LAS IZQUIERDAS

Las izquierdas hechas añicos

  • "La ruptura de Adelante Andalucía lleva a un replanteamiento de las izquierdas de ahora en adelante, un nuevo ciclo"
  • "Unidas Podemos ha llegado a las cotas más altas de poder institucional, pero su espacio electoral se encuentra en evidente declive"
  • "Se ha dejado, por todas las partes, de lado aquella semilla que hizo resurgir con fuerza el “espacio del cambio”: la movilización popular"

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Las izquierdas se hacen añicos, como cuando un espejo se descuelga y cae al suelo. Cuidado que cortan. Cada trozo, un pequeño espejo que, desde su menguante condición, intenta reflejar el mundo, pero con una perspectiva más reducida y específica. Esta semana, la expulsión de Teresa Rodríguez y otros diputados de Anticapitalistas del grupo parlamentario Adelante Andalucía supone, quizás ahora sí, la ruptura definitiva de aquel sujeto político que se fue conformando en los años 2014 y 2015 y que se hizo llamar “el espacio del cambio”. Ahora sí, queda perfectamente dibujada la línea que separa un cambio de ciclo.

Más allá de los motivos intrínsecos del final (todavía queda la batalla en los tribunales por el nombre y la marca, por las asignaciones del grupo parlamentario, la pasta, etc.) de Adelante Andalucía, la batalla por el relato desplegada después, y todavía sigue, por las partes en redes sociales y medios de comunicación indica que es una decisión meditada, estratégica y estructural, que lleva a un replanteamiento de las izquierdas de ahora en adelante, un nuevo ciclo.

La disputa política y estratégica se entiende desde varios parámetros. Por un lado, hay que incidir en la actual situación de Unidas Podemos: mientras ha llegado a las cotas más altas de poder institucional en sus escasos seis años de existencia con unos u otros nombres (una vicepresidencia y cuatro ministerios en el Gobierno del Estado), su espacio electoral se encuentra en evidente declive. La debacle gallega y vasca de este verano así indica, después de un mayo de 2019 que le llevó a unas autonómicas en las que la representación en los parlamentos regionales cayó en picado y buena parte de los ayuntamientos del cambio (el tridente gallego, Zaragoza o la joya de la corona, Madrid…) se perdieron. Honrosas excepciones: Cádiz, València, como plaza fuerte de Compromís, y la Barcelona de Ada Colau, Manuel Valls mediante.

Así, la alianza entre el actual núcleo duro  dirigente de Podemos y el PCE (IU mediante) ha evidenciado su estrategia en diferentes declaraciones de sus dirigentes en los últimos meses. La apuesta, como valor último, de la defensa del Gobierno de coalición frente a los embistes de las derechas y ultraderechas para derrocarlo durante la pandemia o las últimas acusaciones a Rodríguez de querer formar en Andalucía “un partido nacionalista” pueden indicar el camino de hacia dónde se dirige el espacio. Y es que la cuestión territorial entra en el debate de las izquierdas en un momento en el que esta crisis también tiene distintas vertientes: los crónicos conflictos en Catalunya, Euskadi y, en menor medida, Galicia, por un lado; el centralismo madrileño, con consecuencias como la España Vaciada, por otro.

La compleja vertebración territorial del Estado hace peligrosas las acusaciones de nacionalistas, pues frente al nacionalismo periférico siempre se sitúa un nacionalismo español que, muchas veces, por costumbre, puede pasar desapercibido. Este conflicto territorial, que irrumpe en las izquierdas, no se limita al caso andaluz, que ha llegado a su cúspide en los últimos días. Lo vimos también (con peculiaridades propias y diferenciadas) en Galicia, en el País Valencià (la falta de entendimiento con Compromís se plasmó tras las elecciones generales de 2016) o en Catalunya (el conflicto entre IU y EUiA o PCE y Comunistes, ahora en coalición con ERC).

Al mismo tiempo, la última hornada de resultados electorales han mostrado otra tendencia: el regreso de voto del otrora “espacio del cambio” a fuerzas soberanistas e independentistas. Veremos qué pasa en febrero, si la pandemia permite la celebración de comicios, en Catalunya. En Euskadi, EH Bildu sube como la espuma. En Galicia, el BNG es segunda fuerza, líder de la oposición en el Pazo do Hórreo, mientras Galicia En Común desaparecía del mismo.

