El año literario se estrena con grandes nombres

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Cubierta de 'Palais de Justice'.

Este otoño viene cargado de novedades importantes en el campo literario, como si las editoriales, debido a felices circunstancias, hubiesen tirado la casa por la ventana. Me refiero al ámbito exclusivo de la calidad literaria, no de las ventas, pues en eso no hay año en que lo previsible no sea la característica más común: el dinero, muchas veces, se conforma con hacerse con la sota, caballo, rey, el dicho viene que ni al pelo, y no atiende a riesgos, aun sea mínimos. Un ejemplo: Planeta publicará este otoño, Venirse arriba, primera novela de Borja Cobeaga y Diego San José, guionistas de Ocho apellidos vascos. La historia que cuenta pertenece al ámbito más castizo de nuestra farsa pero con circunstancias nuevas. Un Erasmus que estudia en Amsterdam recibe la visita de su padre. A partir de aquí se desencadenan una serie de acontecimientos a cual más hilarante basado en contrastes sociales, al modo de la película. Otro ejemplo es el de Ofrenda a la tormenta, en Destino, una novela de Dolores Redondo que redondea su trilogía del Baztán, protagonizada por la inspectora de la Policía Foral de Navarra, Amaia Salazar. Como si hablar del Baztán fuese obligado recurrir a la hechicería de Zugarramundi, en esta última entrega hay brujería, magia y hasta inquisición. Hay que decir que los dos volúmenes anteriores han sido un éxito de ventas, alcanzando cifras de cien mil lectores.

Para hacernos una idea del conjunto arrollador de novedades que saldrán este otoño, no tenemos más que echar un vistazo a lo que una editorial como Galaxia Gutenberg -Círculo de Lectores editará este mes: Un Federico García Lorca, Poemas de la Vega, antología de poemas lorquianos en torno a la vega de Granada, donde también se incluyen fragmentos de dramas, cartas y el famoso “Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros” y que está prologado por Luís García Montero; una novela de Jordi Carrión, Los huérfanos, que toca el tema de la ciencia ficción; El jardín de la memoria, de Lea Vélez, que se enmarca en ese género tan actual de narrar acontecimientos cotidianos que le suceden al autor enfrentado a problemas existenciales importantes, en este caso los avatares que tiene que afrontar la narradora al cuidar de su marido, enfermo de cáncer, y Palais de Justice, una nouvelle de José Ángel Valente que promete ser uno de los libros del año y que según Sánchez Robayna, que se ha encargado de la edición, es una obra de ficción con muchos flecos autobiográficos tratados de manera implacable y con una atmósfera onírica de claros antecedentes kafkianos.

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Portada de la obra de Ana María Matute.

Pero no sólo al difunto Valente se le publica inédito. Cuando murió Ana María Matute dimos noticia de que dejaba novela a punto de ser publicada: Demonios familiares, Destino, es el título del inédito de la Matute y en ella se aleja de las historias medievales que cumplimentó en La torre vigía y Olvidado Rey Gudú y retoma la memoria de la guerra civil y de los fantasmas espantosos que rondan a las sagas familiares cuando quieren dejar constancia de su impronta. Trata de Eva, una novicia que regresa a su casa familiar en 1936 después de que el convento donde habitaba fuese quemado y saqueado. A partir de aquí se sucede un drama de consecuencias terribles. Ana María Matute se nos muestra de nuevo en sus viejos temas de juventud que la hicieron escritora imprescindible en la posguerra.

Javier Marías publica libro: se títula Así empieza lo malo, que es cita de un verso del Hamlet shakesperiano y en él vuelve a un tema recurrente en su narrativa, las dificultades complejas en las relaciones entre hombres y mujeres.El narrador es el asistente de un famoso cineasta que desprecia a su mujer, esléndida señora, por otro lado, por un hecho oscuro acaecido en el pasado. Aparece en la novela, transmutado en personaje, Francisco Rico, el filólogo. No ha sido la primera vez. Un cameo de lujo... literario.

Lumen editará la última novela de Juan Marsé, Noticias felices en aviones de papel, donde el escritor realiza una descripción estupenda de la Barcelona de los años ochenta retomando viejos temas: Bruno, un adolescente, visita a la vieja bailarina polaca Hanna Pawli, que le cuenta los traumas por los que tuvo que pasar antes de huir de su Polonia natal. Una novela de aprendizaje como son norma en Marsé. De seguro que contendrá diálogos memorables.

Por su parte Luís Mateo Díez editará en Alfaguara La soledad de los perdidos, donde dará por finalizado su ciclo dedicado a Celama. En la novela tratará el tema de aquellos que tuvieron que esconderse en algunos pueblos a raíz de la represión brutal de la posguerra. La delación, el oprobio, serán sentimientos rememorados por Ambrosio Leda una noche en la que decide salir de su agujero.

Finalmente Luís Landero, en El balcón en invierno, Tusquets, vuelve a escudriñar en los recursos de la memoria. Un escritor se asoma al balcón de su casa y recurso proustiano, rememora una conversación que tuvo lugar con su madre en otro balcón cincuenta años antes, lo que da lugar a narrar una infancia rural en Extremadura, unos años de estudio en Madrid y una vocación extraña por la literatura después de que el autor pasase por la experiencia de otra vocación irresistible, la guitarra.

Y todo esto en las próximas semanas. El año parece pródigo. Por lo menos así se presenta en sus inicios.

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