Ginebra II da los primeros pasos para detener ‘la máquina de matar’ en Siria

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Una de las imágenes más duras de un preso muerto en dosier elaborado por Carter-Ruck. / Carter-Ruck (Efe)
Una de las imágenes más duras incluidas en el informe elaborado por Carter-Ruck. / Carter-Ruck (Efe)

“No es más que la punta del iceberg”, dijo Desmond de Silva, antiguo fiscal para Sierra Leona del Tribunal de La haya, al referirse al dossier César, que muestra, a través de 55.000 imágenes, cómo funciona “la máquina de matar” del régimen sirio.

El dossier, elaborado por el bufete londinense Carter-Ruck, tiene el aval de tres médicos forenses y de otros dos fiscales del tribunal internacional: Gooffrey Nice, encargado del caso Milosevic, y David Crane, que actuó contra Charles Taylor por la guerra de Liberia.

Según ha informado Emameddin Rachid, del Movimiento Nacional Sirio, a Le Monde, las espeluznantes fotografías recogidas en el informe (cadáveres con señales de tortura y de  ejecución sumaria) proceden de las fichas que hacen las autoridades para registrar las muertes y enviar a las familias el “acta de defunción”, además de constatar que han cumplido con las órdenes recibidas.

El informe señala con flechas las evidencias de las torturas. / CR
El informe señala con flechas las evidencias de torturas en el cuerpo de un hombre. / CR (Efe)

Las instantáneas las habría realizado sobre unos 11.000 cuerpos un fotógrafo que llevaba varios años trabajando para el Ejército y que, una vez puesta a salvo su familia con ayuda de la resistencia, las habría entregado al citado Movimiento Nacional, uno de los grupos presentes en la conferencia de paz que comenzó el día 22 en Montreux (Suiza).

De acuerdo con las explicaciones del propio autor, nos encontramos ante una mecánica sistemática, ya que tenía que trabajar algunos días hasta con 50 cadáveres, teniendo que realizar para cada ficha cuatro o cinco instantáneas, que le ocupaban, según los casos, entre quince y treinta minutos.

El equipo de médicos y juristas han autentificado estas pruebas, según explica Rachid al rotativo galo, debido a la credibilidad del testimonio personal de “César” y a detalles inconfundibles, como los cuños que aparecen en algunas fichas correspondientes a la “República Árabe Siria”, “Comando General de las Fuerzas Armadas” o a la “Policía Militar. La misma credibilidad tendría una de las fotos en la que se ve unos cuantos cuerpos en el garaje del Hospital Militar de Mezzeh, lugar a donde se los  llevaban cuando el depósito de cadáveres del centro médico quedaba saturado.

El contacto, según este testimonio, de “César” con el Movimiento Nacional Sirio se habría producido a través de un familiar vinculado a esa organización islamista moderada apoyada por Qatar, y habría sido la red clandestina del Ejército Libre de Siria quien se habría encargado de “poner a salvo” al resto de su familia para evitar represalias.

Después y de forma interesada, la Coalición Nacional entregó el dossier a la CNN y al periódico británico The Guardian para que lo difundieran a todo el mundo en vísperas de la conferencia Ginebra II, a la que acuden delegaciones de cuarenta países, del Gobierno de Damasco y de una parte de la opositora Coalición Nacional.

Otro de los presos supuestamente torturado con una cinta dentada. / CR
Otro de los presos supuestamente torturado con una cinta dentada. / CR (Efe)

Las imágenes, indudablemente, han supuesto un duro golpe para la delegación oficial siria, pero todos los participantes saben que esto no es una novedad y que también en las zonas rebeldes se están produciendo ejecuciones sumarias y colectivas, además de torturas, cientos de secuestros y el bloqueo de regiones enteras, como las de Afrín o Kobani, donde los yihadistas no permiten la llegada de medicinas, alimentos y carburante.

No cabe duda de que todos estos crímenes de guerra y contra la Humanidad deben ser llevados ante el Tribunal de La Haya pero el verdadero problema, igual que ocurre con los demás temas tratados en Montreux, es cómo llevarlo a la práctica, ya que las fuerzas sirias presentes en Ginebra II tienen un escaso margen de maniobra sobre el terreno, salvo el propio régimen.

Las tres principales fuerzas rebeldes –el Frente Islámico, Al Nusra y el Estado Islámico de Irak y Siria- han negado legitimidad a la conferencia de paz. A ellos hay que sumar el rechazo de la otra mitad de la Coalición Nacional que no lidera Ahmed Jabra, la Coordinación Nacional por el Cambio y los tres “cantones” bajo control del PYD (Afrin, Kobani y Yazira), que ni siquiera ha sido invitado al encuentro.

Por esta razón, incluso aunque las potencias y países que intervienen en el conflicto –Rusia, Arabia Saudí, Qatar, Turquía, EEUU…- impusieran a sus peones acuerdos de alto el fuego parciales, corredores humanitarios o el intercambio de prisioneros, solamente se podrían aplicar en zonas muy determinadas.

Incluso se podría consensuar un periodo transitorio pero todo sería baldío si no se establecen medidas concretas para colocar fuera de juego a los yihadistas, y esta misión parece poco viable si no hay una intervención militar exterior, directa o indirecta, apoyando a las fuerzas claramente comprometidas en ese proceso de transición, del que surgirá una Siria que ni política ni territorialmente será ya como la hemos conocido hasta ahora.

Pero esto no quita importancia a una conferencia donde, por primera vez, se sientan juntos en la misma mesa, cara a cara, representantes del Gobierno y la oposición. Son unos primeros pasos que, como los de un niño, son inseguros y tendrán tropiezos pero anuncian que en un día Siria dejará de ser “una máquina de matar”.

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