Lo que queda de Rosalía

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Inéditos_Rosalía_de_Castro
Retrato de Rosalía de Castro por Luis Sellier / Real Academia Galega

La Real Academia Galega acaba de presentar al público un librito que contiene el hallazgo de unos poemas sueltos de  Rosalía de Castro, que aparecen sesenta años después de que se localizase el último manuscrito de la escritora. Se trata de unos cuantos poemas inéditos que se escondían entre cartas, recetas y otros papeles que no se juzgaba de gran importancia. Eran unos papeles que una hija de la poeta, Gala, había donado a Manuel Casás, bibliotecario, que había sido alcalde de Coruña entre 1925 y 1927. Los papeles quedaron al resguardo de la biblioteca municipal sin que nadie advirtiera su valía hasta que los investigadores han dado con ellos.

Nadie esperaba una noticia así ya que se sabe que, en su lecho de muerte, Rosalía encargó a sus hijas que quemaran los manuscritos que ella misma había ordenado y que habían quedado sin publicar. Cuenta la coautora del libro, María Xesús Lama, que cuando el padre sorprendió a las hijas, al volver del entierro de su mujer, quemando los papeles, les advirtió que ahí quemaban la gloria de su madre y la fortuna de ellas mismas.

Para Henrique Monteagudo, secretario de la Academia Galega y coautor del documento, se trata de unos primeros versos en gallego, escritos por Rosalía, muy al estilo de sus Cantares gallegos. Coplas de cuatro versos que parecen escritas como si tomara notas que luego puliría.

Los otros tres poemas, escritos en español, son ya de su última etapa de escritora y parecen formar parte de un libro, Postrimerías, que la autora de En las orillas del Sar no pudo ver publicado debido a su temprana muerte. Por alguna casualidad, el material se libró de la destrucción a que sus hijas sometieron otros documentos de Rosalía, a la muerte de ésta.

Para los estudiosos, los poemas últimos destilan cierto aire fúnebre, lo que es muy comprensible si se tiene en cuenta que la poeta sufría un cáncer doloroso que acabó con su vida. Esa experiencia debe marcar hasta la manera cómo se desliza la pluma sobre el papel. Y así estos versos:

De nadie os fieis y aún menos

de vosotros, os fieis.

No hay más fiero enemigo que el que oculto

 en nuestro propio corazón, la hora

de derribarnos acechando está.

Dicen que cuando una persona presiente su muerte repasa a gran velocidad los episodios de su vida que más le importaron. En el caso de Rosalía, la desolación de su ser, de su nacimiento tan adverso, hija de cura y de soltera pobre, criada por la hermana de su padre, es posible imaginar que ocupara un lugar abrumador en su vida. Por eso, el tono grave y sin concesiones de sus versos:

¡Con que es verdad que todo pasa, todo…!

Ah!, devolvedme mi dolor, que al menos

él llenaba del alma solitaria

el desolado yermo.

Con razón andan contentos en Galicia, que acababan de cerrar la celebración de los 150 años de que se publicara Cantares gallegos.  No se puede olvidar la importancia de Rosalía de Castro en el rescate de la lengua gallega para la literatura, en un momento en el que el gallego se consideraba lengua del mundo rural sin aprecio entre los intelectuales.

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