CINE / El estreno de la semana

‘Norman, el hombre que lo conseguía todo’: estupendo Richard Gere

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Norman, el hombre que lo conseguía todo
Cartel de 'Norman, el hombre que lo conseguía todo', película protagonizada por Richard Gere. / A contracorriente films

Hay mucho de demente en toda persona obsesionada por llegar a lo más alto, por lograr toneladas de dinero, poder e influencia sólo por su palabrería y sus contactos. Si en España vemos crecer “asesores” como setas alrededor del trinque político nacional o autonómico, imaginen cómo será en Nueva York, la gran manzana podrida.

Norman es uno de esos trepas, pero ya no es joven y ha perdido su gancho y su agenda ya no es la que era. Norman Oppenheimer insiste en dar el pelotazo pero se hace mayor y le quedan pocas balas para lograr el gran golpe. Hasta que acosa a un político israelita que no está pasando el mejor momento de su carrera. Lo adula, lo agasaja, se caen bien, le compra unos zapatos de precio inmoral y años más tarde consigue que ese hombre se acuerde de él.El director y guionista de esta película, Joseph Ceddar (cineasta israelí premiado en Cannes y en Berlín y muy reputado en su país), se basó para su escritura en una fábula judía que habla de las consecuencias que tienen nuestros actos, de cómo hacer un favor a una persona puede darnos en el futuro grandes beneficios.

Lo mejor de Norman, es, con mucha diferencia, el trabajo de composición de Richard Gere, con la elegancia y el patetismo cocinados en su justa medida. Gere ha sabido meterse en ese caro abrigo de pelo de camello y ha bordado un gran personaje a su medida. A sus casi 70, ha logrado un personaje a la altura de su Billy Flynn en Chicago.

Destacan en Noman momentos muy concretos: el de la compra de los carísimos zapatos en una zapatería de lujo obsceno, Norman siendo echado por la puerta del servicio de una cena de altísimo copete, Norman solo en el aeropuerto y mintiendo patéticamente al personaje de Charlotte Gainsbourg, Normal recibiendo un puñetazo del personaje de Steve Buscemi y, sobre todo, su estupendo final.

Lo mejor: Es un reflejo certero y demoledor de esa chusma que vive de la nada, sin dar un palo al agua, solo con palabrería y un teléfono móvil, gente que no produce, que no trabaja, que no crea, que especula, que engaña. Gente que es pura apariencia y que está acostumbrada a mentir mucho. Norman habla con convicción del cortejo comercial y político basado en el halago, en las relaciones de poder, en la tarjeta con el teléfono personal soñado.

Lo peor: Aunque posee diálogos del estilo de los del guionista Aaron Sorkin, no es un relato con agallas y que perdure, que se recuerde para siempre. A pesar de que cuenta con un personaje muy atractivo como protagonista y un final valiente, no llega a conmover. Y me da que Ceddar lo pretendía.

El plan B:

Dos años después de la revolución egipcia, en el verano de 2013, el presidente islamista Morsi es destituido y las calles de El Cairo arden. En este caos un furgón policial traslada a manifestantes de diferentes opciones políticas: islamistas y no islamistas. También a un policía y a dos periodistas.

Sobre el papel la idea de Clash es buena: toda la película trascurre en el furgón, una metáfora de la dividida sociedad egipcia. Lo que sucede en las calles sólo lo veremos desde las ventanillas del furgón. El problema, como le pasaba a Hitchcock en Naúfragos (en la que toda la trama sucede en un bote salvavidas), es que 97 minutos en un furgón se hacen interminables. Clash merecía una buena poda en la sala de montaje si quería salvarse de la repetición. Tampoco le hubiese venido mal un mejor trabajo de guión, sobre todo en lo que se refiere a los personajes, todos demasiado simbólicos y rozando siempre el cliché: el policía, el periodista, el mendigo, el islamista fanático, el niño que se enamora de la niña con velo... Todo demasiado grueso y poco trabajado, plagado de (demasiados) personajes torpemente dibujados, clichés y diálogos prescindibles. Y la pega final: el director, Mohamed Diab, no juzga a sus conciudadanos pero tampoco se posiciona políticamente, y yo creo que ante los fanáticos religiosos (violentos y asquerosamente machistas) hay que hacerlo siempre.

Una verdadera lástima porque la realización de Diab es excelente, la fotografía (premiada en el Festival de Valladolid) fabulosa y el tema que trata muy interesante.

acontrafilms (YouTube)

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