Marcos Ana, decidme cómo es un hombre

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El poeta y militante comunista Marcos Ana. / Twitter @iunida
El poeta y militante comunista Marcos Ana. / Twitter @iunida

Ha muerto Marcos Ana, militante comunista y poeta.

Decidme cómo es un árbol es el título de un poema de Marcos Ana que Roberto Iniesta, líder del grupo Extremoduro, leyó en Plasencia de Cáceres cuando fundó el grupo en 1987, y que convirtió en canción emblemática. Aquel año Marcos Ana tenía 67 y hacía 25 años que había salido de la cárcel donde cumplió condena de 23 años, estando a punto de ser sentenciado a muerte dos veces. A Marcos Ana le correspondió el maldito título de ser el preso político español que más tiempo pasó en una cárcel franquista.

De 1939 a 1962, en que salió de la prisión, Marcos Ana nunca fue juzgado en ese tiempo, su vida transcurrió de cara a la más estricta e intensa soledad, de ahí el título de otro de sus poemas, Mi corazón es patio, una soledad en la que le salvó la poesía, de la que aprendió a trancas y barrancas leyendo bien a Rafael Alberti, a Pablo Neruda, a Antonio Machado, a Miguel Hernández, aprendiendo sus libros de memoria y, luego, con un estilo musical muy definido, emularles en lo que valían.

Cuando Marcos Ana salió de la cárcel en 1962 no sabía mirar horizontes porque las paredes verticales de la prisión le habían acostumbrado a no distinguir espacios abiertos, cuya contemplación le mareaba hasta darle vómitos. “22 años, ya olvidé/la dimensión de las cosas/ su olor, su aroma,/ escribo a tientas el mar/el campo, el bosque, digo bosque/ y he perdido la geometría del árbol./ Hablo por hablar asuntos/ que los años me olvidaron./ No puedo seguir/ escucho los pasos del funcionario”. La adaptación fue, pues, penosa, pero Marcos Ana, comunista de toda la vida y sin remisión, viajó intensamente y conoció a Rafael Alberti, a Che Guevara, a Pablo Neruda, con vocación política, sí, pero también poética, aunque hay que decir que para Marcos Ana la política y la poesía se unían en feliz coyunda moral.

Extremoduro fue grupo de rock progresivo que quedó prendado de esa dura humanidad que desplegaba la poesía de Marcos Ana. Otro poema, Te juzgarán sólo por tus errores (yo no), inspiró en 1989 el álbum Rock Progresivo, donde el poema se distingue de sus otras canciones porque inmiscuyen coros: “Tengo más vidas que un gato:/me muero siempre, y me mato/ un poco cada vez que muere/cualquiera de mis hermanos:/la hierba, ratones, las tías,los gitanos/los peces, los pajaros, los invertebrados/... /y que pena si mueres de los propios gusanos”.

Marcos Ana no se llamaba Marcos Ana, es éste nombre de guerra poético, sino Fernando Macarro y nació en una pedanía de Salamanca en 1920. Adscrito al PCE desde su juventud, fue uno de los muchos capturados en esa ratonera que fue el puerto de Alicante y que Max Aub narró con talento sin parangón. Se le adjudicaron tres muertes y le enchironaron en Porlier. En la cárcel conoció a Eduardo de Guzmán, el periodista anarquista, a Buero Vallejo, a Hoyos y Vinent o al pintor Ambrosio Ortega... también a Neruda, a Lorca, a Alberti pero a éstos bajo formas de poema que se pasaban clandestinamente. Fue entonces cuando se le desarrolló la vena poética y su obra, clandestina, fue conocida en el exterior. En 1961, por mediación de Neruda y Alberti, que orquestaron una campaña internacional para su liberación, le fue otorgada una amnistía. Fue liberado el 17 de noviembre e, inmediatamente, el ministerio que dirigía Manuel Fraga realizó una intensa campaña difamatoria en la que se le acusaba de asesino.

Marcos Ana se escapó a París, desde donde dirigió el aparato de propaganda antifranquista del PCE, donde colaboraron Yves Montand, Jean Cassou, Michel Piccoli y Jean Paul Sartre. Hizo gestiones cuando detuvieron a Julián Grimau y se alineó con Carrillo para expulsar a Enrique Líster del PCE y luego del PCUS. Finalmente, ya en la Transición, llegó a ser candidato a diputado por Burgos y más tade ha ejercido labores que tiene que ver con la solidaridad internacional.

Marcos Ana ha sido calificado de poeta de trincheras aunque yo no haya percibido rasgo alguno en sus poemas que se le parezca. Hoy, en la hora de recordar su muerte, recomiendo encarecidamente la lectura de su libro de memorias, Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida, con prólogo de José Saramago, donde se halla el Marcos Ana que nos cuenta cosas terribles con espíritu sabio, nada revanchista, y que hizo de él un personaje notorio en cuanto a cierta fama literaria.

En realidad la justicia que debe otorgársele a libros como España a tres voces, Poemas de la prisión y la vida, Las soledades del muro, están esperando aquel que sepa verla. De hecho su obra completa aún no se ha publicado en España, aunque creo que existe una venezolana.

De ahí que no haya sido casual que haya citado a Extremoduro, pues es el rock de combate el que mejor ha sabido comprender el legado de Marcos Ana, lo que no deja de ser irónico en un partido que en los 60 pensaba seriamente que el rock era un arma de propaganda norteamericana, en conjunción exacta con lo que pensaban sus colegas soviéticos, que ofrecían en el mejor de los casos ballets a lo Katchaturian. Cosas de la guerra fría.

Ha muerto Marcos Ana, militante comunista y poeta. Testigo de los episodios más negros de la España del siglo XX. No es poco.

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