La muerte y el territorio

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pelicula_isla_minimaAlberto Rodríguez es uno de los jóvenes directores españoles que más nos gusta en este momento. Poco a poco se está forjando una sólida carrera con una voz propia y llena de propuestas interesantes. Empezó con El factor Pilgrim hace ya 15 años y desde entonces ha rodado películas tan sugerentes y distintas como El traje, Siete vírgenes, After o Grupo 7, cinta ésta última con la que guarda alguna semejanza la que hoy nos ocupa, La isla mínima: son del mismo género, thriller policiaco, se localizan en Andalucía y se sitúan en los años 0chenta: en 1987, Grupo 7, y en 1980, La isla mínima. A partir de aquí empiezan sus diferencias.

El director sevillano ha construido, junto a su guionista habitual, Rafael Cobos, una historia espesa y desasosegante sobre la investigación que llevan a cabo dos policías acerca de la desaparición de varias jóvenes en las marismas del Guadalquivir durante la España de la Transición. El ambiente cerrado, sofocante y claustrofóbico del paisaje es la metáfora perfecta de la España de entonces, donde la represión, el deseo, el silencio y la muerte caminaban juntas.

En ese territorio límite y hostil, ambos funcionarios, destinados allí como castigo por sendas manchas en su carrera aunque por motivos distintos, van descubriendo al espectador un mundo peculiar, regido por sus propios códigos, en el que la violencia ha penetrado de la mano de la pobreza y el poder, como casi siempre, en la figura de varias adolescentes desaparecidas a lo largo de los años.

La historia contiene varias tramas, personales y sociales, todas sugerentes y bien trabadas, y sus revelaciones fluyen pausadamente, como las mareas del Atlántico sobre el Guadalquivir, manteniendo un interés creciente y abriendo posibilidades a medida que avanza la historia.

A parte de la memorable y breve interpretación de Antonio de la Torre como padre de dos de las niñas y de todos los secundarios que, en mayor o menor medida, participan en la película, destacan las actuaciones fabulosas de la pareja de policías protagonista, Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo, sobre todo del primero, quienes logran forjar unos personajes endurecidos, en los que percibimos, sin embargo, que la intensidad de la historia va dejando poso.

Los planos deslumbrantes de las marismas, las acequias y los arrozales de la fotografía de Alex Catalán, envueltos en la música inquietante de Julio de la Rosa, completan brillantemente esta magnífica película española con aroma a El cebo o La caza, donde el territorio es parte principal de la historia. De lo mejor que hemos visto en mucho tiempo.

La isla mínima viene a poner de manifiesto que en España se hacen buenas películas y que la crisis de espectadores que vive nuestro cine no se debe tanto a la calidad cinematográfica del producto como a factores de producción, distribución y precio. Hace poco se estrenaba también otra buena película española, El niño, con la que, por cierto, comparte dos actores: Jesús Castro y Jesús Carroza, que corrobora esta tesis.

Warner Bros. Pictures España (YouTube)

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