ENTREVISTA

Flavio Cuniberto: “La vocación anti-individualista de la sociedad alemana es una salida de los mitos liberales”

  • Entrevistamos al profesor de Teoría Estética y Filosofía en la Universidad de Perugia y autor del libro Estrategia Imperial: América, Alemania, Europa   
  

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Flavio Cuniberto es profesor de Teoría Estética y Filosofía en la Universidad de Perugia, y es considerado uno de los pensadores italianos contemporáneos más sobresalientes. Es autor de numerosos libros, como El bosque encantado: patología de la Alemania moderna (Quodlibet 2010), Paisajes del reino (Neri Pozza, 2017), y más recientemente el polémico Estrategia Imperial: América, Alemania, Europa (Quodlibet, 2019), en el cual interviene con lucidez en el debate sobre la geopolítica europea a la luz de las grandes transformaciones que están teniendo lugar a lo largo del Atlántico.

Para Cuniberto, el destino de Europa se encuentra íntimamente ligado a la cuestión de Alemania y su futuro; una nación atravesada por corrientes de gigantismo económico, aunque también heredera de una poética con la energía suficiente como para ofrecer otro sentido para habitar un mundo en plena devastación. En la siguiente conversación hablamos de los límites de la Unión Europea, el gran espacio mediterráneo, y algunas claves sobre Alemania de cara al actual momento de reordenamiento planetario.

-En una de sus últimas intervenciones, Ernst Jünger habló de un futuro orden geopolítico organizado alrededor de nuevos grandes espacios que sustituirían a los frágiles estados soberanos. En tu nuevo libro, Estrategia Imperial (2019), sugieres que el futuro de Europa se encuentra íntimamente conectado con la cuestión alemana como tercera opción con respecto a la influencia atlántica, así como a los vientos que vienen del Este. No hay destino sin pensar seriamente Alemania como motor europeo. Una primera pregunta: ¿por qué poner el énfasis en Alemania y no, como han sugerido algunos pensadores recientemente, en un nuevo espacio latino - mediterráneo? 

-Debo admitir que la vuelta a la noción de "imperio” en el debate geopolítico me parece un síntoma positivo, y quiero explicar el porqué. Sin lugar a dudas, los imperios no han desaparecido. Estados Unidos sigue ejerciendo como poder imperial, como en su momento lo fue también la Unión Soviética (ambos eran 'imperios anómalos' que carecían de una fundación heredera de lo sagrado). Ha sido solo recientemente cuando la idea de 'imperio' ha derivado en la forma negativa de lo que entendemos por 'imperialismo'. Por eso, el regreso del 'imperio', no imperialismo, aparece como una posibilidad. Deberíamos entender aquí una forma imperial (supranacional por definición) que permita la coexistencia pacifica de grupos étnicos más allá de la forma de una simple confederación, ya que la noción de imperio presupone un centro, un país conductor, y una cultura dominante. En cuanto a la noción de Imperio latino avanzada por Alexandre Kojeve, o el bloque mediterráneo que Giorgio Agamben y Wolf Lepenies recientemente han propuesto, yo creo que puede ser un escenario posible, aunque yo no creo que sea una alternativa opuesta a la formación de un gran espacio en el centro de Europa dominado por Alemania. En otras palabras, no creo que sea una cuestión de optar por uno de los dos modelos; se trata de asumir que la Unión Europea, tal y como la conocemos, está destinada a desaparecer. Y, por lo tanto, Europa tendrá que reconstituirse a partir de nuevas condiciones. Está claro que se trataría de un escenario simultáneo - un gran espacio mediterráneo-latino de un lado, y el central-germano del otro - cuyo papel central será el de Francia, que es la bisagra entre ambos espacios como ya lo estamos viendo en el contexto europeo. Francia busca forjar un eje franco-alemán y al mismo tiempo convertirse en un poder de influencia en la franja mediterránea. Al menos por ahora, su fuerza reside en poder jugar en ambos tableros.

"La UE, tal y como la conocemos, está destinada a desaparecer"

Sin embargo, no hay dudas que el escenario nórdico - o para emplear el léxico de Carl Schmitt, el gran espacio - estará organizado alrededor de Alemania; espacio en el cual Francia quedará fatalmente subordinada. Y es improbable que Francia acepte esta posición subalterna ante Alemania. Las tensiones incrementarán hasta que finalmente emerja un duopolio franco-alemán. Pero en la proyección alemana hacia el este, tal vez aparezca la iniciativa francesa de consolidar su espacio en el Mediterráneo. Está de más decir que el mosaico es sumamente complejo. Entre los numerosos sujetos involucrados en esta transformación, Italia es quizás el país que más arriesgará. Esto es, si el gran espacio europeo fuese dividido entre dos partes - las que ya hemos nombrado: la alemana y la latina - Italia sucumbirá a una fractura irremediable entre el norte próspero (con tracciones germanas) y otro territorio volcado en el centro-sur del Mediterráneo. La cuestión catalana debe leerse en un sentido parecido, en mi opinión. Y debemos agregar algo importante: la construcción de un imperio latino no representará una alternativa a la hegemonía norteamericana, sino que dividirá un espacio vital en el interior del imperio atlántico. En otras palabras, el imperio latino tendrá una vocación atlantista fuerte; mientras que la Europa central tendrá una vocación hacia el espacio de Eurasia. Esta es la razón por lo que yo atribuyo al centro alemán un papel en la mediación entre dos grandes poderes que no creo que pueda ser asignado de la misma manera al bloque latino. En cualquier caso, repito, estos dos espacios o "imperios" pueden ser compatibles. Y creo que esto rediseñará un nuevo mapa de Europa.

