COMUNICACIÓN / En 2011 pagó 13.300 millones por la compra de Motorola

Google resuelve a golpe de talonario sus fracasos empresariales

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Google, cuyo sistema operativo está presente en más del 85% de los móviles en el mundo, no consigue posicionarse como fabricante de hardware móvil y plantar cara a Apple y Samsung. / Foto: Pixabay

A golpe de talonario. Así suele resolver Google aquellas situaciones en las que le resulta difícil posicionarse en un sector determinado o liderar una categoría de producto.

La compañía suele tirar de cartera y se va de compras para tratar de superar cualquier contratiempo o fracaso empresarial. El último golpe sobre la mesa lo ha dado esta misma semana al hacerse con gran parte de la división móvil de la compañía taiwanesa HTC, movimiento con el que intenta posicionarse al fín como un fabricante de móviles propiamente dicho.

En el pasado, el gigante se ha asociado con compañías como LG o Huawei para crear sus teléfonos Nexus, pero no puede considerársele un fabricante como tal ya que, básicamente, estaba encargando el diseño a otros y ni siquiera era capaz de proporcionar los procesadores. También lanzó los Pixel, terminales cuya segunda versión llegará al mercado el próximo 4 de octubre, pero no son más que dispositivos “de nicho” que no permiten que Google pueda mirar a la cara a los grandes actores del mercado: Samsung y Apple.

Google domina a la perfección el desarrollo de software para móviles. Android, su propio sistema operativo, posee una cuota de mercado cercana al 85% en todo el mundo. Sin embargo, no es un productor de hardware móvil como tal. Realiza matrimonios de conveniencia de forma puntual con otras compañías, pero no es capaz  de crear terminales propios, y eso quita el sueño a más de un directivo en Mountain View (Estados Unidos), donde el gigante tiene su sede.

Es en este contexto en el que se enmarca la compra de buena parte del negocio móvil de HTC. El que fuese uno de los fabricantes de móviles con más cuota de mercado hace sólo seis años (en 2011 vendía el 9% de los teléfonos que se compraban en todo el mundo) atraviesa una difícil situación que ya dura más de tres años. Desde 2014 presenta números rojos y sus dispositivos ya no llaman la atención en los lineales. ¿Por qué Google ha decidido entonces hacerse con esta firma?

Básicamente, porque estaba “de saldo”. Google desembolsará únicamente 1.100 millones de dólares por hacerse con una parte de HTC. Si se tiene en cuenta que en 2011 pagó 13.300 millones por Motorola, parece un precio irrisorio el importe abonado por la taiwanesa.

Sin embargo, la compra en esta ocasión presenta un cariz muy distinto. Mientras que la adquisición de Motorola permitió a Google hacerse con cientos de patentes que le han servido para blindar su sistema operativo Android y dotarlo de numerosas funcionalidades, lo que interesa a Google de HTC es su capital humano y su conocimiento.

En lugar de realizar ofertas a los empleados de HTC para que abandonen la taiwanesa y acepten un puesto de trabajo en Google, dilatando considerablemente el proceso en el tiempo. Google ha preferido comprar de una tacada –y a precio rebajado- casi toda la mano de obra de la firma asiática: más de 2.000 ingenieros y desarrolladores de HTC pasarán a trabajar para Google.

La jugada parece perfecta: los taiwaneses se ahorrarán miles de sueldos y lograrán mayor liquidez, mientras que Google incorpora el talento necesario para desarrollar sus propios teléfonos móviles y hacer la competencia de una vez por todas a Apple con productos en los que el diseño y la innovación primen y que permitan aprovechar todas las funcionalidades de Android.

Elaborar el hardware perfecto para el sistema operativo más utilizado del mundo es el objetivo prioritario de la compañía que, aunque reina en cuanto a software, hasta ahora no ha logrado dar con la fórmula exacta para imponer su supremacía en la fabricación y venta de dispositivos.

El del hardware móvil no es el único campo que se le resiste a Google. La compañía lleva casi una década dando bandazos tratando de crear –o adquirir- un producto que le permita liderar el ámbito de las redes sociales, pero todos sus intentos son infructuosos. No supo rentabilizar Google Orkut, una red social creada en 2004, antes incluso de que irrumpieran Facebook o Twitter en el mercado, y aunque llegó a ser la plataforma social más utilizada en países como Brasil o Irán, el gigante de Internet acabó cerrándolo.

En 2009 creó Google Wave, una herramienta colaborativa que permitía comunicarse y trabajar al mismo tiempo, pero el servicio nunca cuajó y fue clausurado tres años más tarde. Igual suerte corrió Google Buzz, la extensión que añadía funcionalidades de red social a Gmail y que fue anunciada a bombo y platillo en 2010 pero que tampoco convenció.

Tras estos fiascos llegó Google+, la gran red social de Google, lanzada en 2011. Aunque sí ha logrado aglutinar a millones de usuarios, no es más que eso, una plataforma fantasma en la que miles de personas tienen cuenta pero que nadie utiliza.

En los últimos meses se ha especulado con la posibilidad de que Google de otro golpe sobre la mesa y adquiera, a base de billetes, otra plataforma social en declive: Twitter. La red de microblogging colgó hace ya meses el cartel de “se vende” y los accionistas desean encontrar comprador cuanto antes, pero a pesar de los acercamientos más que evidentes entre ambas compañías, no se ha llegado –todavía- a un acuerdo.

Mientras tanto Google ha experimentado esta semana otro revés importante, esta vez en el ámbito de los contenidos audiovisuales en streaming. YouTube –propiedad de Google desde 2006- ha anunciado el cierre de sus canales de pago. Lanzados hace cinco años, no han soportado el envite de plataformas como Netflix y HBO, que han alcanzado gran popularidad en los últimos dos años.

Google fue durante muchos años el único actor que proporcionaba este servicio a los internautas, pero no supo darlo a conocer de forma conveniente y desperdició la posibilidad de fidelizar a los usuarios dándoles acceso a contenidos audiovisuales de calidad a cambio de una suscripción mensual.

Ahora, con el cierre de los canales Premium de YouTube, Google queda fuera del pujante mercado audiovisual en streaming… y ya se empieza a especular con la posibilidad de que, de nuevo a golpe de talonario, la compañía se haga en los próximos meses con algún otro servicio ya afianzado en el mercado.

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