El ballenato muere matando

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Bárcenas
Bárcenas, en una imagen del pasado 23 de enero. / Zipi (Efe)

El caso Bárcenas sustrae del interés público cualquier cosa que no tenga que ver con la especulación de quién ha cobrado, por qué, qué, en qué casos y cómo.  Protagonistas de primera línea y otros del banquillo –Esperanza Aguirre, por ejemplo, que hace algún tiempo habló de sobresueldos a periodistas– no debieran esperar ni un minuto más para aclarar las brumas que tanto daño están haciendo al país entero.

Por muy nuevo que quieran presentarnos el tema de la financiación delictiva de los partidos, ya sabemos que no lo es, que afecta a todos -o casi– y que ha convivido con la democracia española desde el principio.

Que los dedos apunten también al presidente del Gobierno, al que ya ha declarado culpable más de uno, me parece que exige cierta serenidad al mismo tiempo que mucha rapidez en la resolución del asunto.

Los expertos en grafología, los agentes policiales y judiciales que tengan que investigar, los periodistas responsables que puedan acceder a las fuentes más creíbles, todos tienen la obligación –y el derecho– de trabajar a destajo para que todo se aclare.

Corruptos en España hay muchos. Como dice la Biblia, que tire la primera piedra quien esté libre de pecado; pero hay corrupciones que dañan a un país entero, y estamos en una de ellas. No es nuevo: los españoles ya tuvimos que soportar gales y filesas, marianorubios y roldanes,  además de asuntos nunca aclarados sobre cuentas personales de Felipe González, que retó a los periodistas con aquella frase: “nunca podrán demostrar nada”, tan inquietante -¿recuerdan?-, que relacionaba con algunos asuntillos en Isla Margarita al amigo de Slim.

Pero estamos en lo que estamos. Estamos en un país ahogado por la crisis financiera, en el que saltan a la voz pública casos malolientes que emponzoñan el tercio noreste de la península con tormentas de pujoles y valentonadas de mases; en la costa levantina y balear, con gúrteles y bigotudos infames, en la dulce Andalucía, con miserias de  eresperes y asuntillos de sátrapas que llevan demasiado tiempo en la silla del poder. Todo está impregnado de mentiras y pagos por lo bajini.

Para colmo de males, un arribado a la monarquía que –confiado en hallarse entre los elegidos a la gloria aristocrática- se olvida de que hubo una revolución francesa que demostró que los cuellos de los reyes también pueden cortarse. Aunque ahora sólo se trate de que paguen urdangarines despojados de calle empalmada. Y todos los sobrecogedores.

Llegó la hora de preguntarse si tenemos a los gobernantes que nos merecemos. Y la respuesta acongoja bastante.

Rajoy convoca reunión extraordinaria para responder como requiere la situación y el fiscal se dispone a investigar. Ya está tardando mucho, dicen los ciudadanos. Y con razón.

A la espera de que la Justicia se pronuncie, me parece osado que se expongan fotos de reos como si merecieran ser fusilados, sin más, especialmente cuando la fuente es un hombre cuyo prestigio no sale ya del fango ni por un milagro.

Esa fe que la opinión pública muestra hacia Bárcenas invita a la prensa extranjera a unirse al festín de carnaval. Ya tenemos al New York Times mostrando una foto rebuscada de Rajoy y usando términos como “engulfing” de clara tendenciosidad.

Como mar de fondo, navega la especie, dicen que lanzada por Aznar, gran admirador de Azaña y aspirante a ser primer presidente de la Tercera República Española, de que hay que abolir la monarquía de una vez, aprovechando lo de capa caída que se encuentra. No nos privamos de nada. Por eso animo a todos a que tampoco nos privemos de sensatez y seriedad en la documentación de los argumentos que se usen para denunciar los abusos. No vayamos a cometer también nosotros abusos sobre la verdad. Ese huidizo tesoro.

2 Comments
  1. ProPolis says

    Tejamos entre tod*s una TANGENTÓPOLIS SOCIAL, antes de que se vayan de rositas: http://propolis-colmena.blogspot.com.es/2013/02/antes-de-que-se-vayan-de-rositas.html

  2. Petra says

    La verdad es lo que debe resplandecer, y lo único que sabemos es que Rajoy defendió a Bárcenas desde que se vio implicado en la trama Gurtel. ¿Por qué será? ¡A ver si ahora va a resultar que los culpables de la corrupción también son los trabajadores!

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