Arboles, rocas, Nueva York

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Asher B. Durand: 'El roble solitario' (1844). / The New-York Historical Society (march.es)

Dos exposiciones de pintura hacen coincidir en Madrid a los maestros del paisaje norteamericanos. Una, en la Fundación Juan March, reúne, hasta el 9 de enero, una colección inédita en España de 140 obras, entre óleos, dibujos y grabados, de Asher B. Durand (1796-1886) y de otros artistas coetáneos y seguidores, y la acompaña de una serie de conciertos a propósito.

La mayor parte de estas obras proviene de la New York Historical Society, el museo más antiguo de la ciudad, testigo de su riqueza cultural, con cuyos especialistas, la FJM ha preparado esta espléndida muestra.

Asher Durand es un artista profundamente ligado a la formación de la moderna Nueva York. Primero fue grabador, después se hizo retratista, pero lo que significó un cambio radical en su vida artística fue la inmersión que desarrolló en el paisaje de la norteamérica más genuina, del que destacó desde el principio dos elementos protagonistas: las rocas y los árboles.

Los estudios de los árboles, tomados al aire libre, siempre en soporte de lápiz de grafito y papel, como un ritual obsesivo, supusieron para él, un auténtico ejercicio espiritual. Largas horas de meditación en las que tomaba los bosques y las frondas como medio para “desvelar lo ideal a través de lo real”, tal como dejó escrito en sus cartas sobre pintura paisajística”, en 1855.

La literatura documental de la exposición recuerda que el neoyorquino no estuvo solo en esta obsesión pues artistas como Courbet, Biedermeier y, antes aún, Friedrich habían compartido tales ideas estéticas muy acordes, en cierto modo, con la moda naturalista de mediados del siglo XIX, del “paisaje terapéutico”, llamado así por ser medicina recetada por los médicos para el tratamiento de afecciones diversas, entre ellas, la depresión.

Edward Hopper: 'Domingo' (1926). / mapfre.com

La otra exposición la tienen madrileños y visitantes en las salas de la Fundación Mapfre, de Recoletos. Se trata de Made in USA. Arte americano de la Phillips Collection y John Gutmann. Las pinturas están ordenadas según asuntos y también épocas que se corresponden con la historia de los Estados Unidos.

Como demostración de la importancia que naturaleza y tierra tienen en el arte norteamericano de los siglos XIX y XX esta muestra parece insuperable. Un realismo romántico en el que la visión del mundo interior del artista importa más que el detalle. Aquí destacan Thomas Eakins (1844-1916) y Winslow Homer (1836-1910).

Pero el paisaje deja sitio a la fascinación por la tecnología, la industrialización, la ciudad moderna hasta topar con el invento artístico internacional más genuinamente americano: el expresionismo abstracto, con Mark Rothko como mascarón de proa.

Así, el primer artista que deja de fijarse en el arte europeo para encontrar en Nueva York su inspiración es Robert Henri (1865-1929) que lidera al grupo de rebeldes a los que se tildó de “escuela del cubo de basura”, por su lenguaje directo, agresivo.

En la descripción de la ciudad, Edward Hopper (1882-1967) es el rey. Muy interesante advertir el cambio social y racial que supuso la inmigración masiva de los años 20 y 30 del siglo XX, a través de los trabajos de Yasuo Kuniyoshi (1889-1953), de origen evidente, y del mexicano Rufino Tamayo (1899-1991).

Un viaje perfecto por la pintura norteamericana más significativa.

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