Denuncian en Turquía la existencia de más de 100 fosas comunes por la «guerra sucia»

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Retratos, en la redacción de 'Gunluk', de los periodistas de Ozgur Gundem asesinados en los años 90. / Manuel Martorell

Diferentes organizaciones pero de forma especial la Asociación de Derechos Humanos (IHD) de Turquía calculan que en este país existen más de un centenar de fosas comunes, en las que estarían enterradas ilegalmente unas 1.500 personas, muchas de ellas guerrilleros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización armada que lucha contra el Gobierno de Ankara desde 1984 en defensa de los derechos culturales y políticos del pueblo kurdo. Según estas asociaciones, se tiene el convencimiento de que en esas fosas comunes también hay civiles que “desaparecieron” tras ser considerados colaboradores de ese grupo.

Aunque siempre se ha sospechado de la existencia de estos enterramientos, el problema de las fosas comunes y de los “desaparecidos” se puso de actualidad el pasado verano, cuando un alto mando del Ejército, el vicealmirante Atilla Kiyat, reconoció en un debate televisado que la mayor parte de esas personas habían sido asesinadas por fuerzas militares en aplicación de una “política de Estado” aceptada por los diferentes gobiernos entre los años 1993 y 1997.

La IHD facilitó estos datos el pasado mes de febrero en una conferencia de prensa celebrada en Diyarbakir, tal y como informó en su momento Kurdish Info. Esa asociación exigió al Gobierno de Tayip Erdogán que facilite los trabajos de excavación y cree un banco de datos de ADN para poder investigar los cuerpos que vayan apareciendo, además de constatar que, en esta guerra no declarada, “Turquía ha violado todo tipo de acuerdos nacionales e internacionales”. Según los datos de la IHD, habría 114 fosas dispersas por la práctica totalidad de la provincias kurdas, destacando las de Diyarbakir (19 enterramientos), Siirt (14), Van y Bitlis (9) y Batman (8).

Especial repercusión mediática ha tenido el reciente descubrimiento realizado en Mutki, junto a un destacamento militar en la zona de Bitlis. Aquí, fue Ekrem Bilek, antiguo alcalde de la localidad, quien reconoció haber ayudado a cavar la fosa con la utilización de una excavadora municipal. Tras estas declaraciones, la familia de una de las supuestas víctimas presentó una reclamación ante la Fiscalía provincial que, a su vez, ordenó la correspondiente investigación.

Imagen grabada con un móvil mostrando cómo un soldado da una patada al cadáver de un guerrillero. / Kurdish Info

En algunos casos incluso existen testimonios de supervivientes, como ocurre con Perver Dersim, antiguo miembro del PKK, que relata cómo su unidad, integrada por veinte guerrilleros, cayó en una emboscada en abril de 1997 junto a la aldea de Cemisgezek. Él fue el único que logró romper el cerco, enterándose después por informaciones de los lugareños que a sus compañeros los habían enterrado de forma secreta.

Asimismo se han presentado denuncias por el trato inhumano que han recibido los cuerpos sin vida de miembros del PKK muertos en combate, algunos de los cuales han sido devueltos a sus familias con señales de torturas o mutilaciones, como ha ocurrido con el grupo interceptado el pasado 1 de abril por el Ejército junto a la localidad de Hassa (provincia de Hatay), próxima a la frontera de Siria. En otras ocasiones, han sido los vídeos o fotografías realizadas por los propios soldados los que muestran el trato que reciben estos cuerpos, a veces golpeados a patadas, arrastrados o exhibidos como si fueran trofeos de una cacería.

Entre las denuncias de “desaparecidos” destaca la de la familia de Sadi Tutu. Este campesino de 61 años salió el 17 de octubre de 1994 a realizar labores al campo en compañía de su mujer, Gulnaz (55 años), y de su cuñada, Kadriye (57). Como no regresaban a casa, salieron en su busca Ferzende (26), hijo de Sadi y Gulnaz, su primo Halil (30) y el padre de éste, también de nombre Halil, de 55 años, hermano de Sadi y esposo de Kadriye. Tampoco volvieron. Desde entonces, Ahmet, otro hijo de Sadi y Gulnaz, no ha parado de buscarlos y, por ello, ha sido detenido varias veces. Ahora espera el veredicto del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre su denuncia.

Manifestantes en Newala Qesaba con el retrato de Maasum Korkmaz, uno de los fundadores del PKK. / Kurdish Info

Por su parte, la Asociación de Familiares de Desaparecidos exigió el pasado 28 de marzo una “Comisión de la Verdad” durante una masiva concentración en la fosa localizada en Newala Qesaba (provincia de Siirt), donde se cree que fueron depositados cerca de 200 cuerpos. Allí, Gultan Kisanak, dirigente del Partido por la Paz y la Democracia (BDP), pidió “al primer ministro Erdogán que revele el nombre de los responsables a no ser que quiera ser considerado cómplice de estas brutalidades”.

Finalmente, también se está “desenterrando” estos días la guerra sucia contra la prensa, que tuvo como principal blanco durante esa última década del siglo XX el diario Ozgur Gundem (Agenda Libre). Clausurado periódicamente, volvía a reaparecer con otro nombre. El 3 de diciembre de 1994 sus instalaciones quedaron totalmente destruidas por la explosión sincronizada de tres potentes bombas. En su haber tiene una lista de 27 periodistas y distribuidores que fueron asesinados en crímenes que, por lo general, nunca han sido aclarados.  Sus fotos se pueden ver en la redacción de Gunluk, heredero de este rotativo hasta la actualidad. Como si del retorno de un fantasma se tratara, Ozgur Gundem está de nuevo en la calle desde el pasado 4 de abril, día en que dedicó su reaparición al recuerdo de sus periodistas asesinados.

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