López Trujillo: “Muchas mujeres quieren ser madres y ven su deseo imposibilitado por temas económicos”

  • Entrevista con la periodista autora del libro “El vientre vacío: relato de una generación precaria y sin hijos”

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Precariedad. Una palabra que va unida a toda una generación. Golpeados por la crisis y la incertidumbre. Y que, con los datos encima de la mesa, serán madres o padres muy tarde. Si acaso pueden serlo. Bajo estas premisas, la periodista Noemí López Trujillo (Bilbao, 1988) ha escrito El vientre vacío. Editado por Capitan Swing, tiene como subtítulo “relato de una generación precaria y sin hijos”. La periodista, que ahora trabaja en Newtral, abarca tanto sus sensaciones personales como testimonios de mujeres en situación similar. Un trabajo con la vocación de que se convierta en un retrato colectivo. Desde cuartopoder charlamos con ella en una céntrica cafetería madrileña.

- Para quien no conozca tu libro, ¿cómo resumirías “El vientre vacío”?

- Es un retrato de la precariedad generacional. La precariedad ha existido siempre, esto es algo que quiero dejar muy claro. Porque no me gusta el discurso de que somos la generación más castigada. Pero lo que se llama el precariado tiene cosas específicas de estos nuevos tiempos: la temporalidad del mercado laboral, la imposibilidad de emanciparte, de acceder al alquiler, etc. Ese retrato específico de nuestra generación, contar cómo está atravesado por el género. O quizás al revés, cómo la cuestión de género y el deseo de maternidad está atravesado por la precariedad. El libro es un testimonio personal pero también colectivo de mujeres que quieren tener hijos y ven su deseo imposibilitado. O que querían y no pudieron por un tema económico y laboral. Y trata el tema de la incertidumbre y poner un paréntesis hasta no sabes cuándo.

- ¿Cómo surge la idea de hacerlo? Hay una parte muy fuerte de vivencias personales donde te abres, contando lo que sueñas y sientes. Y mencionas además como punto de partida el libro “¿Quién quiere ser madre?”, de Silvia Nanclares.

- Leer el libro de Silvia fue el detonante. Tenía un remanente ahí, llevaba un año y medio en el que estaba muy a disgusto con mi trabajo. Me daba cuenta de que en realidad nunca había estado feliz del todo en ningún trabajo. Me di cuenta de que el entorno era muy hostil. Hacía autocrítica, que hay que hacerla, pero nunca hacía una lectura estructural. El año en que cumplía 30 todo se desató de manera sucesiva. Leo ese libro, voy a cumplir 30 años, lo dejo con mi pareja y es como que mi mundo entra en crisis. Me empecé a replantear cuál es mi posición en el mundo y dónde se sitúan mis deseos y expectativas. Me di cuenta de que una de las cosas que más me preocupaban no era solo no tener un trabajo que me apasionara sino cómo eso imposibilita el deseo de ser madre.

-En el libro hablas mucho en primera persona. Dices que escribirlo ha sido como un alivio. ¿Te ha resultado fácil el proceso?

- Me daba un poco de pudor al principio el exponerme tanto. No por lo que cuento sino más porque se puede entender que es un ejercicio periodístico donde me sitúo en el centro de la acción. Pero al final con el libro me di cuenta de que no era un ejercicio periodístico ni un análisis sociológico. Yo tengo mi verdad, la que he construido, con mi lenguaje y pensamiento. La expongo con otras mujeres y juntas creamos una verdad colectiva. Si yo iba a exponer las verdades de estas mujeres me parecía que lo honesto era contar yo la mía propia. Es un ejercicio de igualarte a esas mujeres que te están dando su tiempo, te hablan de sus temores y de cosas que son complejas y complicadas para ellas. El proceso ha sido muy duro. La escritura fue corta, de tres meses, pero al final llegaba a lugares oscuros de mí misma. De estar todo el rato en bucle pensando que el mundo es un lugar muy hostil y que las cosas nunca van a ir a mejor. Durante un tiempo estuve en un bucle donde todo estaba sobredimensionado.

-Para contextualizar el tema de la generación precaria das una serie de datos oficiales. ¿Cuáles consideras que son los más impactantes de esta precariedad generacional?

