Celebrando los trescientos

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El director de la RAE, José Manuel Blecua, en primer plano, y el secretario, Darío Villanueva, durante la presentación, el pasado día 11, de los actos con los que la institución celebrará su 300º aniversario. / Chema Moya (Efe)

Aun a pesar de las estrecheces económicas –eso que los políticos llaman “ajustes”-, la RAE está dispuesta a celebrar como es debido su trescientos cumpleaños, a la vuelta del verano. Fue en julio de 1713 cuando un grupo de ilustrados, alrededor del marqués de Villena, tuvieron la idea de fundar un selecto club que se ocuparía de velar por el español y la cultura que el español genera. Ese club ha ido evolucionando hasta convertirse en lo que ahora es la Academia, una moderna institución, dinámica y ejemplar, que ha abandonado los oropeles de antaño –una lección que la Academie Française acaba de copiar- para ofrecer una constante respuesta a las dudas y consultas de los hispanohablantes de todo el mundo.

El director, José Manuel Blecua y subdirector de la RAE, Darío Villanueva presentaron el jueves, 11 de julio, un programa de celebraciones que empiezan en septiembre, con una exposición –La lengua y la palabra. Trescientos años de la Real Academia Española-, en la Biblioteca Nacional. Podrán contemplarse las primeras actas, los más notables discursos, publicaciones que descansan en lo oscuro desde hace trescientos años.

Se prepara la 23ª edición en papel del Diccionario, para 2014, en el que podrá contribuir toda aquella persona interesada, enviando términos que quiera que figuren. Otra cosa es que estas palabras lleguen o no a la mesa de discusión, por ser demasiado efímeras o defectuosas o tengan algún tipo de problema.

La Academia lleva tiempo combinando el papel con la más avanzada tecnología de la red, consciente de que no renovarse conduce a una muerte cierta. No en vano apunta en su twitter hacia los 400.000 seguidores, una hazaña.

Gracias a las redes, la RAE podrá difundir fácilmente el concurso de redacción sobre el aniversario que ha lanzado, muy dirigido a los jóvenes –nativos digitales, los llaman Blecua y Villanueva- y en los que han pensado también en el rediseño de la nueva página web que se presentará en Panamá, en octubre.

A propuesta de Soledad Puértolas, se ha creado el premio Borau-RAE al mejor guión cinematográfico, en recuerdo del cineasta aragonés. Actores bajo la dirección del académico José Luis Gómez leerán obras de la literatura española de todos los tiempos, una actividad que tendrá algo de escena teatral.

Dos ideas muy del gusto anglosajón –siempre está bien copiar lo bueno- añaden interés a las celebraciones. Una es la de crear un Club de Lectura en el que lectores de todos sitios lean, comenten, discutan sobre los libros de la Biblioteca Clásica de la RAE, con expertos de los títulos correspondientes.

Y la otra buena idea es la  de crear Libros Libres, una red  de bookcrossing, o liberar libros, ese invento de dejar libros en lugares públicos al alcance de quien quiera tomarlos, leerlos y volverlos a dejar en otro lugar para que corra la bola, la novela o el ensayo. Formar parte de los liberadores de libros da cierta satisfacción y puedo asegurar que se pasa bien.

Me gusta; me recuerda a juegos de infancia, como el de esconder un tesoro bajo la tierra, protegido por un trozo de cristal, que tenía que descubrir la otra parte, guiándose por las indicaciones de “frío” o “caliente” hasta dar con ello. La sorpresa daba alegría. Aquí más: porque al descubrimiento del objeto se añade el de la lectura.

Merece atención el Proyecto CORPES XXI  que proveerá de un banco de datos con los cientos de formas diferentes del español en todo el mundo. Y será interesante consultar el archivo del siglo XVII, cuya digitalización está previsto que quede lista para 2014.

Lo mejor de todo esto es la impresión de que la Academia Española sigue viva y muy dinámica, salvados duros problemas económicos felizmente, en parte debido al trabajo de la Fundación Pro Academia.  Es de esperar que tantas velitas quepan en la tarta.

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