-Si me permites una mínima tipología de los hábitos nacionales, podríamos decir que Alemania es la nación que mejor encarna la “economía política”, mientras que Francia encarna el estado administrativo. En tu hermenéutica sobre la cultura alemana, ¿crees que hay otra tonalidad irreductible a la dominación económica que, al fin y al cabo, constituye la dominación hoy en el espacio europeo? 

-Yo creo que el rasgo dominante de la cultura alemana no es tanto la importancia de lo económico que se le atribuye constantemente, sino más bien la idea de la Volkgeminschaft: esto es, el predominio de cuerpos colectivos (no del estado) por encima de aspiraciones individuales. En este sentido, yo veo una afinidad entre Alemania y, por ejemplo, Japón. Si uno asume que el individualismo es el rasgo dominante del "capitalismo liberal tardío" de Occidente, la vocación anti-individualista de la sociedad alemana es una salida idónea de los mitos liberales. La llamada "economía social de mercado" en realidad no es un modelo económico, es un "estilo colectivo" al que Alemania difícilmente renunciará.

-Discutes la historia reciente de Alemania dentro de los intereses geopolíticos de la Guerra Fría y después de la caída del muro de Berlín. Es común tanto en la derecha como en la izquierda soberanista identificar las proyecciones de la Unión Europa como intereses hegemónicos alemanes. Sin embargo, argumentas que la transformación de Europa debe tomar en serio la postura de Alemania como hegemon continental. ¿Podrías explicar un poco mejor esta tesis sobre Alemania como el centro ineludible del futuro europeo?  

-Como decía anteriormente, creo en la posibilidad de una convergencia de dos grandes espacios europeos, así como en la autoafirmación de una dimensión "comunitaria" de la sociedad alemana. Sin embargo, no creo que podamos reinventar la Unión Europea. En este punto asumo una postura drástica: no creo que podamos girar hacia un 'nuevo modelo europeo'. Pues simplemente creo que la idea de una unidad europea, y de una Europa como un espacio unitario está agotado. Y este agotamiento ha llegado a tal punto porque, finalmente, era solamente funcional a los intereses del imperio norteamericano, garante de un sentido estratégico durante las décadas de la Guerra Fría. Después de la caída del muro de Berlín, la Unión Europa ha perdido su función geoestratégica a pesar de los continuos esfuerzos de América por reactivarla, fomentando el viejo espectro del Oso Ruso. En efecto, el desplazamiento hacia el Pacifico en la nueva estrategia norteamericana abandona a Europa a su propia suerte. Aunque esto es también una gran oportunidad para que Europa se reconstituya según las líneas maestras de su propia historia, en lugar de aceptar las directrices esbozadas por los intereses norteamericanos.

-En Estrategia imperial (2019) desarrollas la tesis de que la catástrofe alemana se debió a una aspiración guiada por una pulsión titánica, sintomática de eso que padecen las “naciones tardías”. Las naciones tardías son efectos de una asimetría entre la forma estatal y el pueblo concreto. ¿Cómo podemos entender a Alemania a la luz de esta condición histórica post-imperial? 

-Es una pregunta compleja. Yo matizaría la noción de 'nación tardía'. Es cierto que naciones tardías como Alemania, Italia o España, gozan de otra relación con la forma estatal. Y, claro, una consecuencia de esta demora es un nacionalismo exacerbado, que puede producir claras ambiciones imperiales. Aunque, para volver al caso alemán, estoy convencido de que - y más allá de los acontecimientos históricos de los siglos diecinueve y veinte - la nación alemana tiene una verdadera dificultad a la hora de autodefinirse en términos de Estado. En este sentido, Alemania no es tanto una "nación tardía", sino más bien una no-nación, pero en el sentido moderno del estado nación. Por decirlo de otra manera: estoy convencido de que la lengua y la cultura alemana tiene siglos de una marcada tendencia supranacional o imperial. Cómo este "imperio" sui generis será configurado desde un punto de vista institucional, es muy difícil de predecir. Pero esta no es una divisa exclusivamente mía: recuerdo que en las páginas de Limes, Dario Fabbri dice que "Berlín debe reinventar un pensamiento imperial". Por lo tanto, esta hegemonía debe extenderse hacia el norte de Italia y hacia algunas regiones de la península ibérica, substrayendo territorio de eso que hemos llamado antes imperio latino. La transformación del espacio europeo será lenta y compleja. Y esperemos que no sea traumática.