"Antes de la crisis ya había muchos indicios de que esto iba a pasar"

- Lo que más me llamó la atención fue darme cuenta de que en realidad ya antes de la crisis había muchos indicios de que esto iba a pasar. Saber por ejemplo que el índice de emancipación era uno de los más bajos de la UE. O ver que ya empezaba a existir ese problema del alquiler. Hacer una lectura 12 años después me impactó. Pensaba que las cosas habían ido a peor. Y la realidad es sobre todo que el malestar se ha mantenido. En la idea de progreso que tenemos me parece bastante peligroso. Ver la comparativa entre 2007 y 2019 me impactó. Y en la parte de fecundidad, la encuesta del INE sale cuando tengo el libro empezado. Entonces me impactó ver que esa intuición que tenía cuando empezaba a dar forma al libro tiene una base sociológica que esta demostrada con esta encuesta. Te dice que efectivamente las mujeres están retrasando su edad de maternidad por cuestiones materiales o laborales. Ese dato me llamó la atención.

- ¿Te ha resultado fácil encontrar todos los puntos en común en casos particulares? Entiendo que también el libro parte de que tu entorno tienes problemas similares.

- Al final es un poco libro burbuja porque hablo con gente con la que me rodeo o esa gente me habla de otras. Al final esa realidad no es completa. Pero luego mirabas el Informe España y te decía que el retraso en el tema de la maternidad estaba más descompensado. No era en todas las clases sociales igual. Ahora sí lo es excepto en las clases bajas donde las mujeres no han podido acceder a estudios y en las mujeres de clase alta. Pero el resto, independientemente de que estés en una situación económica u otra, ha cambiado. Creo que una persona que no tenga los mismos orígenes que yo se puede ver identificada porque al final los problemas son los mismos: la imposibilidad de acceder a un alquiler, de encontrar un trabajo y el miedo a perderlo por la hipercompetitvidad del mercado y que en cualquier momento te pueden despedir.

- Hay un concepto que tratas: “estamos viviendo la juventud a deshoras”. Desarrolla esta idea

"Tenemos derecho a poder exigir y querer cosas que no son propias de esa juventud ficticia que nos han creado"

- Me molesta mucho cuando me dicen que parezco más joven. Me molesta la idea de que la juventud puede ser como un estado eterno. Creo que se mezcla la idea de que en cualquier momento de tu vida puedes llevar a cabo tus pasiones y que llegar a la vida adulta no implica renunciar a lo que te gusta. Esa idea de juventud se relaciona con que la sociedad ha cambiado y con que la vejez se puede vivir de otra manera. Pero no me gusta la idea de que la juventud es eterna y que se ha dilatado, que puedes ser joven hasta los 40 años. Creo que tiene unas implicaciones totalmente negativas. A la hora de hacer determinadas demandas, si eres joven se te presuponen unas expectativas menores y se te presupone que tienes que asumir que tu situación vital se va a alargar. Tenemos derecho a poder exigir y querer cosas que no son propias de esa juventud ficticia que nos han creado.

- Una de las personas entrevistadas, Gemma, dice que le molesta mucho que se le diga que tenga hijos ya porque “nunca a va a ser el momento ideal”. ¿Cómo ves el futuro? ¿No crees que se debería asumir que nuestra generación va a ser así y que tenemos que acostumbrarnos a vivir como vivimos?

- Soy muy mala haciendo predicciones de futuro…Creo que no hay que conformarse. Hacerlo sería dejarle un escenario muy hostil a nuestros hijos e hijas. Lo que sí, casi por una cuestión de salud mental, es que tenemos que darnos cuenta de que posiblemente el cambio que esperamos no va a llegar en el momento que queramos. Prefiero centrarme más en el ahora. No me atrevo a hacer predicciones porque no veo un futuro claro. Mis expectativas se han tenido que ir amoldando mucho. Lo que yo me había imaginado ha sido tan diferente que no me imagino otro escenario. Me gustaría pensar que no me voy a quedar en ese pensamiento inmovilista todo el rato, me gustaría pensar que las cosas van a ir a mejor. Pero cuando conozco a gente de 18 o 20 años no me atrevo a decirles que las cosas van a mejor. No podemos estar esperando a ver si en el futuro las cosas mejoran. No es aplazable, hay demandas que hacer aquí y ahora. Pero generacionalmente tenemos que asumir que hay una ruptura de expectativas. Y que las cosas no van a ser cómo nos habíamos contado a nosotros mismos.

- En el libro hay un capítulo sobre el negocio de la fecundidad y la publicidad agresiva de algunas clínicas y procesos. Una de ellas tenía el lema de “o tu bebé recién nacido o te devolvemos tu dinero”. ¿Qué te has encontrado en este ámbito?

