Nicanor Parra: ‘la voz de la tribu’ cumple cien y publica un libro

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Portada_libro_Temporal
Portada del libro / edicionesudp.cl

Nicanor Parra siempre ha querido ser la voz de la tribu y así lo ha dicho en ocasiones diversas. Acaba de cumplir su primer centenario y, como si de un demonio bueno se tratara, luce una mirada que traspasa muros, hace añicos rocas, alegra corazones. Temporal (Ediciones Universidad Diego Portales, 2014) es un largo poema escrito en 1987, durante dictadura de Pinochet, cuando el prolongado mal tiempo anegó pueblos enteros en Chile y se llevó por delante muchas vidas, con el barro y la hambruna. Entre otras razones, por las que él mismo apunta en el libro: “¿Por qué razón oscura / Que la mente no capta / Siguen robándole metros al río / Para instalar escuelas y hospitales?”.

Parra está contento con el libro. Le salió de corrido casi, empujado por la furia y la impotencia de comprobar tanta inmundicia mental, tanta injusticia. Dice que en este libro ha logrado por fin dar con la voz de la tribu, con el lenguaje de la gente, ni poético ni literario, el que la gente habla. Las razones por las que el libro ha tenido que recorrer el tiempo de 20 años para salir a la luz ya es harina de otro costal. Vaya usted a saber. Se perdió por ahí, en algún cajón. Qué sé yo. Pero hace dos meses que la Universidad Diego Portales, cuyas ediciones son magníficas, por cierto, lo ha sacado por fin.

En el Chile actual, las celebraciones del cumpleaños del poeta no cesan. Hay una exposición, en el Centro Gabriela Mistral, de Santiago, de fotografías en blanco y negro, que relatan su vida en imágenes y que habían aparecido, como perdidas, dentro de una maleta que Parra tenía olvidada por ahí. Se ha celebrado un seminario internacional de antipoesía –género inventado por Parra, tras la publicación, en 1954, de sus Poemas y antipoemas, libro que desbarató la tendencia de la poesía hispanoamericana- y se anuncia un recital poético a cargo de Niall Binns, experto en la obra del chileno y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.

En España, hace 14 años, se publicó ese libro fundamental de Parra, Poemas y antipoemas, en edición de René de Costa, dentro de la colección Letras Hispánicas, de Cátedra. Quién quiera conocerlo de verdad, ha de asomarse a ese libro con las orejas desabrochadas y los ojos dispuestos a cualquier sobresalto.

Poco dado a homenajes, aunque un hombre cercano a la gente corriente y moliente, Nicanor Parra pasará algún bochorno estos días, pero él se lo ha buscado, al fin y al cabo, por osar el traspaso de la centena y por haber elegido no ser hermético –lo que estaba de moda, cuando él era jovencito-, sino abrir sus conocimientos mundanos y celestiales a la gente, jugar con la simplicidad de las palabras y la fuerza de los conceptos, todo lo que pudimos contemplar hace un año en la Biblioteca Nacional, Madrid, gracias a una exposición singular y espléndida, y que comentamos en cuartopoder.es.

Ignacio Echevarría, escribió aquí mismo una semblanza que viene ahora a cuento, pues hablaba de la posteridad en vida y la carga que lleva eso, no sin el juego irónico que acompaña siempre a las palabras del chileno y que Echevarría conoce tan bien.

Da la impresión de que a Parra sólo le importa la gente y sus penalidades junto con la alegría de la palabra a la que está lejos de renunciar por muchos cien años que le queden aún por cumplir. Parra aparece en fotografías con grandes poetas, sin un asomo de especial emoción, con la tranquila actitud de quien se sabe en la senda adecuada, después de haberse preparado para ser matemático, de haber estudiado cuidadosamente el cosmos en Oxford, de haber ensayado durante años la labor docente –qué suerte haber sido alumno suyo-, con encomiable elegancia.

Había estudiado con una beca para estudiantes pobres, pero la abundancia le llegó como palabras y risas. Y en ello continúa. Consciente, desde el principio, de que quizás no haya avanzado tanto la especie como parece en las noticias de festivales de electrónica. De ahí, el fragmento de su antipoema Advertencia al lector:

Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte,
Menos aún la palabra dolor,
La palabra torcuato.
Sillas y mesas sí que figuran a granel,
¡Ataúdes!, ¡útiles de escritorio!
Lo que me llena de orgullo
Porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos.

Pues, que sea un cumpleaños feliz.

2 Comments
  1. me says

    Cien años y pensando…Felicidades!

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