Sin embargo, Unidas Podemos, así es en el Congreso, ha conseguido construir las bases de unas alianzas parlamentarias con las fuerzas soberanistas catalanas, vascas y gallegas, las cuales se ven en el día a día y son indispensables para sostener al Gobierno de coalición (aunque pese a buena parte del PSOE) y cuya principal expresión, en la actual coyuntura política, sería la construcción de una mayoría parlamentaria que dé salida al proyecto de Presupuestos Generales del Estado para el 2021 y, en el medio-largo plazo, la construcción de un “bloque histórico” o “dirección de Estado” (en palabras del propio Pablo Iglesias) que se dirija un modelo de Estado más federal con mirada puesta en la plurinacionalidad.

Esto choca en dos zonas concretas: Andalucía y Madrid, sin las cuales ni en su momento el PCE, ni después IU, ni ahora Unidas Podemos tendrían fortaleza suficiente para ser proyecto propio. Por eso, podría ser, la batalla dialéctica en el seno de las izquierdas andaluzas se prevé larga. Por eso, también quizás, la de Madrid, donde lidera la oposición Más Madrid, generada en torno a la figura de Íñigo Errejón, tenga también largo recorrido. Rodríguez y Errejón han sido las marchas y rupturas más dolorosas, hasta ahora, en el seno de Podemos.

Llama la atención cómo, en los últimos días, tanto Rodríguez (y los suyos) como Errejón (y los suyos) han querido evidenciar una proximidad ante la expulsión de los primeros del grupo de Adelante Andalucía. Recuérdese que estas fuerzas ya comparten grupo parlamentario en el Senado, un grupo de carácter confederal.

La otra pata del conflicto está en cómo se sitúan las izquierdas en relación al Gobierno de coalición. Si Unidas Podemos, evidentemente, cierra filas a favor de la alianza con el PSOE, como no podría ser de otra manera, poco a poco se podría construir una oposición de izquierdas (más allá de independentistas) al mismo. La importancia de que, en plena crisis total (sanitaria, económica, social, territorial, institucional…), las medidas del Gobierno sean percibidas como positivas por la ciudadanía es vital para Unidas Podemos, que, ahora mismo, basan su acción política en su trabajo desde el Consejo de Ministros.Y he aquí una de las fuerzas matrices que históricamente (II República, oposición a la dictadura, Transición, aparición de Podemos recogiendo el descontento del 15M contra el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero…) siempre ha estado en conflicto: la relación entre el PSOE y lo que se sitúa a su izquierda.

Ahora, desde el entorno de Unidas Podemos (en concreto IU), advierten de que las coaliciones con los socialistas, si bien no en el Gobierno del Estado y sí en otros niveles administrativos, han sido parte constante de su estrategia política, y es cierto. Todos los actores políticos del último conflicto andaluz reconocen, como motivo cardinal de la ruptura, las posibles alianzas con el PSOE. Anticapitalistas se niega a compartir gobierno con los socialistas. De hecho, formó parte de Podemos desde su fundación hasta la materialización del Gobierno de coalición, no sin tensiones previas en otros momentos: el cogobierno PSOE-Podemos en Castilla-La Mancha o el municipal barcelonés (Barcelona En Comú-PSC).

Lo que siempre ha unido, desde la aparición del “espacio del cambio” hasta hoy, a todas las partes es el gusto por las peleas cainitas a viva voz, en la plaza del pueblo que son las redes sociales y en los platós de televisión. Así como la focalización de los responsables de organización de todas estas fuerzas políticas en la acción electoral (cuotas en listas electorales) y reparto de poder institucional.

Es decir, se ha dejado, por todas las partes, de lado aquella semilla que hizo resurgir con fuerza el “espacio del cambio”: la movilización popular y la presencia en las calles (15M, huelgas generales, Marchas de la Dignidad, Rodea el Congreso…). Ni Anticapitalistas (“Luchar, crear, poder popular”), ni IU (“movimiento político y social”), ni Podemos (“un pie en las instituciones y mil en las calles”), ni Errejón (“dejar sembradas instituciones populares”) lo han logrado.

