Estela de Castro fotografía a fotógrafos

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Oriol Maspons. / ©Estela de Castro (mcu.es)

Uno de los espacios dedicados al arte más actual y que está adquiriendo categoría de grandes eventos es La Fragua, que se ubica en la antigua Tabacalera, en la calle de Embajadores. Hay ahora en ese espacio con aire de estar siempre desvencijado tres muestras del arte más actual: las escenografías y esculturas de Ángel Haro en la sala principal del edificio; luego, la muestra que aquí nos ocupa, Retratos, de Estela de Castro, un trabajo fuera de lo común en lo que se refiere a la fotografía, y, por si fuera poco, Y Muros, una exposición curiosa donde 32 artistas han realizado grafitis, lo que se llama ahora, con cierto eufemismo, arte urbano, recubriendo los muros del edificio de la Tabacalera, edificio bastante singular y de enorme factura: las pinturas se extienden por un perímetro que abarca desde la Plaza de Embajadores a la calle Miguel Servet y Mesón de Paredes: Ronda de Atocha se convierte, así, con el lado que da a esa calle del edificio Jean Nouvel, del MNARS, de la Casa Encendida, del Circo Price y de Tabacalera Espacio de Arte, en una de las referencias esenciales del movimiento artístico de Madrid y, si me apuran, de España.

Pero dejando aparte el trabajo de Ángel Haro, ya dentro del edificio, que ocupa la parte central y donde podemos ver la obra de este hombre procedente del teatro que ha creado unos espacios concebidos como escenografías, Obertura, por ejemplo, donde el visitante experimentará lo que representan las esperas, en la parte denominada La Fragua nos topamos con algo insólito, una serie de 57 fotografías de fotógrafos españoles famosos que ha retratado Estela de Castro durante años. Es un trabajo que la artista no da por cerrado y continúa en él, pero lo que se muestra da idea de lo difícil y descomunal del proyecto. Las fotografías dedicadas a cada fotógrafo van acompañadas de un vídeo donde la artista entrevista al retratado. Cuando termine el proyecto, lo dé por acabado, habrá que reconocer en él un monumento enorme a la historia de la fotografía de la segunda mitad el siglo XX, pues están todo los que son o han sido: Sanz Lobato, Oriol Maspons, Colita, Chema Conesa, Fontcuberta, Schommer, Valhonrat, Chema Madoz, Ouka Leele, Catany, Luís Baylon José Manuel Navia, Alberto García Álix, Cristóbal Hara, Juan Manuel Castro Prieto, Pilar Aymerich, Eduardo Momeñe...

Con tamaño material hay para realizar una historia de la fotografía española actual pero vista desde la propia profesión y esa mirada es nueva: hay que agradecer a Estela de Castro semejante trabajo, que será recordado, aparte sus características artísticas, como una enorme recopilación donde 57 creadores explican la relación con su oficio y el motivo por el que se dedicaron a ese arte. Como archivo no tiene precio.

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Ouka Lele. / ©Estela de Castro (mcu.es)

Armada con su Hassenblad 503, Estela de Castro ha realizado tres rollos de 12 fotos por cada rollo, para cada retratado, a la vez que, con los vídeos, quiere introducirse en la realidad cotidiana, en las manías y proyectos de cada uno de los fotografiados. Es una mirada nueva de concebir éste, es decir, casi por primera vez el retrato se dirige al retratado de manera profesional, formando parte de un proyecto sobre historia de la fotografía y eso es importante, no sólo por lo que tiene de documento sino por el concepto mismo del trabajo, algo , ya digo, insólito por estos pagos.

La muestra se inscribe dentro de PHOTOESPAÑA 2014 y pasa por ser una de las exposiciones más interesantes que pueden contemplarse hoy día en Madrid. Estela de Castro es hija de fotógrafo y el retrato es para ella algo natural pues desde que era niña jugaba con sus amigas en el estudio donde su padre hacía fotos. El estudio por tanto, es parte esencial de su trabajo.

Viendo sus retratos me recuerdan a algunos de los de los grandes fotógrafos del siglo XX: hay momentos, sobre todo en las fotografías de esquinas, que semejan a los de Irving Penn, lo que es mucho decir. En realidad Estela de Castro es artista que debe tener horror a los desiertos, es decir, a los espacios carentes de personas. Para ella no se concibe algo sin la presencia humana y esa concepción le viene de que en su casa no había una sola foto en la que no estuviera fotografiada una persona.

Lo que la artista busca en el retrato, sin embargo, y a pesar de su original mirada, está bien avalada por al tradición: rebuscar en la personalidad escondida del fotografiado. Pero la libertad que otorga es esencial: es el retratado el que busca su propio espacio para ser fotografiado. Eso lleva a destapar parte de la personalidad del retratado, algo que Estela de Castro quiere conseguir a toda costa, pero también a que el retratado adquiera confianza, primordial para que el trabajo se lleve a cabo con éxito pues lo opaco no tiene cabida en un trabajo que busca la transparencia psicológica por encima de todo.

Y esa transparencia se encuentra en otros trabajos de Estela de Castro, como el que hizo de personajes del barrio de Las Margaritas madrileño, un barrio de los llamados multiculturales del sur de Madrid. Emplea sólo como condición para las fotografías luz natural y un fondo neutro, o uno inquietante pero lleno de hermosura, el reportaje que realizó de su hermano, enfermo con el síndrome de Lennox Gastaut, donde empleó la fotografía como un elemento de clarificación en detrimento de las palabras, que muchas veces sirven para engañar.

Retratos es una gran exposición. De lo mejor que nos podemos encontrar ahora en Madrid, que es ciudad pródiga en muestras variadas y de enorme calidad.

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