La visita de Rajoy a Fukushima es muy coherente con su política medioambiental

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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a la derecha, en el momento de su llegada, ayer, a Fukushima. / Diego Crespo (Efe)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a la derecha, en el momento de su llegada, ayer, a Fukushima. / D. Crespo (Efe)

Nada más coherente con la labor de Gobierno que desarrolla Mariano Rajoy que visitar Fukushima. Desde que está al mando, el país ha visto un continuado intento por su parte –delegadamente, a través de ministros y funcionarios varios– para perpetuar la energía nuclear como parte inamovible de las necesidades españolas. Sus delegados protagonizaron el esperpento de la última esperanza entregada a las grandes eléctricas para que no renuncien a su objetivo de que la central de Santa María de Garoña vuelva a funcionar.

Como en todo lo demás, los representantes del primer gobernante occidental y del mundo mundial que visita Fukushima –“desde la fuga provocada por el tsunami”, Efe dixit– han utilizado triquiñuelas, relecturas de la legalidad vigente, letras pequeñas y notas al margen para conseguir sus objetivos.

La vuelta de Rajoy por el lugar del mayor desastre nuclear después de Chernóbil va a servir, sin duda, para que las opciones de Iberdrola y Endesa de reflotar Garoña aumenten. El razonamiento es simple, pero no por ello menos realista. La vasija del reactor de la central burgalesa es del mismo tipo que las de Fukushima, que tantos peligrosos problemas están causando después del maremoto que asoló la zona hace dos años y medio. Si el presidente va, quiere decirse que el lugar no es mayormente peligroso. Luego el mensaje a transmitir es, obviamente, que hilillos de plastilina a la mar y reábrase Garoña, por favor.

A nuestro mandatario, dispuesto a vender su alma económica al diablo nuclear, no se le ha ocurrido nada mejor que, para satisfacer a sus anfitriones japoneses y convencerlos de que inviertan más en España, pasarse por Fukushima y expresar su preocupación, solidaridad y convencimiento de que todo estará solucionado pronto. Después, la cabra bajará del taburete y él pasará el platillo.

Este es el remate del disparatado rumbo medioambiental que ha marcado en menos de dos años el ejecutivo del presidente. Costas, fracking, parques y renovables. Los cuatro temas forman el póquer ambiental de ases que quien nos gobierna se ha ido sacando uno tras otro de la manga.

Con la Ley de Costas amnistió arbitrariamente lo que le vino en gana como cortina de humo para ocultar que, en realidad, el objetivo era desproteger las riberas españolas reduciendo la franja de protección a su mínima expresión: de 100 a 20 metros. Con la nueva norma de parques nacionales se autorizan actividades turísticas, cinegéticas y empresariales hasta ahora prohibidas en esos sancta santorum de la biodiversidad. Dos méritos del ministro Arias Cañete.

La gestión del edecán energético del presidente, José Manuel Soria, sobre renovables ha corregido y aumentado la política de acoso y derribo del gobierno anterior sin contentar a los señores de la luz, que han subido a los pequeños consumidores el recibo cuatro veces en lo que va de año (el 3% en enero; el 1,2% en julio; otro 3,2% en agosto; y ahora, en octubre el, 3,1%) y bajado una (el 6%) en abril. Al tiempo, la “acción de gobierno” lleva camino de cargarse la que era floreciente industria solar fotovoltaica, dinamitando el autoconsumo y poniendo todas las bazas en manos de los de siempre: las eléctricas.

El cuarto as, el fracking, hace sentirse cual niño con zapatos nuevos a sus promotores a pesar de las protestas. Según ellos, en Estados Unidos es tremendamente exitoso. Hay dudas. Aquí parece que no reparan en que muchas zonas donde se pretende explorar coinciden con entornos montañosos naturales de alto valor ecológico –la cornisa cantábrica, por ejemplo– o con acuíferos cercanos a parques naturales: los alrededores de Doñana.

El remate de todo esto es, pues, la visita de Rajoy a Fukushima, muy en la línea de la política antimedioambiental de su Gobierno. Habría que recordarle al dirigente popular que su admirada Angela Merkel, tan conservadora ella, adelantó la entrada en vigor de la moratoria nuclear en Alemania precisamente a raíz del desastre en la central nuclear de Fukushima. Deberíamos desear que el presidente del Gobierno español fuera en esto tan sumiso a la canciller alemana como en otros muchos temas de economía y política europeas. Metería menos la pata.

2 Comments
  1. comegaviotas says

    ……son como pequeñas gotas de plastilina…….

  2. Joe says

    Ha cometido el error de no bañarse en las aguas de Fukusima por eso no se puede creer ¡jejeje!

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