Leyendo con `margarittas´ fritas

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Si en la entrada anterior de este blog nos hacíamos eco de una película estadounidense de acción protagonizada por una mujer de bandera y dirigida por alguien a quien le gustan los espías, ahora hacemos justo lo contrario y comentamos una película francesa de personajes protagonizada por un actor feo y dirigida por un director aficionado a las historias cotidianas. Jolie versus Depardieu, Noice versus Becker, Salt versus Mis tardes con Margueritte: después de siete párrafos, empate a los puntos, a pesar de la diferencia de peso.

La protagonizan una pareja desigual formada por un zoquete y simpático campesino de quien sus amigos de bar se mofan a menudo por su simpleza y tosquedad, que no ha tenido la posibilidad de estudiar por el desprecio de su madre soltera, ahora vieja esperpéntica pero en cuyo jardín tiene él aparcada la rulote en la que vive, acompañado a veces por el amor de la joven conductora del autobús del pueblo. Y por una anciana culta, delicada y aficionada a la lectura, que no tiene más compañía que los pájaros del parque, precisamente una afición que comparten ambos y que propiciará el encuentro que cambiará sus vidas a través de la lectura.

Las películas de Jean Becker, y ésta no es una excepción, suelen retratar las vidas de unas personas sencillas que se mueven por sentimientos nobles y que residen en una campiña idealizada, alejada de los rigores climáticos y laborales del campo real. En cierta manera, puede afirmarse que Becker es un activista sentimental de la vida verde, un amante de las relaciones sin complicaciones, la reinvención actual, melancólica y ecologista de Renoir.

Quién no recuerda con nostalgia y simpatía, si ha tenido la suerte de verlas, La fortuna de vivir o Conversaciones con mi jardinero, dos muestras del gusto de este director por los relatos corales, protagonizados por personajes normales que muestran comportamientos esperados y que dejan en los espectadores el sabor dulce de la felicidad sin aspavientos.

Mis tardes con Margueritte tiene el tono comedido y la distancia justa, valga la expresión pugilística del principio, respecto de unos personajes bien dibujados y sin demasiadas aristas y refleja con humor y delicadeza la relación fabulosa y fantástica de este noble patán con su anciana amiga, quien en su madurez le revela el mundo maravilloso, desconocido y vedado hasta ahora por sus circunstancias adversas de los libros y sus historias.

Evidentemente esta comedia naturalista que rezuma placidez y buen rollito no sería probablemente lo mismo sin la presencia, no digo ya el esfuerzo interpretativo, de Gèrard Depardieu y Gisèle Casadesus y del coro de secundarios que les rodea y sin los diálogos trufados de ingenio y buen humor que han construido el director y su coguionista.

No hemos leído todavía la novela de Marie-Sabine Roger en la que está basada y que se titula La tète en friche, que muy libremente podríamos traducir por La cabeza en barbecho, pero puede que lo hagamos durante las últimas tardes del verano. Pues leer después de ver, o incluso en vez de, si no se tiene ocasión, es una sana costumbre que no suele defraudar, como sí sucede a la inversa, ver después de leer. Algún día explicaremos nuestra teoría.

Antes de terminar, ruego que me disculpen el juego de palabras del título, pero es que Mis tardes con Margueritte (margarita con dos tes en Francés, me entenderán si ven la película) es casi una mezcla de Paseando a Miss Daisy (margarita en Inglés) y Tomates verdes fritos aderezada con unas gotas de rosada y dulce grosella de la campiña francesa y agitada con la mano paciente y sabia de un director especialista en relatos costumbristas que dejan buen sabor de boca, cuyo padre hizo algunas buenas películas, pero eso es otra historia.

3 Comments
  1. MULTIVAC says

    Pues deberemos verla, Sr Serrano, por los comentarios que hace. Depardieu es de esos actores que siempre se le debe dar una oportunidad, aunque luego lo podamos lamentar, pero es de esos actores que siempre buscamos en ellos esas sensaciones que tuvimos (Novecento, Cyrano, El Conde de Montecristo, Danton, incluso Matrimonio de conveniencia… aunque luego se vista de Obelix, las otras peliculas ya inspiran lo sufieciente)… si a eso añadimos la mezcla de dos magnificas peliculas como Paseando a Miss Daisy y Tomates verdes fritos, que tanto disfrutamos, hacen de la pelicula muy atractiva.

  2. raymond yeats says

    Gracias por la referencia de la peli de Depardieu. Ese tipo de film me encanta y él también. Es tan natural como una lechuga. Un abrazo.

  3. Pascual Serrano says

    Raymond Yeats, es todo un honor que el artífice de uno de los mejores blogs literarios de España (http://thewordscollector.blogspot.com) lea mis críticas. De este director deberías ver «La fortuna de vivir», te gustará.
    Un saludo

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