Sueños felices sobre una burbuja

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En estos tiempos sombríos los sueños no viajan en el tiempo como un velero, que escribió Lorca y cantó Camarón, sino que flotan sobre mares de miseria donde nadan los tiburones financieros con su sonrisa de hiena que los despedazan y arrojan a las playas de la crisis pobladas de pesadillas inmobiliarias, laborales o familiares.

Estamos un poco cansados de ver como muchos ya sólo madrugan para coger sitio en la cola del paro mientras otros se van de vacaciones al caribe por Navidad. Este saco de injusticia y desigualdad, que ha generado especies tan siniestras como los nuevos ricos del ladrillo que enseñan sus dientes de ambición sobre las ruedas de un Cayenne, tiene que reventar tarde o temprano. Lo sabemos algunos y otros empiezan a temérselo.

Cinco metros cuadrados nos cuenta las peripecias de una pareja trabajadora que quiere casarse. Un familiar les convence para que se compren un piso: “al fin y al cabo es más barata una hipoteca que el alquiler y la casa es tuya” -¿les suena?-. Invierten sus ahorros y los de sus padres en una promoción con vistas al mar. Al poco tiempo se deja de construir por problemas de licencia y se quedan sin dinero y sin piso. Entonces inician una lucha por la justicia que pone a prueba todas sus convicciones.

Max Lemcke, un tipo coherente y socialmente concienciado que ya nos contó una historia turbia sobre las relaciones laborales en Casual Day, ha filmado esta vez un drama al estilo del neorrealismo italiano con algún toque de humor negro y cierta dosis de cinismo con una narrativa aséptica, simple y efectiva y una trama algo sencilla y sin mucho recorrido en la que se echa en falta algo de emoción y fuerza dramática.

Esta crónica social negra de unas personas –tantas- atrapadas en la especulación cuenta con unos actores sobresalientes. Los protagonistas, Fernando Tejero y Malena Alterio, encarnan perfectamente al prototipo de pareja media con deseos de propiedad, especialmente un contenido, creíble y casi irreconocible Tejero, Manuel Morón y Emilio Gutiérrez Caba hacen de perfectos hijos de puta, y Jorge Bosch, el inconformista luchador, hace un meritorio trabajo por el que fue recompensado en el pasado Festival de Málaga de Cine Español, donde esta película fue la triunfadora.

Cinco metros cuadrados es la crónica cinematográfica del entierro de una historia de amor bajo hormigón armado, el relato de un sueño de felicidad que viajaba sobre la burbuja inmobiliaria y se convirtió en pesadilla.

Lo peor de todo es que ya hace medio siglo Marco Ferreri y José Antonio Nieves Conde nos contaban cosas parecidas en El pisito y El inquilino, respectivamente. Aunque claro, acabábamos de salir de la posguerra, todavía no había mercados financieros y en las instituciones, la política o la economía no había tiburones, ratas o buitres, sólo ganadores.

Para terminar les recuerdo la paradoja del drama y les copio el texto del artículo 47 de la Constitución Española con la que se les llena la boca a tanta gente, incluso a dirigentes europeos que nos la reescriben al gusto: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos” . Pues eso. Mediten y escuchen a Camarón.

5 Comments
  1. anna says

    Hola Pascual. Me ha gustado mucho tu artículo. Muy divertida tu percepción sobre el Cayenne… les encanta! Si casarse viene de casa (familia, unión, coincidencia), ¿será que ladrillo viene de ladrón?

  2. Eulalio says

    Muy bueno, anna, algunos ladrillos no casan…

  3. icoman says

    Lo mejor es q el Cayenne lo lleva normalmente la mujer del especulador. Les da poderío desde las alturas en la gran ciudad. Ladrillo normalmente no lo relaciono con ladrón, la mayoría de las veces con currante a pie de tajo bajo el sofocante sol de verano y el frío de invierno.

  4. Noa says

    Cierto es que el PSOE exageró un poco con el tema de la igualdad de géneros y sus «jóvenes y jóvenas», pero aún así no es tan descabalado asumir que el Cayenne pueda ser de la mujer que se lo ha ganado, y no de su especulador marido… yo personalmente preferiría una joyitas pero bueno, hay gente para todo, y más ahora que, de nuevo con el PP, ya sabemos… «tanto tienes tanto vales». Un saludo.

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