Tambien en salud se cumple el dicho de ‘a perro flaco todo son pulgas’

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Protesta de representantes de la Plataforma en Defensa del Estado de bienestar ante el Ministerio de Sanidad. / ccoo.es

Los cristianos lo llaman “pagar justos por pecadores”. Y esto es lo que va a suceder en España con los recortes sanitarios. Hoy toca darle el hachazo a los pobres inmigrantes sin papeles; sí, pobres. ¡Los pobres!

Pobres porque, además de estar indocumentados (inexistentes como ciudadano), se les van a negar también los cuidados medico sanitarios que hasta ahora recibían con normalidad cuando los necesitaban. Las deudas ahogan, dice el PP, y a éstos les va a tocar pagar el pato. Entre otras razones, porque infinidad de europeos (éstos, sí, legales y honrados ciudadanos) listillos ellos, han estado viniendo a gozar (es un decir) de las bondades de nuestros centros de salud y hospitales, abusando, además, de la magnanimidad y grandeur de los muy quijotescos españoles, que creímos que ya nunca más tendríamos que palparnos el bolsillo porque jamás se nos acabaría el dinero.

Cierto es, además, que muchísimos de los inmigrantes instalados aquí han hecho lo propio —lo mismo que nuestros convecinos europeos— han ‘corrido la voz’ de que ‘por aquí todo era gratis’, y, como las moscas a la miel, han acudido de todos los rincones del mundo amigos y familiares (abuelos y abuelas, padres y madres, hermanos y hermanas, y hasta tíos) a España para operarse o para cualquier otro apaño sanitario, dado que nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) rebosa de recursos y generosidad por todas partes.

Personas que nada tenían que ver con España han sido atendidas aquí con costosos tratamientos o de graves operaciones, completamente gratis. Que es un rasgo que nos honra, de acuerdo. Qué es altruista y además ayuda a mejorar este mundo, también de acuerdo. Pero, gratis, gratis, todo, como venía sucediendo, ha terminado por acogotar la gallina de los huevos de oro y dejarla sin plumas.

Y no es cuento lo que digo. Dispongo de información de primera mano. Un familiar muy cercano estuvo bajo los cuidados, durante algo más de un año, de una señora rusa (que ya tenía “sus papeles” entones) que, según fue contando, se vino de Rusia cuando le diagnosticaron una leucemia. Tenía aquí una hija que había llegado... no sé sabe como, y aprovechó tal circunstancia para venir a operarse, y aquí está siguiendo el tratamiento. Esto fue hace seis años, recuerdo, y la tal dama rusa, afortunadamente, ¡y cómo me alegro por ella!, aquí sigue gozando de los pertinentes cuidados médicos y de muy buena salud, según las últimas noticias que tengo. Y conozco también a un neurocirujano brillante, del que sólo diré su nombre de pila, Ángel, que un día se quejaba con cierto desánimo de la “cantidad” de personas sudamericanas que pasaban por el servicio de neurocirugía y otros servicios del hospital en el que trabaja, sin más vínculo con España que ese billete de avión que le había enviado algún familiar para que viniese a operarse. Pues, lo primero que le habían hecho saber desde España, contaba él que alguno de estos enfermos contaba, era que “aquí se opera a todo el mundo gratis; veniros para acá mamá, papá...”

En fin, ahora la ministra Ana Mato acaba de anunciar que esto va a acabarse. Es lo que pasa cuando se nos va la mano y repartimos café para todos. Café..., que luego nos damos cuenta, sólo hay para algunos. ¿Y quién va a quedarse sin café, es decir, sin asistencia sanitaria? Pues se quedarán los más débiles, los que no tienen recursos ni cultura ni medios para acercarse a dónde se despacha (la salud), es decir, los inmigrantes que no tienen los papeles en regla, o que no disponen de un domicilio fiscal que acredite que pagan aquí sus impuestos, aunque sí estén empadronados.

Se calcula que estos ‘ilegales’ son medio millón por lo menos, y que si se les suman los más de 700.000 europeos que, según la ministra, se pasan cada año por nuestros hospitales para hacerse un apaño —quitándoselos el Estado de en medio con un decretazo como acaba de aprobarse—, el ahorro para el Ministerio de Sanidad y las consejerías de Salud de las comunidades autónomas va a suponer un buen pellizco. Es lo que piensa el Ministerio, pero la realidad dice otra cosa; porque, según diversas encuestas, una de las últimas de junio pasado, la población inmigrante acude menos a los centros de salud que los españoles; así de claro. O sea, que no abusan. Y también solicitan menos pruebas médicas. Es decir, que es más el ruido y las ganas de fastidiar del Gobierno que lo que realmente va a ahorrarse dejándoles desprotegidos.

En cualquier caso, y para que los interesados estén informados al menos, esta es más o menos la propuesta del Gobierno a fin de fastidiarles del todo: Los extranjeros que no residan legalmente en España sólo podrán acceder a las urgencias (¡el auxilio, en un momento de apuro, no se le negará todavía a nadie!, pero todo se andará), a la maternidad y, sí, también podrán recibir cuidados sus niños. Eso es todo. El resto de los cuidados sólo van a recibirlos si pueden pagárselos.

El Gobierno va a reformar la Ley de Extranjería lo antes posible para que esto se cumpla. La tarjeta sanitaria, pues, sólo la obtendrán quienes residan, trabajen y paguen en España sus impuestos. Queda dicho. Lo que no queda dicho ni claro es qué va a pasar con todos aquellos —que son miles también—, que ya cuentan con tarjeta sanitaria aunque siguen siendo residentes irregulares, es decir, que no tienen papeles ni ‘acreditación de ciudadanos’. Bueno, esto ya se verá; pero seguro que el Gobierno hará algún milagro (¡de esos que sólo fastidian!, supongo) para resolverlo.

1 Comment
  1. Y más says

    El turismo sanitario de europeos ricos es sabido. Ingleses fumadores, por ejemplo, a los que ya advirtieron en su país que no serían atendidos por insistir en el vicio, acuden a España, Málaga, concretamente. Y el marido albanokosovar de una asistenta que tuve se arregló la boca «gratis» -para él, se entiende- y se volvió pa su país después, todo apañadito. Y así, un millón. Arreglando el mundo.

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