Siria mina sus fronteras con Líbano y Turquía

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En 2006, cuando las bombas israelíes arrasaban buena parte del Líbano, Siria abrió sus fronteras a los refugiados que huían de la guerra. Seis años después, cuando son los sirios quienes buscan cobijo de las bombas –esta vez, de su propio régimen- las fronteras libanesas están casi siempre cerradas.

Unos 12.000 sirios -16.000, según los activistas- malviven en el país del Cedro gracias a la caridad de sus vecinos y con el temor a ser perseguidos por las autoridades. Los refugiados se ven obligados a usar cruces clandestinos para escapar de su Ejército, y al otro lado no se les recibe con ayudas ni campos de refugiados. Ni ocurrirá en el futuro, ya que Hizbulá, en el Gobierno libanés y aliado del dictador sirio Bashar Assad, advierte que “no aceptará campos de refugiados para sirios porque cualquier campo será usado como un reducto militar que servirá de lanzadera contra Siria y después contra el Líbano”, según explicó el pasado domingo sheikh Naim Qasem, número dos del grupo chií.

Así las cosas, los miles de refugiados provenientes de la provincia de Homs, una de las más afectadas por la represión militar de las protestas, deben aventurarse de forma subrepticia por las fronteras para encontrar un cobijo que se les aporta de forma individual, gracias a la solidaridad de las familias libanesas que viven en el norte suní del Líbano y que se ven reflejados en las penalidades de sus vecinos.

Hasta ahora lo hacían a pie, caminando kilómetros en circunstancias penosas y esquivando los controles militares sirios, pero en estos días su principal preocupación no es cómo sobrevivirán sin recursos y casi siempre como residentes ilegales en otro país, sino sobrevivir a las minas antipersona.

En las últimas semanas, cuando el tráfico de refugiados se ha acrecentado coincidiendo con la despiadada ofensiva contra Homs, Zabadani, Rastán o Quseir, el Ejército sirio ha multiplicado las minas en la frontera, según denuncia Human Rights Watch. La ONG ha emitido un informe basado en las declaraciones de testigos presenciales así como desminadores –casi siempre afiliados al Ejército Libre de Siria, la facción desertora, o a la oposición- encargados de denunciar y neutralizar estos artefactos indiscriminados que generan un alto coste sanitario y suelen cebarse en personal civil, por lo que se consideran un pobre recurso militar.

No es necesario acudir al informe para encontrar evidencias del uso de minas en la frontera con Siria. Basta con acercarse a los hospitales de Trípoli, donde ha aumentado el número de amputados. Uno de ellos aún no ha cumplido los 16 años y ya ha perdido su pierna derecha. Ocurrió el pasado febrero, cuando acarreaba a un herido a sus espaldas por un cruce clandestino de la frontera para que el hombre fuera tratado de sus heridas en territorio libanés. “Sólo recuerdo que hubo una explosión. Mi hermano, que iba conmigo, me cogió en brazos y me metió en un coche. El herido había muerto, así que lo dejamos en la frontera. Perdí la consciencia y cuando la recuperé ya estaba en el hospital”, explicaba el muchacho a Cuartopoder desde una habitación de una clínica pública, donde se le acababa de someter a las dolorosas curas. “Conocemos la ruta como la palma de nuestra mano. Debieron plantar las minas la noche antes”, lamentaba.

Unas habitaciones más allá, otro hombre –éste, procedente de Quseir- yace con la misma extremidad amputada. “Volvíamos dos familias al Líbano y creíamos que la ruta estaba segura. Pisé una mina y perdí la pierna derecha y tengo daños en la izquierda. Fui el único herido del grupo”. Ambos heridos rehúsan identificarse, ni siquiera con pseudónimos, temiendo una eventual represalia del régimen.

Imposible saber qué tipo de artefactos están arrebatando miembros a los refugiados que acuden al Líbano y también a Turquía, ya que la frontera del norte también está siendo sembrada con minas. Siria nunca suscribió el Tratado antiminas de Ottawa de 1997, rubricado por 159 países, que prohibe la producción, el uso y el almacenamiento de minas antipersona. Según HRW, el origen y el tamaño del arsenal sirio de minas no está claro, aunque se considera que consiste principalmente en ingenios rusos como las minas antipersona PMN-2 y las minas antitanque TMN-46.

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