-En varios momentos del libro insistes en la necesidad de pensar con Martin Heidegger la cuestión del nihilismo y la maquinación (la llamada Gestell) para contrarrestar la dominación del valor capitalista. Y, sin embargo, la política misma hoy se encuentra hoy a merced de esta forma de reproducción del valor. ¿Piensas que es posible buscar una salida también del mismo nomos geopolítico? 

"La 'metamorfosis' de la idea imperial puede redefinirse en un sentido cultural"

-Esta es una pregunta fascinante. Cuando hablo de una 'metamorfosis' de la idea imperial, también pienso en esa posibilidad: cómo redefinir la idea de imperio en términos que ya no sean estrictamente geopolíticos, sino en un sentido cultural. El reciente libro de Horst Bredekamp sobre el antropólogo e historiador de arte Aby Warburg, enfatiza la importancia del Forum Humboldt como centro simbólico de la capital (Berlín) sugiriendo una perspectiva en línea con esta dimensión cultural: una salida del espacio estrictamente geopolítico hacia una dirección post-universal donde la cultura tenga un papel fundamental. La renuncia de la 'fuerza' (en el sentido de una política ligada al dominio militar) me parece que puede ser el rasgo de una nueva proyección alemana. Afortunadamente, ya no habrá ningún Reichswehr presidencial sobre el espacio central europeo. Desde luego, también estaría en juego la renuncia de la primacía económica-tecnológica que en la actualidad Alemania no parece estar dispuesta a renunciar. Sin embargo, creo que, desde una perspectiva de largo plazo, la critica de la Gestell (maquinación) desarrollada por Heidegger podrá contribuir decisivamente a una redefinición de la identidad alemana, capaz de trascender el modelo tecnocrático-nihilista de la gobernabilidad contemporánea. Un paso fundamental en este giro post-tecnocrático es el que sugiere Heidegger en sus ensayos tardíos sobre Hölderlin sobre la posibilidad de "habitar poéticamente", donde la relación Tierra-Cielo (el paisaje) es definida por una variedad "medidas" y "modos", que son justamente formas de vivir o de ser en el mundo. Esta variedad de formas de vida en la lengua (las lenguas son modos de habitar, como sabemos), supone una pluralidad de formas de lo humano en el mundo. Desde una noción jurídica-propietaria, el nomos puede devenir en una noción poética, que le debe más a Heidegger que a Carl Schmitt.

-Para ir terminando. Al final de tu libro te refieres a la “Alemania secreta”, una idea que se remonta a la poética del grupo de Stefan George y la cuestión del genio artístico de una generación a la que también pertenecieron Ernst Kantorowicz y Norbert Von Hellingrath. ¿Te parece que el regreso de una Alemania transfigurada pasa por afirmar algún tipo de mito poético? Y, sin embargo, ¿no hay un riesgo de quedar atrapado en la figura del poeta como líder (dichter als fuhrer), otro de los tópicos del grupo de George? 

-Esto es importante. Yo termino mi ensayo con una referencia al medievalista Ernst Kantorowicz porque veo en su figura una síntesis singular entre lo judío y lo alemán. Estoy convencido de que el proyecto multicultural ya mencionado es una búsqueda por reconciliar el elemento germano con el judío. No hay que olvidar que el Forum Humboldt es un umbilicus urbis, al que Aby Warburg contribuyó de manera decisiva. Alemania no puede aspirar a nada si no se reconcilia con el judaísmo. Y esto no se reduce a tener buenas relaciones con Israel, sino que también implica repensar la cultura judía como uno de los componentes fundamentales de su energía cultural. El giro poético de este modelo post-imperial (en el sentido clásico de una "potencia imperial") tiene como fuentes dos líneas principales: la de Heidegger y la de George. La figura de Norbert Von Hellingrath, el gran editor de las obras completas de Hölderlin, es tal vez la figura que demuestra que ambas líneas no son divergentes. Por otro lado, la fórmula del "Dichter als Fuhrer" me parece un tanto vacua y caduca, y que hay que desplazar por la noción heideggeriana del dichtendes Denken, esto es, la refundación poética de la filosofía, y tal vez, desde este punto de vista, también la refundación de la política.

1 Comment
  1. Mig says

    Para apuntar la inanidad y desvergüenza de estos popes posmodernos que han cambiado la herencia ilustrada y democrática por catecismos mal leídos ; que nos quieren reciclar y blanquear a nazis como Heidegger y Schmitt para hablar de Alemania y de Europa nada mejor que recordar las palabras del maestro Doménech.
    http://www.sinpermiso.info/textos/izquierda-acadmica-democracia-republicana-e-ilustracin-dilogo-con-un-estudiante-mexicano-de-filosofa

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