La censura impide conocer la suerte y la versión de las víctimas del abordaje

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La mal llamada única democracia de Oriente Próximo ha decretado censura militar sobre lo acontecido en la madrugada del lunes a 68 kilómetros de las costas de Gaza sin que a nadie le extrañe. Ni siquiera a los 38 gobiernos de los 700 activistas víctimas del abordaje hebreo, que llaman a Tel Aviv para interesarse por los suyos casi en secreto, sin atreverse a exigir explicaciones más allá de la consabida condena diplomática que mañana quedará en nada.

Más de 24 horas después del episodio, se desconoce el número de muertos entre los pasajeros. La cifra ofrecida por Israel rebaja ahora las víctimas a nueve, pero surge la duda de que el balance sea mayor dado que el canal 10 de la televisión israelí y los canales árabes lo elevaron ayer a 14, posteriormente a 16 y finalmente a “al menos 19 muertos”. O sus fuentes exageraban, o varios fallecidos han resucitado.

La nueva cifra de víctimas mortales, a la que hay que sumar al menos 30 heridos, no rebaja la gravedad de un asalto militar contra una nave civil en aguas internacionales. Tampoco debería restar importancia al hecho de que los 600 activistas que iban a bordo del carguero con bandera turca Mavi Marmara hayan sido capturados en calidad de “inmigrantes ilegales”. Tras interrogarles e identificarles se les ha dado la opción de volver inmediatamente a sus países o bien de ser procesados para posteriormente ser deportados.

Esta mañana, informa el diario hebreo Jerusalem Post, 48 pasajeros fueron conducidos al aeropuerto de Ben Gurión para ser expulsados del país. Se calcula que otros 480 han renunciado a la primera opción y han sido ingresados en la prisión de Beersheva, en el desierto del Neguev, al sur de Israel.

La explicación de tan masivo rechazo a regresar a casa es sencilla: si los extranjeros se van, la suerte de los pasajeros árabes y, sobre todo, palestinos será aún más incierta. Sin una presión internacional que exija la liberación de todos, sin distinguir entre nacionalidades, los activistas palestinos no tendrán ningún derecho. Tras 10 horas de debates a puerta cerrada, el Consejo de Seguridad ha exigido la inmediata liberación de pasaje y naves. Pide una investigación sobre lo ocurrido –para almacenar con el resto de ‘investigaciones imparciales’ que terminan acusando a Tel Aviv de crímenes de guerra, imaginamos- pero no condena a Israel.

Si la diplomacia de sus respectivos países o los abogados israelíes de Free Gaza –siempre preparados para intervenir- han sido autorizados a ver a los capturados, dichas reuniones se han mantenido en secreto. De los ilegalmente arrestados no hay noticias, más allá de las imágenes del desembarco en Ashdod emitidas por la televisión israelí en las que se les puede ver, algunos maniatados y todos escoltados, abandonando el Mavi Marmara.

Eso, pese a que en el pasaje hay conocidos escritores, productores, políticos, periodistas y activistas de la Unión Europea, Oriente Próximo, Estados Unidos y Canadá. Entre ellos (aquí está la lista por nacionalidades) destaca el escritor sueco Henning Mankell, conocido autor de novelas policíacas, la Premio Nobel de la Paz irlandesa Mairead Maguire, de 66 años, Hedy Eipstein, superviviente de la Shoah de 86 años, David Schermerhorn, productor estadounidense de 80 y el profesor alemán Norman Paech, de 72 y miembro del Bundestag. La diputada israelí del partido Balad Hanin Zoabi, también a bordo, ha sido liberada tras ser interrogada. Su grupo político ha emitido un severo comunicado. "Aquellos que deben ser interrogados son [Ehud] Barak y [Benjamin] Netanyahu, que dieron la orden de un asalto armado en medio del mar. Detrás de este crimen hay criminales que deben ser interrogados".

Los periodistas desplazados a Ashdod, el puerto israelí que ha recibido los barcos de la flotilla de Free Gaza, han sido dispersados para evitar que puedan hablar con los heridos. Uno de los graves problemas que plantea esta censura –y una gran ventaja para Israel- es que todavía se desconoce la versión de las víctimas: los pasajeros del Mavi Marmara y de los otros tres barcos abordados. Israel ha empleado estas horas en tratar de justificar la agresión con vídeos, ruedas de prensa y largas argumentaciones, logrando que muchos dejen de incidir en la ilegalidad de un asalto contra una nave civil en aguas internacionales –lejos de la zona militar decretada unilateralmente por Tel Aviv en las costas de Gaza- para buscar los “motivos” que llevaron a los comandos de elite israelíes a abrir fuego.

Los vídeos de los cooperantes agrediendo a sus agresores no deberían llevar a engaño. Aunque cualquier acción violenta es condenable, sin el asalto israelí no se habría producido ninguna escena similar, lo cual debería llevar a considerar la reacción legítima defensa. Tampoco se conoce el momento de dicha grabación, si se produjo antes o después de los primeros disparos israelíes.

Los soldados hebreos tenían medios para abordar el barco sin disparar un solo tiro, lanzando gases, con cañones de agua o con disparos de disuasión, porque para eso están formados en la dispersión de disturbios. Los disparos fueron producto de la borrachera israelí de impunidad y un aviso de que no se tolerará que nadie cuestione su política en los territorios palestinos, aunque sea ilegal e inmoral.