Hoy, vemos cómo nuevas y extrañas alianzas sociales (ultras de fútbol, ultraderecha, nuevos indignados, negacionistas de la pandemia...) confluyen, bajo el grito de "libertad" en las calles de distintas ciudades de Europa y más allá, también del Estado, como Barcelona y, más doloroso para la izquierda española, Gamonal (Burgos), en contra de las restricciones ideadas para frenar la pandemia de covid-19. Seguimos viendo a las izquierdas peleándose en público. Rompiéndose en añicos.

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5 Comments
  1. José María Lafora says

    Las luchas cainitas entre las distintas sensibilidades de la izquierda española son consecuencia de múltiples factores. Destaca, por su importancia, el abandono de la calle para, en su lugar, llevar la permanente gresca a las redes y a los platós, al tiempo de pretender que la acción institucional ejerza de motor de cambios. Ambas se están mostrando como estrategias equivocadas como lo demuestran dos fenómenos incuestionables: 1/ Las izquierdas independentistas republicanas afianzan su proyecto y su apoyo social y 2/ La ultraderecha está ganando la batalla de la confusión y de la indignación sin hacer nada, sólo por inoperatividad e incompetencia de la izquierda. Para mí, existe un terreno común que muy bien podría consolidarse como estrategia acertada de cara a recuperar valores comunes y acción común: LA REPÚBLICA FEDERAL. Las izquierdas están (estamos) siendo extremadamente cobardes ante este desafío. Defender la consecución de la República es trabajar por los valores del republicanismo que pueden y deben aglutinar las energías de sectores ideológicos diversos y servir de ariete para derrumbar las viejas estructuras que impiden la modernidad y el progreso.

    1. minimal says

      Jamás se ha visto detener una metástasis y parar un cáncer con placebo (P$0€/UP)…
      En un erial yermo sólo puede sembrar el fascismo.

  2. Florentino says

    … Los desencuentros entre la izquierda, de verdad que han existido, existen y existirán. Son actitudes personales, que «cuajan» en ciertos partidos donde habita la libertad. No lo verás amigo Sato en las «siglas ultras», porqué los mismos medios y el «poder económico que los sustentan… ¡ pasan página !. Una medida, bien medida. En el PP que antes fué UCD y que el Ministro de Franco Fraga desde Alianza Popular reconvirtió el «franquismo» con «otros nombres», pero todos sabemos de donde salen semejantes personajes, los ladrones del bien público, depredadores del bien común, xenófobos, racistas, intransigentes con las libertades… ¡ pero no les dedican las páginas en los «sucesos» en ciertos medios, claro esos usan la bandera «con y sin» el pollo… y dentro de los cuerpos policiales, hay grandes vetas de complicidad, connivencia y no interesa «meneallo» ¿enmendarlo ?, eso ¡ ni soñar !. El activismo «ultra» es de los «nuestros»… los otros son «rojos» y quieren destruir lo conquistado por la «barbarie».
    Sato, dejemos a los «esquiroles» hacer su trabajo a cara descubierta; en parte ya consiguieron demoler a Podemos y ahora se busca dar pábulo a la línea, corriente «anticapitalista», que forma parte de «otra izquierda» más dura en los planteamientos. Que algún día, pueden «converger» y deben de hacerlo sin miramientos. La política del fango, no nos interesa a los más débiles; es dar cancha a la «brutalidad anónima», para que ellos puedan asentar su mensaje de «odio».
    No nos engañan, sabemos de donde vienen, que han representado, como viven y de quién…
    Es más deseable una «izquierda desunida», que luche por unos valores y en favor de tantos necesitados, que esperamos una respuesta de limpieza democrática, en un Estado que «supura» Franquismo por todos los «poderes»… ¡estando enquistados en los mismos !.
    A la izquierda dejarla en paz, solo buscan «dividirla más… ¡ para que sean los mismos y sus ideas las que nos echen la cal en la fosa !. Otra crónica sería más creíble Sato.
    Kierke Jaard: «La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero para ser vivida mirando hacia adelante».

  3. Mig says

    Si, hombre, Kierke García.
    El nivel.

  4. Miguel says

    Puede descender de su » nivel……….» y tomar pista para aterrizar ya su » Mig » que resulta ser un » ovni» sin brújula .

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