Miguel Sáenz: “La infancia nunca me ha dejado. Soy el mismo que a los 6 años”

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Miguel Sáenz, durante la presentación de su último libro. / rae.es

A Miguel Sáenz se le conoce sobre todo por sus excelentes traducciones de Günter Grass, Peter Handke, Thomas Bernhard, W.G. Sebald, Arthur Schnitzler, Heinrich Von Kleist, Joseph Roth, Alfred Döblin, Hermann Broch, Christa Wolf, y más nombres de entre los grandes. Pero el brillante traductor --y jurista, y general de aviación-- que es miembro de la Deutsche Akademie für Sprache und Dichtung y de la Real Academia Española, llevaba paseando por el mundo una novela que no ha querido salir a la palestra hasta ahora: Territorio (Editorial Funambulista, 2017). La novela de su infancia en un territorio mítico y real a la vez, Sidi Ifni, la ciudad del protectorado español en Marruecos, al norte del Sáhara, donde estaba destinado su padre, militar de profesión.

Sáenz recoge una memoria que es la de la patria auténtica: la infancia, donde el azul del cielo es eterno y el sol, como recuerda el mejor Antonio Machado, luce como nunca más vuelve a lucir en la vida de las personas. “Me he contado esta historia mil veces", dice, "la historia de una infancia africana”. Y el resorte que impedía que los demás leyéramos esa historia por fin ha cedido. Así que cuartopoder.es le ha hecho algunas preguntas.

--  ¿La infancia es un recuerdo que ataca cuando menos se lo espera uno?

-- No sé qué les ocurre a otros. En mi caso, la infancia no me ha abandonado nunca y no tengo conciencia de haberla dejado atrás. Es más: siempre he dicho que soy exactamente la misma persona que era a los seis años. Tal vez fuera precocidad entonces y sea retraso mental ahora.

-- Mientras que ingleses y franceses han escrito mucho sobre sus territorios coloniales no hay apenas literatura española --excepto el Pérez Galdós de “Aita Tettauen”-- sobre los nuestros, ¿a qué cree que es debido?

-- No estoy nada seguro de que no haya literatura española o, al menos, en español, sobre esos "territorios". Aunque, pensándolo bien, es cierto que no hay una verdadera literatura colonial española, quizá porque España nunca tuvo verdaderas colonias. Sólo protectorados (norte y sur de Marruecos), Tánger, Ifni y Guinea. Sobre la guerra del Rif, la mejor novela sigue siendo, de lejos, Imán, de Sender (probablemente es también la mejor novela de Sender), aunque hay algún otro clásico, como El blocao, de José Díaz Fernández. Sobre Tánger es otra cosa: de la excelente La vida perra de Juanita Narboni, de Ángel Vázquez, a los libros de Ramón Buenaventura (El año que viene en Tánger) y Antonio Lozano (Un largo sueño en Tánger). Sobre el Sáhara la literatura es bastante nula y diletante, y sobre Guinea, por lo poco que sé, casi inexistente. El problema es que, en el siglo XX, no hubo un verdadero imperio colonial español; solo un proyecto de imperio.

Portada de Territorio. Ed. Funambulista

-- Parece como si entre los españoles el territorio no forme parte de la educación sentimental, como si el paisaje no fuera un personaje importante en la narración. ¿Qué supone para usted ese paisaje?

-- El paisaje es tan importante como el paisanaje. Para mí es algo que se mira y admira. La tierra en cambio, el territorio, es algo que se vive. En mi libro, después de mi padre, los personajes más importantes son la tierra y el mar.

-- Da a veces la impresión de que la figura del padre se enseñorea del libro. Pero la intención no era esa ¿verdad?

-- Absolutamente cierto: la personalidad de mi padre era tan fuerte que, sin quererlo yo, va ocupando el centro del escenario. Al final, el libro tiene más de biografía que de autobiografía, cuando el principio tenía pretensiones de novela.

-- ¿Debe uno luchar contra la nostalgia en este tipo de relatos o, por el contrario, hay licencia para cierto abandono?

-- ¿Por qué luchar contra un sentimiento tan noble? Es curioso, pero cada lengua tiene una palabra para "nostalgia" que todos sus hablantes creen intraducible a otros idiomas.

-- Félix de Azúa, sobre Territorio, dice que "la infancia sólo se vive en lugares inventados expresamente para los niños" ¿Cuánto hay de invención en la novela?

-- El Territorio de Ifni no fue una invención, sino un lugar encontrado y luego perdido. Quizá no haya en el libro nada inventado.

-- ¿Qué cree que hace tan universal su libro?

-- Tu elogio me llega al alma. Siempre recuerdo a Miguel Torga: "O universal é o local sem paredes".

-- ¿Cómo se le ocurrió lo de los tres finales? ¿Es un ajuste de justicia, más que de cuentas?

-- Los dos primeros finales ocurrieron realmente. El tercero es solo un final deseado. Pero creo que el verdadero final  es el "anexo", en el que voy a buscar la tumba de mi padre, y también la ilustración en que un grupo de jinetes corre la pólvora (lo que se llama o se llamaba "fantasía").

-- ¿Qué libro o libros, autor o autores le han empujado a escribir?

-- A los cuatro años empecé a leer y desde entonces no he parado. Creo que somos lo que leemos.

-- And last but not least, ¿va en serio eso de que escribirá una auténtica biografía de su padre?

-- No, no va en serio. Necesitaría para ello un par de vidas más.

1 Comment
  1. Lorenzo D says

    Hay una novela breve de Francisco Ayala, «Historia de macacos», sobre la época del protectorado español el Guinea. Es una novela narrada desde el punto de vista irónico de un narrador secundario, un funcionario colonial. Lo curioso, tal vez, es que Ayala ese libro en Puerto Rico y, que yo sepa, nunca estuvo destinado en el país africano.

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