Abbado héroe

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El director de orquesta Claudio Abbado. / Wikimedia Commons

España es un país de sorpresas. Unas son buenas y otras, no tanto. Prefiero las buenas. Por eso me gusta saber que Claudio Abbado inaugura la temporada musical de otoño entre nosotros, gracias a Ibermúsica que lo trae, y lo hace –lo está haciendo mientras escribo esto para consolarme por no haber encontrado entradas-  dirigiendo su personalísima visión de la crepuscular –como dice Rubén Amón en su magnífico artículo de El Cultural Novena Sinfonía de Gustav Mahler a la orquesta del Festival de Lucerna que él mismo creó, en 2003, tras recuperarse de su lance con la muerte, y en la que tocan seis músicos españoles. Sorpresa no es que el maestro dirija en España, porque lleva haciéndolo lo suyo. Sí sorprende algo más que se haya recuperado de forma tan excelente de la batalla librada contra un enemigo feroz, el cáncer, que parecía haberlo derrotado, una noche de octubre de hace diez años, en un escenario de Tokio mientras dirigía la wagneriana Tristán e Isolda.

Hace solamente cuatro meses, Abbado tuvo que suspender sus conciertos en la Scala de Milan, su ciudad natal, nada menos, por motivos de salud. Las heridas de la vieja batalla se rebelaban y había que someterlas en un hospital de Berlín. Esa revisión obligó asimismo a suspender otros compromisos en París y en Rávena, de cuyo festival iba a dirigir el concierto inaugural. O sea, que estamos de suerte.

Como no es figura mediática, Claudio Abbado se pasea por las calles de Madrid con cierta tranquilidad estos días. Le gusta España y además, en una de sus formaciones, la Joven Orquesta Gustav Mahler, acoge a 17 jóvenes músicos españoles, de modo que demuestra ese amor.

Y aquí viene lo sorprendente: en un país de sordos, como éste de mi corazón, los premios al director de orquesta milanés han llovido desde hace años. En 2006, recibió el Premio Yehudi Menuhin a la Integración de las Artes y la Educación. En este mismo mes de octubre ha recibido dos: el Don Juan de Borbón de la Música y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, todos en Madrid.

Abbado se ha ocupado de apoyar a los jóvenes músicos, creando orquestas, ayudas, seminarios, becas, etc. para que la música no cese. Además de las dos orquestas ya mencionadas, ha fundado la Joven Orquesta de la Unión Europea, La Orquesta de Cámara de Europa, La Orquesta Mozart de Bolonia y es padrino de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, ese milagro venezolano creado en 1975 por José Antonio Abreu. Y sigue en la misma línea, de modo que no es de extrañar que sea aclamado literalmente, a la salida de sus conciertos, por jóvenes músicos, no sólo en reconocimiento sino además en agradecimiento: mago y ángel de la guarda le llaman.

Como tantas cosas importantes que suceden y cambian la vida, el pequeño Claudio, allá por el año 40, escuchó por primera vez a su tocayo Debussy quedando para siempre invadido por el entusiasmo que, según los griegos, no deja de ser un endiosamiento, aunque, en el caso del italiano, esté muy alejado de creerse Dios.

En fin, voy a ver si consigo entradas para algún otro concierto de las maravillas que hay programadas este otoño.

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2 Comments
  1. pilar says

    ABBADO siempre es genial, ayer con MHALER demostró una vez más lo que es dirigir una orquesta. ESPERO SEGUIR DISFRUTÁNDOLO MUCHO MAS.

  2. jonathan says

    A Mahler le sienta bien Abbado; le favorece, en mi opinión. Y puede ser que a Abbado le suba Mahler el ánimo. Buen binomio.

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