Sudán, la revolución olvidada

  • Durante veinte años Omar al Bashir logró mantener un discurso creíble, cuyo eje principal fue el embargo internacional

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Yamani Eddoghmi, activista en la Asociación Marroquí de Derechos Humanos  

El presidente sudanés ha iniciado una carrera contrarreloj. Cada día que pasa su situación se hace más insostenible. Durante veinte años Omar al Bashir logró mantener un discurso creíble, cuyo eje principal fue el embargo internacional. Se suponía que la situación iba a mejorar al levantarse este por el presidente estadounidense Donald Trump; nada más lejos de la verdad, desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar, los precios de los alimentos han incrementado hasta un nivel insoportable para la población. El precio del pan se ha triplicado, la inflación está en el 70%, en muchas regiones del país escasean los productos más básicos y las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional han empeorado las cosas, todo ello agravado por una corrupción endémica.

Si en lo económico las cosas van francamente mal, en el plano político y social las cosas no andan mejor, desde hace más de dos meses Sudán está inmerso en una crisis sin precedentes y el régimen se encuentra entre la espada y la pared y luchando con uñas y dientes para garantizar su supervivencia. Desde el 19 de diciembre las manifestaciones en las calles no han cesado, los francotiradores y las milicias leales al régimen campan a sus anchas causando decenas de muertos, con todo ello los manifestantes siguen en las calles con una demanda inamovible: la caída del régimen y la renuncia del presidente Omar al Bashir.

A la desesperada el 22 de febrero en un discurso ecléctico y con pocas sorpresas, al Basir declaró el estado de emergencia durante un año, una medida duramente criticada por parte de las potencias occidentales. Una medida que resultó como echar el aceite al fuego ya que ese mismo día los manifestantes la han declarado inoperativa al anunciar que no abandonan las calles bajo ningún concepto y dejando claro que la única solución es la caída del régimen. Otro de los efectos devastadores y que al Bashir no tuvo en cuenta es la deslegitimación total de las elecciones del año próximo y en las cuales la oposición partidista tenía puestas todas sus esperanzas.

Otra de las medidas sin sentido ha sido ordenar la paralización de la reforma constitucional que se venía desarrollando en el parlamento. Huelga recordar que en el país africano rige una constitución de transición desde 2005. La oposición ya consideraba que el mero hecho de haberse iniciado dichos trabajos constituía un flagrante atropello a los resultados del diálogo nacional según el cual tendría que iniciarse con unas elecciones para una asamblea nacional constituyente en el año 2020. Según la oposición siempre, el actual parlamento no estaba legitimado para iniciar dicha tarea ya que no resultaba de unas elecciones libres sino del pacto entre el régimen y la oposición. Los manifestantes por su parte ya consideraban que los trabajos de la subcomisión encargada de elaborar una nueva constitución una grave manipulación por parte del Partido del Congreso Nacional liderado por al Bachir a los acuerdos del diálogo nacional.

Omar al Bashir ha disuelto el Ejecutivo y los gobiernos regionales hecho duramente criticado por Naciones Unidas por considerar que influirá negativamente en las operaciones de paz en la región de Darfur inmersa en una profunda crisis racial desde 2003. Otra de las medidas más significativa es lo que el mismo al Bashir ha denominado una actitud equidistante respecto a todos los partidos políticos por parte de la presidencia de la república, un hecho insólito ya que demuestra que el presidente nunca ha sido de todos sino de parte, la oposición ha recibido el anuncio con enorme escepticismo lo que no es de extrañar en absoluto. Frente a ello el mandatario ha recibido duras críticas por parte de muchos integrantes del partido gobernante ya que según ellos dicho gesto debilita enormemente la posición del propio al Bashir y con él la del propio partido cuyos integrantes hasta ahora han gozado de un enorme poder.

Los movimientos internacionales del régimen tampoco auguran un devenir mejor. A la desesperada al Bashir ha iniciado una ofensiva en todas direcciones: apenas unos días después del inicio de las manifestaciones, Omar al Bashir realizó una visita sorpresa, que apenas duró horas, a Damasco siendo así el primer mandatario árabe en efectuar una visita a la capital siria desde el inicio de las movilizaciones y que más tarde se convertiría en una dramática guerra civil, hecho que se podría interpretar como un claro acercamiento a la Rusia de Putin. El día 22 de febrero el día en que se dirigió al pueblo para anunciar el estado de emergencia recibía el enviado especial del Emir de Qatar, hay que recordar que el emirato ha entrado desde junio de 2017 en una confrontación directa con Arabia Saudita costándole un embargo por parte del rey Salman y sus aliados en la región, una maniobra cuya única explicación son las posibles ayuda financiera que Doha puede ofrecer a Jartum. Por otro lado se sabe que Egipto ya ha iniciado movimiento con el objetivo de intentar convencer a sus aliados en la región de la necesidad de la permanencia de Omar al Bashir al frente del régimen al menos durante periodo de transición. No podemos olvidar tampoco que Sudán ya participa en la guerra de Yemen junto a Arabia Saudita, además de un acuerdo con Ankara para la gestión de la isla de Suakin en el Mar Rojo lo que a todas luces es un primer paso para una futura base militar de Ankara en la región. Las grandes potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU no parecen estar dispuestas a consensuar una decisión otorgándole así un estimable balón de oxigeno al régimen de Jartum, todas esas medidas no hacen más que asfixiar los deseos del pueblo sudanés y alargar la agonía del país.

Jimmy Carter el ex presidente estadounidense declaró una vez que “el gran obstáculo para alcanzar la paz en Sudán es precisamente las políticas de Washington”. Al Bashir ha iniciado una estrategia suicida que consiste en explotar las contradicciones de las grandes potencias, el mandatario sudanés parece no haber aprendido la lección, no parece haberse dado cuenta aún de que cada vez que fuerzas externas intervienen en los asuntos de su país la situación no mejora, más bien todo lo contrario. Es posible que las maniobras tanto internas como externas de al Bashir puedan funcionar durante un tiempo, de lo que no hay duda es del futuro sombrío que le espera al pueblo sudanés. La historia reciente de Sudan y de otros países de la región así lo demuestra. De lo que no hay duda tampoco es que en el mundo en que vivimos cada vez que un pueblo se levanta para defender su libertad hay quien se empeña en enterrar sus anhelos. Sudán el país que hasta hace poco era el candidato a ser la huerta de la región hoy no es capaz de alimentar a su propia gente.

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