«No hay nada que me resulte más sospechoso que los que exhiben su buen corazón»

1
clara_sanchez_escritora_efe
La escritora Clara Sánchez, autora de 'Cuando llega la luz', en una imagen de archivo. / Efe

Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) es una escritora española dueña ya de una extensa y premiada obra narrativa. Desde la publicación, sin embargo, de Lo que esconde tu nombre, una bella historia ambientada en la Denia actual, donde antiguos nazis campaban por sus respetos. Su obra es muy conocida fuera de nuestras fronteras, sobre todo en Italia, donde las ventas son millonarias. Sus novelas han vendido más de millón y medio de ejemplares. Premio Alfaguara por Últimas noticias del paraíso, Premio Nadal por Lo que esconde tu nombre, Premio Planeta por El cielo ha vuelto, la obra de Clara Sánchez es una indagación persistente en las metáforas del imaginario personal. Ahora acaba de publicar Cuando llega la luz (Destino), que se presenta como la digna continuación de Lo que esconde tu nombre y que tiene a los mismos personajes de esta novela de protagonistas pero descritos muchos años después. Clara Sánchez nos habla en esta entrevista de su novela y repasa temas queridos y persistentes en su obra, a la vez que nos ofrece las claves necesarias para entender gran parte de su obra.

— Cuando llega la luz se presenta como continuación de Lo que esconde tu nombre. ¿Qué faltaba para rematar esa historia entre Sandra y Julián?

Siempre que termino una novela me quedo con ganas de contar “el día después”; cómo ha cambiado la vida de los personajes; cómo lo que han vivido ha impactado en su psicología. Me quedé con ganas de saber si todo lo que habían vivido Sandra y Julián los había vuelto más fuertes o más débiles. Y, sobre todo, indagar en la relación sentimental de Sandra con Santi, Alberto y un nuevo personaje que me ha encantado escribir por su mezcla de candor y sabiduría: Lucy.

¿Cómo llegó a usted esa oscura historia de las comunidades nazis en el País Valenciano? ¿Cúal fue la razón de que le sirviera de materia de historia de ficción?

"Ver cara a cara a un monstruo que tenía fama de bonachón me descubrió que
no somos lo que parecemos"

Porque cuando me marché a vivir a Denia, a principios de los 80, me encontré con que el dueño de los bungalows Bremer, que estaban a unos 300 metros de mi casa, era un nazi relevante. Se había instalado allí en los años 50 con su mujer Almut y vivían como Dios. Como él, había otros en la zona. En resumen, había sido y era un lugar privilegiado para refugiarse. Muchos están enterrados en el cementerio de la localidad. Esta experiencia me marcó; el ver cara a cara a un monstruo que tenía fama de bonachón y simpático me descubrió que no somos lo que parecemos, una línea que corre todas mis novelas desde la primera a la última. Muchos años después me imaginé a estos individuos viejos, en pantalón corto y con una gorra visera comprando en el supermercado, a una chica, “Sandra”, que podría ser yo, y a alguien, “Julián”, que se cruza en su camino para quitarle la venda de los ojos.

— Parece que ha llegado a estar amenazada después del éxito de Lo que esconde tu nombre. ¿Podría explicar esa primera sensación, cuando se dio cuenta de que las amenazas iban en serio?

No me apetece hablar de esto, es agua pasada. Pero sí te diré que me llamó la atención la prepotencia y seguridad de esta gentuza.

Sandra y Julián son personajes muy acabados, lo que les distingue de lo usual en el género del thriller. Es cualidad suya, la recuerdo por lo menos desde El palacio varado.

Tú que conoces mi trayectoria estarás de acuerdo en que mis novelas no pueden encajarse en un género. Son thriller, existencialistas, psicológicas... No sé, no me planteo cuando escribo en qué género lo hago. Escribo lo que siento sobre la vida y las personas, y siento muchas cosas.

cuando_llega_la_luz_portada_planeta
Portada de 'Cuando llega la luz'. / Planeta

Hay en esta novela profusión de personajes secundarios, sobre todo en la descripción de la residencia de ancianos. Esto parece ser nuevo en su narrativa, más centrada siempre en mundos cerrados, como el de Sandra. ¿Podría contarnos sobre esa experiencia narrativa?

Me he divertido mucho escribiendo sobre la residencia, sobre esos viejecitos nada inocentes. Creemos que los viejos no tienen ambiciones, ni deseos, ni maldad y nos equivocamos. No nos interesan porque no los vemos peligrosos y nos perdemos una parte de la humanidad.

El pasado siempre fue tema recurrente en su narrativa. ¿Considera la memoria la base esencial del devenir literario sin la cual éste no existiría?

Considero mis novelas muy actuales. Ninguna es histórica, ninguna está situada en el pasado. Me interesa atrapar lo que los tiempos traen. Me interesa el presente, pero el presente también está hecho de pasado. Los nazis de mis novelas no son aquellos de la Segunda Guerra Mundial, son los que hasta hace dos días eran aparentemente unos jubilados extranjeros más. Y en Cuando llega la luz son sus discípulos jóvenes los que están tomando el relevo. Lo que quiero decir es que el pasado está en el presente y solo hay que descubrirlo.

— Creo que hay un afán por moralizar explícitamente esta historia ¿Lo hizo consciente de que tenía necesariamente que ser así?

— En ningún momento y no creo que en la novela se moralice en absoluto, lo que no significa que no se desprenda de ella la dimensión moral de los personajes. Yo solo quería escribir una novela de terror con personajes reales. Ni siquiera las víctimas son radicalmente “buenas” como se ve perfectamente en Cuando llega la luz.

— Después de escribir estas dos narraciones con el mal como verdadero protagonista, ¿se atrevería a darnos una definición del mismo? Dicho de otra manera, ¿cambió la redacción de sus novelas la concepción que tenía del mal?

"Yo solo quería escribir una
novela de terror con personajes reales"

Me ha hecho reflexionar más sobre la capacidad que tiene la mente para engañarse. Un hecho real: Bretón, el asesino de sus hijos, dos inocentes niños, tiene sus fotos pegadas en la pared de la celda y continúa sosteniendo que se perdieron en el parque. Los corruptos que nos han robado el dinero a manos llenas se sienten (como vemos todos los días en televisión) víctimas de la sociedad y puede que hasta se olviden de que tienen millones y millones en paraísos fiscales. El mal es el daño que hacemos a los demás y ese está en nuestro cerebro, y nuestro cerebro se adapta a lo que sea para sobrevivir. No hay nada que me resulte más sospechoso que los que exhiben su buen corazón, su ideología intachable, etc., hasta que un día se descubre que se lo estaban llevando todo a Costa Rica o Panamá.

— Sandra y Julián, ya digo, son personajes literarios muy acabados. ¿Volverás a ellos?

No lo sé, quizá.

1 Comment
  1. Rosa says

    Seguro que es una novela excelente, como todas las de esta brillante e inteligente escritora.
    Habrá que leerla.

Leave A Reply