Un día en el campo, de batalla

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La misma semana que el nuevo régimen de Iraq cuelga democráticamente en la horca a un ex ministro de Defensa e Interior, Alí Hasan al Mayid, conocido como “Alí, el químico”, entre otras cosas por su crueldad con los Kurdos -sólo recordados en estas ocasiones interesadas- se estrena en España una película sobre la guerra de Iraq producida en 2008, casualmente cuando que este primo “gaseoso” de Sadam Hussein conoció su condena.

Las cosas siguen yendo mal en el país de las mil y una noches, pues las bombas siguen tornando cada amanecer los sueños en pesadillas –esta semana han muerto destripadas medio centenar de personas en Bagdad-, a pesar de que la agenda política internacional, y por consiguiente el objetivo de los medios y agencias, sea ahora Afganistán. Por tanto la distribuidora ha elegido buen momento para estrenar la película.

En tierra hostil presenta casi en forma de reportaje periodístico: cámara al hombro, planos cercanos, a veces subjetivos, y movimientos en apariencia poco planificados para dar sensación de realismo y autenticidad, el trabajo de un grupo de artificieros estadounidenses durante la guerra de Iraq. Y parece ser -suponemos que gracias al guionista, Mark Boal, un periodista que vivió un tiempo empotrado en una unidad similar- que la película se acerca bastante a lo que puede ser la vida de estos soldados especialistas en una ciudad sitiada por la guerra, donde la muerte espera cada minuto tras un cable del color equivocado, un destello en un balcón o la sonrisa de un transeúnte.

Con el reclamo en el cartel de algunos actores de renombre, como Ralph Fiennes o Guy Pearce, quienes tienen breves apariciones, la directora ha elegido intérpretes de segunda para los papeles principales, entre los que destaca Jeremy Renner (28 semanas después, En tierra de hombres, El fin de la inocencia…) encarnando al personaje protagonista del sargento James con decisión, fuerza y verdad, al estilo del primer Russell Crowe.

Unas secuencias llenas de tensión, un habilidoso montaje y la espléndida fotografía de  Barry Ackroyd, que ya logró grabar todo un largometraje dentro de un avión, United 93, hacen que esta película de género bélico de dos horas pase tan rápido como el sonido de una explosión.

Un fotograma de "En tierra hostil"

Kathryn Bigelow, vieja conocida de Hollywood, donde ha hecho cosas interesantes (Días extraños) y alguna que otra “taquillada” fatua (K-19 o El peso del agua), ha firmado en esta ocasión una película correcta y entretenida formada por una suma de secuencias emocionantes e intensas unidas por un hilo conductor demasiado fino.

Ya sabemos que en las guerras las justificaciones son innecesarias y los sentimientos fugaces, porque duelen demasiado entre tanta muerte, pero no nos convence la decisión de Bigelow de pasar de puntillas sobre ambos aspectos para enseñarnos solo un lado de la guerra, el frente.

Porque el problema es que en este tipo de películas es muy difícil la objetividad, debe haber una tesis, una cierta postura moral del realizador ante el conflicto presentado. Y aquí no la encontramos ni debajo de la chatarra. No nos vale la declaración del principio, “la guerra es una droga”, ni la secuencia final, “sólo sé hacer esto”. Son demasiado simples. Si fuese así habríamos perdido dos horas contemplando fuegos artificiales. Eso sí, con mucha tensión y realismo, como los de la Pirotecnia Cavaller de las Fallas de Valencia: ruido, luz y pólvora efímera.

Lamentablemente el análisis que hacen la directora y su guionista de este cuerpo de soldados voluntarios se queda en eso. En presentarnos a unos cuantos hombres de pasado ignoto y futuro incierto que se han alistado en una guerra para desactivar bombas porque no saben hacer otra cosa. Puede que no sea posible o necesario, pero nosotros echamos en falta otra justificación a las muertes de cada lado, no la que ya sabemos. Nos sabe a poco y sería todo demasiado repulsivo. Como un cadáver reventado por una bomba.

3 Comments
  1. krollian says

    Vi En Tierra Hostil y me pareció que tenía unos diálogos pobres. Film lleno de estereotipos. Lo mejor ciertas escenas muy realistas.

    Desde luego no es una película que tenga un sentido crítico hacia la política exterior de los iuesei.

    Jarhead plantea muchos más interrogantes sobre lo absurdo de la guerra.

    Realista tampoco es la actitud del protagonista ya que en esas circunstancias, con esa actitud a las primeras de cambio le meten un puro que le mandan al calabazo para una buena temporadita…

    Cualquier artificiero o desactivador (o cualquier persona con sentido común) pensaría lo mismo. ¿Cómo va a estar en un ejército un suicida en potencia desactivando bombas?

    Ah. Y para terminar felicidades a la directora. Los Viajeros de la noche es una excelente película…

  2. krollian says

    En fin. 500.000 soldados a Irak Y EE.UU. lleno de pobres…

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