¿Cheers o el garito del barrio?

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A la derecha, los protagonistas de la serie original; a la izquierda, los de la española. / telecinco.es

Ciertos directivos de televisión en España, ejecutivos de traje y corbata con master MBA y alguna que otra temporada vital o formativa anglosajona que manejan la pasta y deciden las programaciones, tienen un peligroso rasgo de carácter, la desconfianza.  No se fían de productos vanguardistas o diferentes y menos aún si son nacionales.

Prefieren apostar sobre seguro haciendo versiones de series exitosas del pasado, la mayoría foráneas, claro está. En RTVE lo intentaron hace un tiempo con Las chicas de oro y desde estas mismas páginas pronosticamos su debacle por su naturaleza tan mestiza y falta de identidad.

Ahora los de Telecinco, de la mano de Plural Entertainment y Tom Collins Prouductions, han hecho lo propio con Cheers, la mítica serie de los ochenta en la que unos tipos muy afables compartían penas y alegrías entre tragos de cerveza alrededor de la barra de un bar de Boston regido por un ex beisbolista mujeriego.

La fórmula parece sencilla. Se compran unos derechos; se contrata a actores conocidos (Resines es como el ajo, en todas las salsas y con el mismo sabor de siempre), a los que dan cierto caché progresista y profesional (Alberto San Juan), a jóvenes (Alexandra Jiménez), a jovencísimos (Adam Jezierski), a los que siempre hacen comedias (Pepón Nieto, Chiqui Fernández), a alguno menos conocido (Luis Bermejo) e incluso a quien dobla a Woody Allen (Joan Pera); se encarga una sintonía meliflua a un cantante de moda entre la juventud (Dani Martín, ex Canto del Loco); se hacen unos guiones inspirados en los originales; y se le encomienda la dirección a un famoso director de cine especializado en comedias (Manuel Gómez Pereira).

Después se invita a caras conocidas en el primer capítulo (Ana Belén y José Coronado), se emiten dos seguidos para afianzar audiencia, y ya tenemos la fechoría: una “sitcom” española en un bar, como tantas otras desde 7 vidas, con más de lo mismo pero con la aureola de ser la versión española de Cheers.

Lo siento, pero de la mítica serie de la CBS solo tiene el nombre y la cortinilla, porque, aunque los personajes sean la adaptación hispana de los estadounidenses, la sintonía de Martín intente ser un remedo de la original, o se hagan guiños de guión calcados, nada es lo mismo. La serie carece de entidad, de sustancia propia, como decíamos al principio al referirnos a Las chicas de oro, y los guiones no tienen la mordacidad ni la inteligencia ni la capacidad de forjar personajes sólidos y atractivos de los originales.

El alma de Cheers se quedó en Boston al cerrarse definitivamente la puerta del bar en 1993, y ni siquiera Frasier, el “spin off” con el psiquiatra, que ahora interpreta como puede Resines, consiguió quitarnos el regusto amargo del olvido. Los de Telecinco sólo han logrado ahondar la pena por hacernos recordar la serie y otras igual de buenas y preguntarnos porque aquí no somos capaces de hacer lo mismo.

En puridad y viendo los productos patrios semejantes, si no existiese el precedente de la mítica serie original esta sitcom española podría pasar por entretenida, divertida incluso, y hasta bien dirigida e interpretada por casi todos. Pero el gancho publicitario que ha atraído a tanta gente en su primera emisión (2,584 millones de espectadores el primer capítulo y 2,810 el segundo, con un 15,6% y un 16,6% de “share” respectivamente) puede que sea su condena. Todas las comparaciones son odiosas. Ésta, especialmente.

Para lo que nos ofrecen no era necesario mentar a Cheers ni comprar sus derechos, habría bastado con cambiar el nombre del garito, modificar algunos personajes, añadir otros y darle al magín para no repetirse. ¿Cuántas series españolas se han ambientado en un bar? ¿Se acuerdan de Los Serrano?  A Cheers en las redes sociales le dicen “Los Cheerano”, y no sólo por Resines y Jiménez. Pues eso.

De todas formas, como conocemos al país en el que vivimos, estamos seguros de que si los ejecutivos desconfiados que mencionábamos al principio logran que se emita en un día y en un horario favorable, sin demasiada competencia, esta sitcom se hará un hueco en la parrilla. Habrá que esperar al domingo que viene.

6 Comments
  1. sor citroen says

    oye que bien!!!! cuando teniamos dinero y no habia crisis nos ponian los Colby y Dinastia con esas casa y cochazos que luego podiamos comprar porque los directores de banco eran superguays, pero ahora que no tenemos un duro nos incitan a gastarnos lo poco que tenemos en emborracharnos en un bar. Mira, que no sabia yo en que gastarme los 5 eruos que me sobran al mes…

  2. KING SPINCH says

    Totalmente de acuerdo con usted señor Serrano. Otra manifestación de la eterna paradoja de los productos culturales y/o artísticos: “Quien sabe de arte no tiene pasta… y quien tiene pasta no sabe de arte”. Puede que no haya que ser tan radical, pero al final el que pone los billetes dice (con perdón): “Yo donde pago… cago”. Que no es más que comprar también el derecho a meter la cuchara en la olla del cocinero.

    Ahora bien, si sale mal el plato, la culpa es del chef, no del dueño del restaurante.
    Parece que si tienes la suerte de tener poder y gestionar grandes sumas, en el mismo lote del monedero viene saber de TV, de teatro, de cine, de pintura, etc… A ver quién es el guapo que se atreve a morder la mano que le da de comer.

    Estoy seguro que metidos en el archivador “redondo” de los despachos de las cadenas yacen guiones de proyectos genuinos tan interesantes como éste y que no hubieran pagado derechos de remake. Pero aquí llega la otra paradoja (la vida misma): dame algo original (=nuevo) y que haya funcionado (=haya datos de superávit). Señores, si es nuevo, no hay estadísticas de rentabilidad, y si las hay… no es nuevo.

    Aquí todo el mundo quiere que las taquillas de apuestas estén abiertas hasta después de la carrera, para apostar al caballo ganador. Así hago negocios yo. Inversores, decídanse, o renta fija o Bolsa, pero no se puede tocar las campanas e ir a la procesión.

    Aquí podemos criar jamones pata negra, el Jamón York pintado al final se decolora. Señores de corbata… A veces no es malo pecar un poco de chauvinista espontaneo que ser quijote crónico.

  3. hook says

    Lo fundamental es:
    ¿A quien le importa CHEERS o su alma?.
    Pasa de las cutre series, molan: Louie CK; Con C mayúscula; True Blood; The Big Bang Theory

  4. lobito bueno says

    No veo nunca las series,tampoco los documentales de la 2, que tantoa ponderan y que tan pocos ven,pero9 agradezco el comentario que seguro sirve a más de uno para librarse de ella,ahora que hay algo más para elegir,aunque de la misma caracteristica mediocre que esta

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