Nuno Júdice: poesía en combate

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Nuno Júdice, el pasado 27 de noviembre, durante la presentación de su obra antológica 'Devastación de sílabas' en el Palacio Real, horas antes de recoger el XXII Premio Reina Sofía de Poesía. / Kote Rodrigo (Efe)

El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana ha caído este año en un poeta de aire clasicista, Nuno Júdice, incansable elaborador de palabras en busca de la exacta flecha de significado perfecto. Un poeta que no elude, sino al revés, las disfunciones sociales de la vida en los tiempos que vivimos, y protesta en sus versos, y aunque su protesta esté cargada de belleza, también es firme y contundente, hasta hacer sonrojar a la ministra de trabajo, Fátima Báñez, presente en la mesa presidencial, junto a la Reina, en la sala de columnas del Palacio de Oriente.

Porque la poesía no está reñida con la denuncia de la deriva humana hacia la injusticia social y el desentendimiento de la pobreza que crea el Nuevo Orden capitalista.

Júdice se las arregla para decirlo con voz serena y bellísima, en un poema, Esperanza, que leyó y destacó el rector de la Universidad de Salamanca –que, con Patrimonio Nacional promueve este premio y publicarán una antología, “Devastación de las sílabas”-, Daniel Hernández Ruipérez. El rector agradeció al poeta su confianza en que las cosas le vayan mejor a la gente que ahora sufre las consecuencias de los eufemismos que emplean los que dicen ajustes cuando quieren decir recortes, modernización laboral cuando significan despidos y dolor, hambre y abandono.

Gracias, añadió, "por enseñar que hay una forma de optimismo inteligente que no es la estúpida creencia de que todo irá mejor porque sí, sino por nuestro compromiso de trabajar porque así sea". A más de un corazón que lo escuchaba, el poema lo dejó apretado en un puño.

Júdice es profesor de literatura comparada en la universidad de Lisboa, ensayista, traductor, novelista. En realidad, podría decirse que es un ser humano incapaz de dejar de escribir. El poeta más reconocido y leído de Portugal, en la actualidad, y yo sin saber nada de él. Sé que esto me lo recriminará Luis Antonio de Villena, uno de los jurados del premio, antiguo compañero de tareas en El Mundo, y hombre siempre bien informado de lo bueno que se cuenta por ahí. Pero también he comprobado que la Wiki en español no lo tiene en cuenta. Portugal y España siempre de espaldas.

Aunque algunos lo consideran poeta tardío, el autor asegura que "la poesía vino a mí cuando era niño,  a los ocho años, cuando escribí mi primer poema".

Se ha dicho de él que su tendencia a ser positivo,  a mirar el futuro con la esperanza de su bello poema, puede llamar a engaño a más de uno hasta pensar que se trata de un ingenuo, un inocente.

Dice Nuno Júdice que su trabajo es una investigación sobre "el misterio de lo cotidiano" y en ella pule sus palabras, eligiéndolas cuidadosamente del vocabulario más claro y preciso, el más dotado de belleza.

Después de lo que han escrito Hölderlin, Rimbaud, Gil de Biedma, Borges, a él le toca, dice, rehacer a su modo hasta dar con el verbo deseado. Modesto hasta lo inimaginable, este poeta debe ser leído sin demora en la España del malhumor, del sufrimiento, de la desconfianza en los demás, donde  a menudo se producen conductas ejemplares, como cuenta Anna Grau en cuartopoder. Esta España de la precariedad y la ausencia de poesía. Sus versos son alimento del alma y del ánimo, de la necesaria fuerza para continuar hacia adelante.

Para muestra, este poema para gatófilos, “Un gato”:

Un gato, en casa, solitario, sube
a la ventana para que, de la calle
lo vean.

El sol pega en el vidrio
y calienta al gato que, inmóvil
parece un objeto.

Se queda así para que
lo envidien, indiferente
aunque lo llamen.

Por no se qué privilegio,
los gatos conocen
la eternidad.

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