El informe ‘Planeta Vivo’ de WWF reitera la alarma ante el avance del cambio climático

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Imagen de la marcha 'Inundemos Wall Street', celebrada en Nueva York coincidiendo con la Cumbre del Clima, para protestar por el papel de las grandes corporaciones en el Cambio Climático. / Justin Lane (Efe)

Parece que mejor nos iría bajo una monarquía de esas de las antiguas, o sea absolutista. Sería, posiblemente, la única forma de que los bienpensantes y bienintencionados deseos del nuevo monarca español encontraran eco ––o fueran realizados ineluctablemente–– por quienes gobiernan. Pero como no es así, las palabras del rey Felipe de Borbón no pasan de ser eso que los anglos llaman “wishful thinking”, una mera ilusión. Tanto como los deseos expresados por el mismísimo secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, sobre la necesidad de combatir con medidas efectivas el cambio climático.

A uno y a otro los toman por el pito del sereno quienes en verdad detentan el poder decisorio sobre la adopción de medidas para disminuir los efectos devastadores que sobre la biodiversidad está teniendo, especialmente, el crecimiento del uso de combustibles fósiles que se da en todo el planeta. Aunque en la reciente reunión de Nueva York se haya proclamado la necesidad de “medidas contundentes” al respecto. Lo que nos sitúa, una vez más, ante la evidencia de la inutilidad de semejantes dignatarios no electos democráticamente cuyos supuestos brazos ejecutivos se pasan por el arco del triunfo sus recomendaciones.

Pero esa es otra cuestión que, por ir a lo que íbamos, queda difuminada ante esa otra verdad palmaria de que, a pesar de las muchas cumbres del clima y muchas convenciones de la ONU sobre el mismo tema, vamos para atrás como los cangrejos. Así lo vuelve a poner más claro que el agua el Informe Planeta Vivo 2014 (IPV/14) presentado el martes por World Wildlife Fund (WWF), subtitulado con la pregunta “¿Cómo está la salud del Planeta?”.

Mal. Muy mal. Y empeorando, a juzgar por los datos que facilita el IPV/14. A saber y resumiendo: las poblaciones de especies han sufrido un descenso del 52% en los últimos 40 años; la huella ecológica ha aumentado más del doble en los últimos 50 años; más de la mitad de ella se debe a la emisión de CO2 por el uso de combustibles fósiles; al ritmo actual, necesitaríamos 1,5 planetas para producir los recursos necesarios para compensarla. Los diez países de mayor huella per cápita son: Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Dinamarca, Bélgica, Trinidad y Tobago, Singapur, EEUU, Bahréin y Suecia. España es el número 40, pero si todo el mundo viviera como un ciudadano español medio, la humanidad necesitaría 2,3 planetas para satisfacer la demanda de recursos.

Aunque aporta datos hasta ahora no conocidos, lo que dice WWF no es totalmente nuevo. El IPCC de la ONU (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) ya anticipó (páginas 3, 4 y 5) recientemente por dónde irán los resultados de su próximo Informe de Síntesis que estará acabado el 31 de octubre próximo. Coincidían grosso modo con lo ahora expuesto en el IPV/14.

Las consecuencias y conclusiones parecen claras para todo el mundo menos para quienes gobiernan el mundo. El caso español, todo hay que decirlo, es paradigmático de lo mal que se están haciendo las cosas. La contrarreforma general emprendida por el Partido Popular a partir de 2011 ––y torpemente ejecutada por el ahora comisario europeo Arias Cañete–– ha tenido especial incidencia. Falta espacio para enumerar todas las nuevas normas aprobadas por el Gobierno de Mariano Rajoy que nos hacen retroceder en la lucha contra el cambio climático: costas, fracking, parques nacionales, prospecciones petrolíferas, recorte de primas a las renovables, etcétera, etcétera, etcétera...

Aún así, la nueva ministra de Agricultura y de (a su pesar) Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, se permite el lujo de presumir del liderazgo europeo en la lucha contra el cambio climático  y de las políticas futuras de su gobierno. Muy en la línea de Felipe VI, Ban Ki Moon y la mayoría de gobiernos, sobre cuyas políticas siguen pesando más los intereses de los grandes conglomerados empresariales energéticos que los intereses a medio plazo de los ciudadanos y del planeta que habitan. El nuevo jefe del Estado español podría haber empezado por intentar que se aplicara el cuento en su propia casa, antes de andar por ahí lanzando mensajes buenistas sin efectividad ni resultado real, nunca mejor dicho. El Informe Planeta Vivo de WWF ofrece suficientes datos para superar de una vez el nivel de las lágrimas de cocodrilo.

Presentación completa del informe de WWF a partir del minuto 23:22. / wwftv (YouTube)
3 Comments
  1. Heber Rizzo says

    El término «cambio climático» es una falacia propagandística pergeñada por los creyentes en la conjetura del «calentamiento global antropogénico», que cambiaron el nombre de su postura cuando las temperaturas globales dejaron de ascender.
    En realidad, el cambio es la condición natural del clima, y ha venido siéndolo a todo lo largo de los 4500 millones de años de la historia de nuestro planeta. El clima cambia, sí, y siempre por causas naturales.
    Hace ya 18 años que las temperaturas globales no aumentan (y, de hecho, vienen descendiendo ligeramente desde 2001) pese a que los niveles de CO2 atmosférico continuan aumentando, creciendo un 20% desde el inicio del «parón».
    De paso, el CO2 es incoloro e inodoro, pese a la fraudulenta propaganda que insiste en mostrar columnas de humo o vapor cuando lo mencionan.
    Y por último, WWF es un organismo activista, no científico, y no aporta ningún dato científico real para sus predicciones, algo común a todos los grupos activistas que desde hace muchísimos años nos vienen augurando catástrofes que nunca se cumplen. Su agenda es política, no científica y ni siquiera ecologista.
    Como lo demuestran las pancartas de su última «marcha por el clima» lo que buscan es eliminar la riqueza y la tecnología de nuestra sociedad e imponer su propia doctrina político-económica.

  2. pepelu209 says

    Claro, claro, y eso te lo ha dicho el primo de Mari Ano, ¿no?

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