugar del mundo se podía convertir en un hacktivista. Ese mismo programa y bajo la misma marca de Anonymous sirvió para que miles de españoles atacaran las páginas web del PSOE, el PP, CiU, el Congreso de los Diputados o del Ministerio de Cultura para protestar contra el acuerdo entre los tres partidos para sacar adelante la llamada ley Sinde.

Sobre esa oposición se fue construyendo un nuevo poder emergente formado por los opinadores de la red o, como les han llamado recientemente de forma despectiva, los cuatro tuiteros. También de ahí nació No les votes. Y el 15M fue la salida a las calles de los que se estaban moviendo en la red. El movimiento apenas se ha notado en los resultados electorales, pero es que esa no parecer ser su guerra. El suyo es un cuestionamiento de todo el sistema, no que partido o casta lo va a gestionar. De España, la movilización volvió a rebotar, en esta ocasión al los países anglosajones, con movilizaciones como Occupy Wall Street.

Pero como la energía nuclear, que igual sirve para iluminar una ciudad entera como para arrasarla, la tecnología es de doble uso. Los gobiernos y las grandes empresas también han aprendido a usarla, en este caso para impedir que las cosas cambien. Túnez bloqueó servicios como Twitter o Facebook. El Gobierno de Egipto desconectó al país de internet y el sirio ha sometido al suyo a un apagón que sólo algunos valientes consiguen alumbrar. El lado más siniestro de todo esto es el papel de las empresas tecnológicas occidentales que han sostenido a las dictaduras. Al menos, 2012 empieza con una resolución del Parlamento europeo para prohibir este negocio.

Para el próximo año, las principales amenazas tecnológicas son el fin de la neutralidad de la red o la vulneración cada vez más persistente de la privacidad. La Unión Europea tiene casi lista una nueva directiva de protección de datos que intentará obligar a las grandes empresas a cuidar con más mimo de nuestros datos personales. Pero 2012 también va a ser el año en que se vote SOPA, una ley estadounidense, apoyada por la industria de Hollywood, pero que sufrirán todos los ciudadanos del mundo. La norma, que permitirá el cierre o bloqueo de páginas web de cualquier país, convertirá a las grandes de la red, como Google, en policías de internet. En España, el reglamento de la ley Sinde echará a andar y se verá si sirve para algo más que cerrar una decena de páginas web de enlaces o es una vía a la censura.

En cuanto a la tecnología como hacedora de consumidores, el año que viene permitirá saber si hay vida en Apple después de Steve Jobs. Microsoft presentará su nuevo sistema operativo, Windows 8, su penúltimo intento de recuperar la hegemonía que la internet móvil ha dado al iOS de Apple y al Android de Google. Operadoras telefónicas y fabricantes de móviles impulsarán las redes de cuarta generación, multiplicando hasta por diez la capacidad de las conexiones.

Pero hay una tecnología que promete salir del nicho de la curiosidad y revolucionar la industria de hacer cosas, como los bits revolucionaron las industrias culturales: las impresoras 3D, que permiten fabricarse desde un avión hasta los propios respuestos. Su impacto en la forma de producir, en la propiedad indutrial y en la relaciones de mercado será radical. No será inmediato pero comenzará en 2012.

3 Comments
  1. Aleve Sicofante says

    Su intención es buena, pero su ignorancia le desautoriza. Siempre me pregunto por qué los periodistas escriben con tanta ligereza sobre asuntos que desconocen, cuando abundan los expertos a los que podrían consultar. En fin, vamos allá:

    1. Las impresoras 3D están lejísimos de permitir a nadie construirse nada remotamente parecido a un avión. Pueden usarse para crear prototipos y piezas pequeñas (yo las uso para fabricar pequeñas tiradas de piezas que empleo en la construcción de los ordenadores que fabrico), pero nada más. Son carísimas, sólo permiten construir piezas relativamente pequeñas y la calidad que se obtiene con ellas es desproporcionadamente baja para el coste. Por eso no supondrán por varios años ninguna alternativa para la producción en masa. El «fabricador digital» (me considero uno de los pioneros), tiene mucho camino por delante, pero 2012 no verá nada semejante a su nacimiento.

    2. Aunque se vislumbra en su artículo que ha oído campanas, le falta una referencia clara al problema de internet y las famosas redes sociales: no son herramientas del pueblo sino del poder, en un principio económico, ahora también político. Lo único que ha ocurrido en 2011 es que han pillado al poder en su sillón, dormido, como siempre, pero una vez que este ha despertado debido al estruendo, 2012 será el año en que las redes serán definitivamente asimiladas y neutralizadas.

    Existe una remota posibilidad de crear una red físicamente separada de las grandes telcos (un «peer to peer» de puntos de acceso inalámbrico de larga distancia), pero no va a ocurrir y si asomara la nariz sería prohibida con excusas sobre el espectro radioeléctrico (como ocurre con la televisión y la radio). Eso con respecto al hardware. Con respecto al software, existen redes sociales sin ánimo de lucro que respetan la privacidad de sus usuarios (identi.ca, diaspora), pero no van a salir de las catacumbas. Pudiendo escoger entre herramientas libres, seguras y privadas, los «revolucionarios» han escogido herramientas del poder económico, muy constreñidas y fácilmente accesibles por el poder político. (¿Cuánta gente conoce usted que cifre su correo electrónico, por ejemplo, algo que está a disposición de cualquiera desde hace años?) Es una risa ver a los indignados empuñando su iphone conectado a facebook (el sueño húmedo del director de la CIA, sin duda).

    Esa «revolución digital» que tiene tan encandilados a los periodistas, en su ignorancia, tiene los días tan contados que estoy por apostar a que ya han terminado.

    Es bueno recordar que la radio nació con la idea de que todos puedieran comunicarse entre sí. No había mayor impedimento para que esto fuese así. Una pequeña emisora de radio no era más inaccesible entonces de lo que es hoy un ordenador o un smartphone. ¿Dónde está la emisora personal de todos los hogares? Pues en el irrelevante grupo infinitesimal llamado «radioaficionados». A internet le ocurrirá lo mismo, sólo que mucho más rápidamente. Me apuesto algo a que en 2013 ya habrá nostalgia de la libertad que vivieron las redes sociales «en sus inicios», allá por 2010…

  2. nidea says

    el saber no ocupa lugar.gracias

Leave A Reply