10 millones de euros para investigar cómo los productos culturales alteran tu forma de pensar

  • El Consejo Europeo de Investigación financiará un estudio que analizará la relación entre el comportamiento del cerebro predictivo y los objetos que le rodean
  • El investigador del CSIC y coordinador del proyecto, Felipe Criado Boado, declara que el 60% del dinero vendrá a España
  • Si confirman su hipótesis, el conocimiento podría aplicarse a la robótica o la inteligencia artificial, pero también a campos como la publicidad o la ecología

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¿Es posible que las estructuras materiales que construimos cambien nuestros patrones de pensamiento y atención? Es la pregunta que se hace Felipe Criado Boado, investigador del CSIC y coordinador del proyecto Mentes materiales. Estudio de las interacciones entre el cerebro predictivo, los artefactos culturales y la exploración visual. Buscar la respuesta cuesta 10 millones de euros, que han conseguido gracias a la financiación Synergy Grant, del Consejo Europeo de Investigación (ERC). Si al transformar nuestro entorno, transformamos nuestra mente, quizá pensar y debatir sobre cómo cambiamos el mundo se convierta en una cuestión científica, social o incluso política de primer orden. En el fondo nada que no se vea todos los días en las tensiones y conflictos que acompañan el planeamiento urbano, el desarrollo territorial y la adopción de una agenda sostenible.

No es para menos, hallar la solución implicará investigaciones que durarán hasta 2027 y que requerirán trabajos de campo y experimentos de diferentes contextos arqueológicos y sociedades vivas en Europa, la India, África y América del Sur. Aunque Criado Boado declara que un 60% de financiación vendrá para España, también hay implicados grandes nombres internacionales entre su nómina de investigadores principales, como Andy Clark, de los Departamentos de Informática y de Filosofía de la Universidad de Sussex (Reino Unido), y Johannes Müller, del Instituto de Arqueología Prehistórica y Protohistórica de la Universidad de Kiel (Alemania). El coordinador calcula que estos 6 años, este equipo sacará adelante el mismo trabajo que haría "una persona trabajando durante 110 años en la misma investigación".

El equipo estará integrado por especialistas en arqueología, ciencias de la visión y filosofía cognitiva, entre otros. "Cuando miras una imagen, la percepción no es algo pasivo. Estamos captando una información a través de los ojos. El cerebro capta esa información e intenta predecir el futuro. Si es necesario, corregirá esa predicción", explica pedagógicamente Luis M. Martínez Otero, del Instituto de Neurociencias de Alicante, otro de los investigadores principales del proyecto. Esa es la premisa de la que partirán y durante los próximos años, usarán una metodología que combina 41 casos de estudio basados en neurociencia de la visión y en modelos por ordenador.

El inicio: cómo miramos una vasija

Felipe Criado Boado y Luis M. Martínez Otero habían trabajado juntos en un experimento previo utilizando la técnica del seguimiento ocular, es decir, registrando la trayectoria de la mirada cuando explora un objeto. Para la investigación, usaron varias cerámicas prehistóricas de diferentes periodos, del Neolítico hasta la Edad del Hierro, y observaron que la trayectoria de los ojos no era caótica ni aleatoria en los individuos, sino que seguían un patrón común en cada periodo. Cuando se cambiaba de etapa, el modelo común de mirada era otro. "Los movimientos horizontales se vuelven dominantes en períodos más antiguos, mientras que los movimientos verticales son más frecuentes en períodos posteriores que estuvieron marcados por una mayor complejidad social", explican en la investigación. Esto podría significar que, “la estructura y las propiedades de los objetos que construimos modifican nuestra mente, el modelo interno del mundo que almacenamos en nuestras memorias y utilizamos para guiar nuestra mirada al interpretar todo lo que nos rodea”. 

Si la mente cambia para autocorregirse e interpretar correctamente lo que ve, ese conocimiento cambia también los objetos que vamos construyendo, que permanecen como legados, como pequeñas impresiones de nuestra mente a disposición de las futuras generaciones. Martínez Otero lo explica de una manera sencilla. Si nunca has ido a un bosque y te encuentras un día con tener que cruzarlo, ante el desconocimiento, el cerebro apuesta por lo conocido: irás por cualquier surco que otras personas antes que tú hayan dejado y te sugiera un camino, aunque no tengas ni idea de a dónde te lleva: "Hay un diálogo continuo con el entorno".

Cómo se construye el pensamiento

Si como sospechan los investigadores, el modelo de pensamiento "no es fijo, sino que se va construyendo" también a través de los productos culturales que crea el ser humano, su descubrimiento tendría aplicaciones en muchos campos. Si logran dar con este modelo de funcionamiento, podría tener repercusión, no sólo para entender la evolución de los estilos artísticos en la prehistoria y la historia, sino en ámbitos más próximos como, por ejemplo, en industrias como la de la publicidad, continua generadora de cultura: "Comprenderíamos mejor cómo funciona la publicidad, cómo atrapa nuestra mente y condiciona nuestras decisiones.  Se podría estudiar esos estímulos visuales qué están configurando cómo pensamos", explica Felipe Criado Boado. 

El trabajo de campo exigirá una vuelta al pasado, a examinar todo tipo de restos, pero Luis M. Martínez también advierte del potencial de futuro de este estudio: "Vivimos en un mundo muy tecnológico, que rompe una tradición de siglos. Nos comunicamos a través de pantallas o con mascarillas que ocultan nuestros gestos y alteran incluso el lenguaje no verbal. Todo esto afecta a la manera en que interactuamos socialmente. Y eso es algo que también podremos estudiar”, explica sobre cómo se pueden aplicar sus investigaciones al futuro inmediato, cuando los materiales culturales se producen a una velocidad mucho mayor que en todas las épocas anteriores, ¿cómo afectará entonces a nuestra mente?

Investigación pública, garantía de transparencia y avance

Las averiguaciones que hagan sin duda ayudarán al ámbito de la robótica y de la inteligencia artificial: "Sabiendo bien cómo nos afecta el ambiente que nos rodea y cómo afecta la visión, nos enseñará a mirar con más facilidad", explica el coordinador del proyecto.

Felipe Criado huye de las teorías más catastrofistas con respecto a la investigación del comportamiento de la mente, con la que los científicos lidian con asiduidad: "Cualquier conocimiento se puede utilizar también para la emancipación y resistencia". Tampoco significa que el ser humano esté condenado a repetir siempre las mismas estructuras. Al cerebro no le gusta la incertidumbre, pero sí tiene el deseo de mejorar: "Esto no demuestra una tendencia conservadora de la sociedad humana. El cambio sigue siendo posible, ya que sabemos que los cambios a menudo son realmente el medio de que la sociedad mantenga su equilibrio", explica el coordinador. La única diferencia es que los "agentes del cambio" tendrán más información sobre las resistencias y las motivaciones con las que cuentan.

Ambos investigadores defienden en este punto la importancia de la investigación pública. Todos sus tecnologías y descubrimientos se publicarán y estarán accesibles para futuras investigaciones, a diferencia de lo que sigue sucediendo con los algoritmos que diseñan las grandes tecnológicas. "Es necesaria la dimensión pública del conocimiento y no privatizar los resultados de la investigación".

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