La rebelión de la cultura: sí al hombre, no al hambre

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Uno de los participantes en la concentración organizada por la plataforma de artistas plásticos ante el Museo Reina Sofía, el pasado día 24, sostienen un expresivo cartel reivindicativo. / Ballesteros (Efe)

Esta semana pasada ha sido aquella en que el mundo de la cultura se le ha rebelado a Mariano Rajoy, y creo que el Gobierno no es consciente, porque en el fondo no son hombres de sensibilidad respecto a la cosa, del daño que esa actitud les puede acarrear en los próximos meses. El único que se ha desmarcado un tanto de ese naufragio previsible que representa la subida del IVA al 21 % ha sido el propio José María Lassalle, que en unas declaraciones  a una cadena de radio, dio  a entender que con ello la industria cultural sufría un varapalo irremediable.  Por si fuera poco, también esta semana las entidades de gestión europeas, EUROCOPYA, FERA, IMPALA,  han hecho pública una advertencia donde se da cuenta del peligro que supone para el futuro de la copia privada en España la actual ley que derogó la existente el 31 de diciembre del año pasado y que estaba acorde con las demás de la Unión Europea. El comunicado, contundente, llega a afirmar que “España  pisotea la ley de la UE sobre derechos de autor “, llegando a ofrecer cifras jugosas, por ejemplo, que 115 millones de euros están siendo confiscados cada año a sus auténtico dueños, los autores, porque el Gobierno no ha buscado una compensación por la copia privada en cine y audiovisuales, además de acusar a la Secretaría de Estado de Cultura de improvisación y falta de diálogo. Este comunicado ha sido la gota que ha colmado el vaso de una semana aciaga para el ejecutivo respecto a  las protestas en la calle pero que tienen como novedad que el mundo de la cultura se ha movilizado como una piña, no sólo el mundo del cine.

España es un país donde la industria cultural es muy importante, representa el 4, 5º del PIB, no sólo de turismo vive el hombre, y que un colectivo entero representando a toda la industria, salvo los editores, todo hay que decirlo, se ponga a protestar y a pergeñar futuras acciones, aquí están desde los actores de cine, teatro y televisión a instituciones como el Museo del Prado o el Reina Sofía, debería inquietar a nuestros responsables gubernamentales más de lo que, creo, están calibrando porque en el fondo piensan que si no tocan a los editores que son el lado fuerte de la industria aquí no pasa nada.  Lo del IVA amenaza con muchas cosas, entre ellas desde luego, la futura Ley de Mecenazgo, que sin nacer está ya tocada de muerte, al modo de un aborto no previsto por Ruiz Gallardón, y mientras este caos inerte se instala en un verano implacable, cada colectivo comienza ya a afilar sus armas, armas esgrimidas con arreglo a las cualidades de cada uno de ellos.  Así,  la Plataforma de las Artes Escénicas y del Audiovisual, que se reunió el martes pasado por la mañana en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, amenaza con realizar actos a lo largo de estos meses en contra de la subida del IVA decretada por el Gobierno y que como es lógico, después de las debidas condolencias, cuenta con el apoyo incondicional del Ministerio del mismo nombre. Gentes como Alberto San Juán o Miguel Ángel Lozano, que representa a la Red de Teatros Alternativos, entre otros muchos actores, tienen claro que la subida del IVA va a ser la puntilla para las artes escénicas, que conocían un cierto resurgir, no hay más que ver las colas que se organizan en los teatros de la Gran Vía para ver las comedias musicales  estilo Broadway que por esa calle se estila, y preparan boicots a eventos institucionales tales como las ceremonias de entrega de los Premios Nacionales sin ir más lejos, o el negarse a recibir esos Premios, que es algo mucho más factible y doloroso. Este colectivo piensa, con razón, que la subida del IVA les va a desgraciar irremediablemente porque lo psicológico juega en estas cosas un papel fundamental y consideran que la manipulación consistente en que esa subida del IVA en la cultura va a ayudar a paliar las subidas en Sanidad son un chantaje inadmisible, más si tenemos en cuenta que no hay país europeo, salvo Lituania, que se acerque a los porcentajes  de impuestos culturales españoles: desde el 0% de Noruega, raritos que son, al 6% de los holandeses, pasando por el 7% alemán, nuestra vecina Portugal, un 13% y nuestra otra vecina, Francia, cuyo presidente, François Hollande, ha bajado el IVA de la cultura del 7 al 4,50 %, consiguiendo unos resultados espectaculares a los pocos días de ser anunciada la medida... Los actores, pues, con sus cualidades, entre ellas y nada desdeñable, su tirón mediático.

Esto, el martes por la mañana. Por la tarde, a eso de las ocho, algunos artistas plásticos realizaron una performance de protesta ante la puerta principal del Museo Reina Sofía. Entre los asistentes, Juan Uslé, que leyó un manifiesto del colectivo, Luís Gordillo, el fotógrafo Alberto García Álix, Juan Navarro Waldebeg o Eva Lootz,  a los que se apoyó Miquel Barceló, que no puso asistir por encontrarse lejos. Los galeristas, algunos históricos, Soledad Lorenzo, Juana de Aizpuru o Norberto Door también se encontraban por allí, al igual que críticos y gestores, algunos portando pancartas que como no podía ser menos tratándose de la autora que las confeccionó,  Darya von Berner, contrastaban dolorosamente con las de aficionado que portan los demás colectivos. Ya digo, cada uno con sus armas.

El acto, que duró alrededor de un cuarto de hora, tuvo su importancia porque, lejos de los tópicos al uso, productos de un sano enfado, se dijeron cosas muy lúcidas respecto a la actitud del Gobierno respecto a  las artes plásticas, como que se les está dejando morir porque saben que saben que el dinero no se encuentra ya en el mundo del arte, Luis Gordillo dixit, mientras García- Alix abogaba por una identificación del artista con el resto de la sociedad, ya que “todas las medidas de ajuste que se han hecho son un disparate tristísimo”.

Lo que une a esta plataforma de artistas plásticos con el del mundo del espectáculo, como bien se encargó de poner en claro el manifiesto leído por Uslé, es que los artistas se han comprometido a no asistir a actos oficiales, y el reconocimiento de que la contestación a los poderes públicos se haga desde una unidad de todo el sector e la cultura. Y esto de la unidad es, quizá, lo más destacable de deberíamos resaltar de los actos que han tenido a los sectores de la cultura como protagonistas, y es lo más destacable porque la cosa tiene visos de exigencia, no de mera retórica. Me explico: en este mar de informaciones que nos llegan desde los medios sobre la rebelión de los sectores de la cultura hay siempre una ausencia notable pero que se cuidan mucho de resaltar, el del mundo del libro, que representa la mitad de la industria. Si lo piensan no deja de ser una perversidad que un libro mantenga el 4% de IVA, que por otro lado es el que debería mantener, mientras que asistir a una representación de ópera, a un concierto o a una película o a una exposición de pintura tenga un gravamen del 21%. La tal perversidad solo es explicable desde la perspectiva del cegato un tanto banal pero que se  cree implacable con la aritmética: como es el único sector un poco rentable, se le deja en paz, y aquí gloria.

Deberían tener un gesto de solidaridad los representantes del libro. Aun fuera como gesto. A ellos les va a llegar su hora después, como quizá les llegue  a los alemanes. ¿Y entonces?

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