Garoña: la sorpresa será que el Consejo de Seguridad Nuclear mantenga que se cierre

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Vista aérea de la central nuclear de Garoña (Burgos). / Efe

El lobby nuclear con Ignacio Sánchez Galán, consejero delegado de Iberdrola, a la cabeza presiona hasta el límite de sus fuerzas para conseguir la prolongación de la vida útil de la central de Santa María de Garoña (Burgos) más allá del tope inicial de 40 años previsto anteriormente. El objetivo a alcanzar significa la posibilidad de continuar con el funcionamiento sin traba temporal las otras cinco centrales nucleares españolas: Almaraz (dos reactores), Ascó, Cofrentes, Trillo y Vandellós. Todas son propiedad de Endesa e Iberdrola con distintos porcentajes y produjeron el 22% del mix energético estatal en 2012. El futuro nuclear de España está en juego.

Visto lo visto, parece meridianamente dudoso que el Consejo de Seguridad Nuclear vaya a cerrar definitivamente la central de Garoña, como debía hacerse el próximo día 6 de julio hasta que una nueva norma aprobada por el gobierno de Mariano Rajoy, en junio del año pasado, flexibilizó el máximo obligatorio de 40 años de vida útil para las nucleares españolas. Que lo hiciera, constituiría una buena sorpresa tras las presiones descaradas de las empresas propietarias de Nuclenor (Endesa e Iberdrola al 50%), operadora de la central burgalesa, sumadas a la aquiescencia oficial expresada por el ministro de Industria, José Manuel Soria.

Galán ha multiplicado esfuerzos recientemente para conseguir sus objetivos. Ha llegado a amenazar veladamente con desinvertir en España y Europa porque Estados Unidos ofrece, según él, más ventajas para las compañías productoras de electricidad. Según se deduce de sus palabras, pronunciadas al otro lado del Atlántico, la necesidad de un cambio de estrategia energética viene impuesta por un “crecimiento desproporcionado de tecnologías inmaduras”, es decir, los altos costes, según él y sus corifeos, de la producción de energía solar.

El mandamás de Iberdrola opina que Garoña es “eficiente, segura" y está en "perfectas condiciones". Y según él, eso ha sido “reconocido” hasta por el CSN. Soria dijo ayer martes 21 en la Comisión de Industria del Congreso que el Gobierno “no tiene prejuicio ideológico” sobre Garoña y que, si la seguridad es considerada correcta por el CSN, hará lo que el organismo nuclear determine.

El CSN juega al gato y al ratón. Se reunió el lunes para decidir sobre la prolongación de Garoña por un máximo de otros seis años. Pospuso la decisión para una nueva reunión celebrada el miércoles durante ocho largas horas. No hubo acuerdo y sí mucha polémica. Una escueta nota en la página web del organismo así lo decía: "El Pleno del CSN ha continuado deliberando sobre la situación de la central nuclear Santa María de Garoña y ha suspendido su sesión de hoy, que continuará mañana jueves 23 de mayo, por la tarde".

Se trata de utilizar el resquicio que abrió la norma arbitrariamente aprobada por el Gobierno del PP en junio del año pasado. Pero debe haber resistencias internas porque, de momento, las presiones externas no han surtido efecto. En la apertura de esa grieta colaboraron activamente el Partido Popular y Convergencia y Unión. Entre ambos partidos tienen abrumadora mayoría pronuclear en el CSN, sumando al presidente del organismo ––ex secretario de Estado de Energía en el Ministerio de Industria–– Fernando Martí Scharffausen; a la vicepresidente, Rosario Velasco García (ex diputada PSOE); al vocal Fernando Vicente Castelló Boronat (PP); y a Antoni Gurguí Ferrer (CiU). Solamente la vocal por el PSOE, la exministra de Medio Ambiente Cristina Narbona, tiene una postura claramente crítica sobre el mantenimiento de Garoña.

El Consejo decide, sí. Aunque darle la vuelta a la norma para entrar por el aro que quieren Endesa e Iberdrola va a ser algo difícilmente explicable. Porque resulta que incluso la solicitud de prórroga fue hecha fuera de plazo por Nuclenor (Iberdrola y Endesa), pues debía haber sido cursada antes del 6 de septiembre de 2012 y fue hecha sorprendentemente hace una semana después de meses de “trilerismo financiero” por parte de Nuclenor permitido sin problemas por el ministro Soria. Con esos precedentes y con la correlación de fuerzas existente en el CSN, la sorpresa de que el Gobierno obligue a cerrar Garoña sería más bien un milagro del cielo. Cosa improbable. Me alegraría equivocarme. La solución, supuestamente, mañana.

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