El Obama que viene

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Retrato de Obama en la Convención Demócrata de Denver 2008 / J. M. B.

"Ya no se trata de esperanza. No creo que debamos esperar más. Ya hemos tenido bastante esperanza. Ahora toca hacer. Todos tenemos que hacer ahora".
(
Will.i.am, The New York Times Magazine)

Ya no viene cargado de esperanza o voluntad. Ni tampoco de ilusión por un mundo diferente.

El Barack Obama que viene llega cargado de números. O al menos, ésa es su esperanza. Números que le ayuden a resucitar una economía aún en condición crítica y un mercado laboral renqueante. La retórica de inspiración deja paso a la retórica de creación. De empleo. "El martes, 25 de enero, el presidente Obama pronunciará su discurso anual del Estado de la Nación", me dice por e-mail el grupo de organización social pro-Obama Organizing for America, "compartiendo su visión de creación de empleo, cuidado de salud, y más".

Mientras los posibles contendientes republicanos estudian si lanzar o no sus candidaturas presidenciales en las próximas semanas, Obama ya ha dado el volantazo y emprendido su difícil camino hacia la reelección 2012.

Durante los últimos dos años le criticaron que dedicara demasiado tiempo a la ley de reforma de salud y que no se enfocara en crear empleo. Ahora, mientras los republicanos maquinan para si no derogar -porque es casi imposible- sí debilitar la histórica ley de salud, el presidente encauza su discurso, y empieza a hablar de trabajo, trabajo y trabajo.

Ya abandonaron la Casa Blanca hace unos días para desembarcar en Chicago los más leales miembros de su equipo ideológico-operativo. Desde allí lanzarán dentro de unas semanas su campaña. Y las vacantes que se crean en el gobierno son cubiertas por personas como William Daley -nuevo jefe de gabinete, conocido por sus estrechos lazos con el mundo empresarial- o Jeffrey Immelt, presidente del gigante General Electric y, desde el viernes, presidente de la antigua Junta Asesora de Recuperación Económica que ha sido rebautizada como Consejo de Empleos y Competitividad.

Obama necesita de los empresarios más que nunca. Los planes de estímulo económico tuvieron su día. Y no fue uno extremadamente positivo. A base de endeudarse hasta las cejas durante los últimos dos años, gobiernos de todo el mundo inyectaron en el sistema económico internacional todo el dinero que pudieron; ahora aquí, en Estados Unidos, los contribuyentes han dicho basta, y no parecen estar por la labor de seguir permitiendo que sus impuestos sean utilizados en crear empleo público. Que pasen los mimados empresarios y que, por favor, empiecen a contratar.

Si bien las encuestas muestran que ningún republicano le hace sombra en este momento, Obama sabe que no va a ser fácil su reelección. Su popularidad está poco a poco subiendo de mínimos profundos, sobre todo después de su discurso tras la tragedia de Tucson.

Además, Obama necesita convencer a todo el país de que no merece la etiqueta de socialista (ese adjetivo tan denostado en esta sociedad del individuo) que le han puesto desde el frente opositor.

Pero de poco servirá su retórica, su carisma o su tirón electoral si él y su equipo no logran en los próximos meses rebajar significativamente un índice de desempleo que roza el 10 por ciento, algo que podría fácilmente convertirlo en presidente de un sólo mandato.

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