El rugido de la sabana en el delta del Okavango

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Ofelia de Pablo y Javier Zurita (Texto y fotos ©)

El Delta del Okavango en Botswana forma parte del paisaje visual de las cabañas del Khwai River Lodge.
El delta del Okavango en Botswana forma parte del paisaje visual de las cabañas del Khwai River Lodge.

Un rugido lejano rasga el horizonte antes del amanecer. Desde mi cama, agazapada entre las sábanas me dejo seducir por los sonidos de la naturaleza. Las elegantes cabañas del campo de Khwai, asomadas al río que lleva su mismo nombre, son hoy mi hogar en el delta que forma el río Okavango en Bostwana.

Amanece y el alma fascinada no es capaz de absorber de golpe tanta belleza. Entre los árboles de la lluvia y las acacias espinosas están los soñados elefantes, sólidos gigantes caminando firmes por los pocos espacios que no están inundados. Están a tan sólo unos metros de mí. A su lado sorprende la elegante piel de las cebras que alocadas corretean por la sabana. Un poco más allá se desplazan impasibles las reinas del territorio, las soberbias jirafas, que perezosas caminan en manada acompañadas por los impalas y entre la alta hierba, agazapados y vigilantes, están los leones, tumbados, sin prisa, esperando su momento. Este es el retrato desde mi preciada atalaya en uno de los santuarios mejor conservados de África. No hay vallas, ni verjas, nada separa a los animales de las personas y es esa plenitud en la naturaleza la que conquista al viajero.

Este paraíso es el corazón de la tierra de los Tswana -los habitantes de Botswana- y está bañado por uno de los ríos con más vida de África: el Okavango. Sus aguas conquistan cada centímetro de la sabana convirtiendo sus orillas en fértiles tierras donde abunda la vida salvaje. Lejos de los lugares habitados, escondidos en este planeta vegetal conviven los cinco grandes: elefantes, leones, búfalos, leopardos y rinocerontes junto a una de las mayores concentraciones de aves del continente.

El Khwai River Lodge, donde nos alojamos, es uno de los campos más antiguos de Botswana. Un lugar con un encanto especial situado a tan solo 8 kilómetros al noroeste de la puerta norte de la Reserva de Moremi.

Hoy es KG –el guía que tenemos asignado para toda la estancia- el que dirigirá el safari de avistamiento de animales. El coche se detiene y a pocos pasos hay un rebaño de ñus, detrás de ellos decenas de impalas y al fondo casi una veintena de cebras. A tan solo unos metros, unos hipopótamos retozan entre los nenúfares en un baño que se prolongará todo el día. Sus pequeñas crías intentan aprender a flotar mientras un águila les observa impasible desde su árbol. La sabana está en armonía, un murmullo constante de vida que sólo se rompe por el sonido lejano del rugir de los leones. El corazón se acelera y el guía decide ir a buscarlos. El miedo y la emoción se enganchan en la garganta, una rápida mirada al vehículo y esos espacios abiertos del coche, que tanto gustan a los visitantes para fotografiar, ahora parecen arriesgadas ventanas ante la sola idea de la proximidad del león. El guía nos tranquiliza: “El león piensa que somos un solo animal si nadie saca un brazo por la ventanilla” –advierte. En silencio nos acercamos a él. La respiración se acelera mientras el obturador no deja de disparar captando un momento soberbio. La plenitud existe, pienso para mí y sonrío.

Cae la tarde y de regreso al campamento el cielo se tiñe de un rojo espectacular, el sol se convierte en un disco gigante que comienza a ocultarse lentamente detrás de las acacias mientras el corazón aún palpita por las emociones vividas. Sólo queda cerrar los ojos, respirar y rendirse ante la belleza de África.

Guía práctica:

Dónde: En el Khwai River Lodge. Es uno de los campos más antiguos de Botswana, que recientemente ha sido renovado, desde dónde se puede explorar la reserva de Moremi. Para alojarse y disfrutar de los safaris consultar www.belmond.com

Cómo ir: Iberia vuela a Johannesburgo desde 644€ . Desde aquí, Air Botswana tiene trayectos diarios a Maun, la capital del país donde comienza nuestra aventura.

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