El Parlamento Vasco abre sus puertas a los periodistas amenazados de muerte en Irán

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Comparecencia de Behzad y Hyro (al fondo en la esquina izquierda de la mesa) ante la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Vitoria. / Juan Lanz Labeaga

Hyro Daneshi y Behzad Kurdistani son de esas personas que, en Irán, comienzan denunciando los excesos del régimen y terminan acusados de espionaje o de atentar contra la seguridad de la República Islámica y, por lo tanto, merecedores de acabar colgados de una grúa, como suele ser habitual por tales delitos en este país. Por lo que respecta a Hyro y Behzad, la horca tendrá que esperar. Ambos, ella y él, consiguieron huir y ahora se encuentran en el País Vasco, a donde han llegado gracias a una iniciativa del Pen Club y con un visado del Gobierno español para que puedan comparecer ante el Parlamento de Vitoria.

Allí, este miércoles, en la Comisión de Derechos Humanos, han relatado su odisea, además de denunciar la escalada de ejecuciones en Irán y, más en concreto, la represión contra el pueblo kurdo. Hyro, de 24 años, periodista y directiva de la asociación medioambiental Montaña Verde, es la esposa de Hiwa Butimar, otro periodista que, junto con Adnan Hassanpour, fue condenado a muerte el año 2007 y por el que varias organizaciones humanitarias lanzaron una campaña internacional para que se les conmutara la pena capital, tal y como ocurrió.

Igual que su marido, Hyro se dedicó a denunciar la táctica utilizada por los Pasdaranes de incendiar las zonas de alta montaña para perseguir a las guerrillas kurdas. Responsable de las revistas Shobar y Chiya, participó activamente en la citada campaña para salvar la vida de su esposo y de Hassanpour. Hace exactamente un año, volvió a distinguirse durante las movilizaciones en protesta por la ejecución de otros cinco presos políticos, entre ellos el escritor, igualmente kurdo, Farzad Kamangar.

El pasado 5 de enero, miembros de los servicios de Inteligencia fueron a su casa para que se presentara en comisaría ya que se sospechaba que estaba colaborando con países occidentales. Cuando Hyro se enteró de esta acusación, no lo dudó; hizo la maleta y se marchó de casa para no volver nunca más. A partir de entonces, en las calles de su ciudad –Mariván- han aparecido carteles pegados en las calles pidiendo a quien conozca su paradero que la denuncie. Ahora, los servicios de Inteligencia ya saben dónde se encuentra: en Vitoria, denunciando la pena de muerte y la escalada represiva contra la población kurda.

Behzad saluda a la presidenta de la Comisión, Mar Blanco, en presencia de Hyro (derecha) y Laura Mintegi, del Pen Club vasco. / Juan Lanz Labeaga

Algo parecido le ocurrió a Behzad Kurdistani, de 43 años, igualmente periodista y activo colaborador de las publicaciones Aso, Ashti y Roj, todas ellas prohibidas y clausuradas. A Behzad en su tierra también se le conoce por los cuadernos de poemas que ha publicado, entre ellos Ghareji Shamame (Robando a Shamame), Pechewane rengeke le gishtman det (El opositor es un color que nos sienta bien a todos) y Chikanah. Como Hyro Daneshi, Behzad participó en las protestas contra las condenas a muerte de Hiwa Butimar y Adnan Hassanpour, por lo que fue detenido.

El 22 de agosto del pasado año, fue apresado de nuevo bajo la acusación de “atentar contra la seguridad nacional y por espionaje”. Sometido a salvajes torturas, colocado en celdas de aislamiento y con los ojos vendados, tras 77 días de detención, su familia logró reunir 50 millones de tumams (unos 36.000 euros) que permitían pagar una fianza y su libertad provisional, con la obligación de presentarse ante los juzgados. Behzad no acudió; como Hyro, cruzó los montes Zagros y buscó refugio en la región autónoma kurda de Irak, al otro lado de la frontera.

Allí su situación tampoco era segura debido a que en esta parte de Irak los servicios secretos de la República Islámica están presentes en muchas ciudades, buscando y localizando a los exiliados iraníes. Además, el pasado mes, el Gobierno de Bagdad y el de Teherán llegaron a un acuerdo para colaborar en la entrega de los “criminales” buscados por la Justicia iraní que encuentren refugio en territorio iraquí.

Conocido el riesgo en que se encontraban estos y otros periodistas, el Pen Club vasco tomó la iniciativa de invitarles para que explicaran personalmente tanto en el Parlamento de Vitoria como en el de Navarra la persecución contra los periodistas en Irán y, sobre todo la situación de la pena de muerte en este país, donde, según diferentes organizaciones humanitarias, durante este año ya habrían sido ejecutadas cerca de 200 personas.

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