Elvira Méndez: «La tentación de corromperse es más alta cuanta más desigualdad hay»

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Elvira Méndez / elvira.blog.is

Las cosas de Islandia nos han importado un pepino a los españoles hasta que antes del humo de aquel volcán de nombre indecible nos llegaran noticias de cómo sus cabreados habitantes se pusieron en pie para exigir alternativas a los nubarrones que su gobierno les echaba encima, de manera inexorable.

Se han escrito alabanzas al pueblo islandés y a su nuevo gobierno, pero las cosas de la condición humana siempre son menos rosas de como que las pintan y muchas veces el césped no es más verde allí que en casa. De la llamada revolución islandesa -que no ha cesado, ya que los problemas crecen- se ha ocupado Elvira Méndez, una española que lleva once años viviendo en Reikiavik, de cuya universidad es profesora titular de Derecho Europeo. Ella fue parte del núcleo de la organización de las protestas y tiene un libro en España muy recomendable por la claridad con que está todo expuesto: La revolución de los vikingos (Planeta 2012). Nos hemos puesto en contacto con ella, que ha sacado algo de tiempo para dedicar a cuartopoder.es.

– Según las lecturas más pesimistas, como la de Baldur Bjarnasson:  los islandeses no son más razonables que los españoles en su afán por vivir bien a toda costa.

– La lectura pesimista de Baldur Bjarnarsson sobre Islandia es real y así pensamos a veces cuando escuchamos las noticias o seguimos ciertos acontecimientos (¿habrá reforma constitucional o no?).  Su perspectiva es necesaria junto al discurso oficial triunfalista que escuchamos del Gobierno a partir de 2011. Como dice mi amigo y catedrático de políticas Victor Sampedro, estamos viviendo un proceso de deconstrucción de un tiempo y sociedad que se va - (r)evolución islandesa-, y un tiempo que no acaba de venir -construcción de una nueva sociedad-. Estos dos procesos no son lineales y es posible que se avance en zig-zag e incluso se retroceda en las próximas elecciones legislativas. Para mí habrá que esperar una generación para realmente ver si los cambios se han instalado y una nueva Islandia surge de la crisis. Por eso yo hubiera titulado mi libro: Islandia, la revolución de lo (im)posible. El cambio es posible pero imposible a la vez, el tiempo es necesario. Islandia no es un paraíso y desde luego adolece de muchos de los problemas que azotan a España estos días.

– Usted afirma que la revolución empieza en uno, luego en la familia y luego en la calle: ¿cuánto hay, en este recorrido personal, de maneras de ser? ¿Es quizás la desconfianza de los españoles en sus capacidades el primer obstáculo?

– Todo cambio empieza en nosotros mismos. Es una constatación personal pero también sociológica. En España es necesario un cambio radical de actitud porque el descontento no se traduce automáticamente en una renovación democrática ni en un cambio de rumbo. Las sociedades escandinavas tienen una cultura diferente, fruto de su diversa historia y confianza en las instituciones y gobierno. En una sociedad pequeña es más fácil tener impacto y luego disfrutar de atención mundial.  Pero tenemos en común lo humano y lo político que nos obliga a reflexionar sobre el futuro que queremos. No se cambiará si la gente no reflexiona y corrige el rumbo individualista de su vida diaria, excluyendo la solidaridad y el bien común y el pensar en los demás y en las consecuencias de su conciencia sobre la sociedad.

– En España la organización popular más activa y eficiente ha sido la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, liderada por Alda Colau. Ella logró comparecer ante el Congreso para explicar la situación, tras cuatro años de lucha. Llamó "criminal" al representante de la banca porque éste consideraba la ley española hipotecaria "muy buena". ¿Contempla la ley islandesa la dación en pago como fin de la deuda familiar por la compra de la casa?

– Vi la comparecencia de Alda Colau en el Congreso y me gustó la valentía del discurso, con el que coincido en muchos aspectos. Ahora bien, hubiera sido mejor formular ese pensamiento de una industria criminal en abstracto y precedido del adverbio “presuntamente”. Acusar a alguien de cometer un delito es delito a su vez (calumnia). Hay que tener cuidado con las palabras. En Islandia no existe la dación en pago, al igual que en España la deuda sigue viva. Pero se ha reformado la ley de quiebra y bancarrota para permitir una segunda oportunidad a las familias tras dos años para aquellos casos extremos. Esta posibilidad, sin embargo, está estigmatiza y no es factible para muchos profesionales, como es mi caso, ya que perdería el trabajo.

Portada del libro / planeta.es

– La "Plataforma En pié", convoca a los españoles a  "asediar" el Congreso el 25 de abril. ¿Qué le parece?

– Asediar el Congreso me parece en principio una expresión/idea antidemocrática. Si se trata de recuperar el poder constituyente del pueblo y la soberanía económica, libre del partidismo, basta con organizar un parlamento del pueblo, un foro o asamblea nacional donde de verdad se exprese la voluntad de toda la ciudadanía de forma pacífica. La inspiración de los foros nacionales de Islandia de 2009 y 2010 me parece más apropiada.

– Ante la maraña de corrupción que hay en España (partidos políticos, empresas públicas, entidades financieras...) ¿cree usted que se trata de una sociedad profundamente corrupta en varios niveles? ¿No habrá un español honrado?

– La corrupción desgraciadamente ha producido mucho daño y es necesario no sólo luchar contra ella a nivel público sino también privado. Hemos de recuperar la ética y los valores así como la transparencia de toda la información pública sobre gastos con el dinero de nuestros impuestos. Desafortunadamente, la tentación de corrupción es más alta cuanto más desigualdad y falta de oportunidades haya en una sociedad. La naturaleza del hombre es corrompible, debemos construir un sistema institucional fuerte para luchar contra ella. No todo el mundo puede ser un héroe. Hay personas más vulnerables que, lamentablemente, no tienen otra opción que la de sobrevivir.

– ¿Qué hicieron los islandeses para levantar el ánimo y ponerse a trabajar?

Los islandeses se pusieron a trabajar por su sociedad el día que se dieron cuenta de que no había otra opción alternativa. No cantemos victoria todavía. El proceso de revolución islandesa no ha finalizado. Hoy en día es muy difícil movilizar a la opinión pública para finalizar la reforma constitucional que el Parlamento prometió y que no acaba de llegar.

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