"Clínicas y empresas de fecundidad crean una fertilidad ficticia para que puedas comprarla"

- Es un negocio muy bien pensado. Estas empresas han sabido visualizar bien y pronto un futuro del que nosotras ni siquiera éramos conscientes. Sabían que había un nicho de mercado y han sabido canalizar y capitalizar lo que el servicio público no estaba haciendo. Esa dejación por parte del Estado las empresas la han capitalizado. Me ha sorprendido la inteligencia. En la lógica del mercado esos lemas son perfectos. Pero luego te das cuenta de que hay un tema ético que es disruptivo. Cuando te lanzan esos lemas no los lees en clave de que estén intentando sacarme el dinero o que haya una lógica capitalista detrás. Mi percepción es que se anticiparon, la oferta llegó antes de la demanda. Ya estaban planteando a sus clientas la ovodonación cuando no había tanta demanda en ese aspecto. Ya estaban favoreciendo la ovodonación, necesitando mujeres y sus cuerpos para capitalizarlos. Crean una fertilidad ficticia para que puedas comprarla. Y comprar esa ilusión de que realmente tienes capacidad de decisión sobre tu propio cuerpo cuando en realidad los has dejado absolutamente a merced del mercado.

- Es un libro escrito desde la perspectiva de mujer. Y con testimonios de mujeres. El tema de la maternidad es evidentemente uno de los puntos que generan mucha desigualdad con los hombres en muchos sentidos. Tenéis más presión para ser madres, el reloj biológico es diferente, el tabú de la esterilidad en hombres, etc. ¿Cómo has abordado estos asuntos?

- Me creó conflicto al principio si debía incluir también a hombres. Me parecía que obviar a los hombres era hacerlo a una parte de la ecuación. Y permitiros a los hombres no estar fiscalizados. Otra vez mujeres hablando de su maternidad y de por qué la aplazan, como dando por hecho que la mujer tiene que ser madre. Pero creo que queda claro en el libro que no lo cuento desde la perspectiva de que la mujer tiene que ser madre si no que cuando quiere es mucho más penalizada que un hombre. Y que su deseo, por todas las cuestiones culturales que te inculcan desde pequeña, está atravesado por cuestiones de género. Por un lado, las empresas te están penalizando si quieres ser madre. Además, no todas las mujeres tienen la capacidad de tener hijos, como las mujeres trans o mujeres estériles. Pero muchas de esas mujeres que quieren ser madres ven su deseo imposibilitado.

Por un lado, el Gobierno te está diciendo que tenemos que tener hijos para revertir esta situación, pero las empresas no te lo permiten. Ese conflicto se da en las mujeres. Porque depende en todo momento de nosotras aplazar o retomar. La perspectiva feminista adecuada creo que era esa. No señalar a la mujer porque no tenga hijos, sino que las que quieran, puedan. Sin embargo, los hombres ni siquiera se plantean esto. Además, hablando con hombres, en términos generales no se plantean esto de una manera tan culpabilizante. No están pensando en que se les va a pasar el momento o que son egoístas por apostar por su carrera. Me parecía entonces lo correcto hablar del tema como una presión añadida más que tenemos las mujeres.

- De todas maneras, la perspectiva feminista respecto a la maternidad, la crianza o la lactancia, es diversa. Beatriz Gimeno, por ejemplo, sacó un libro al respecto. ¿Qué diferentes visiones hay en el feminismo?

- La maternidad me parece un tema muy complejo. Creo que hasta que no lo experimente, si es que algún día puedo, no podré entender ciertas posturas. Desde luego lo que no acabo de entender es esta narrativa tan biologicista, como asumiendo que nuestros cuerpos, por tener la posibilidad de fabricar niños, hay una serie de asunciones que van ligadas: la lactancia, la crianza con apego, etc. No entiendo este relato épico, no me gusta mitificar la maternidad. No entiendo esta defensa a ultranza de la lactancia como la mejor y única manera posible de criar a tu hijo. Tampoco acabo de entender bien la postura de que el permiso de maternidad tiene que ser más extenso que el de los hombres. Yo en ese sentido soy muy del feminismo de la igualdad, creo que los permisos de maternidad y paternidad deben ser iguales, intransferibles y remunerados. Y creo que es la manera de empezar a rebajar ese rol que se nos viene impuesto desde que existe el patriarcado. Estoy totalmente a favor de que quieras dar el pecho hasta los 3 años, de que la sociedad no te penalice. Pero no entiendo que eso se asuma como mejor. Hay múltiples maneras de criar a un hijo y cada mujer sabrá llevarlo de la mejor manera posible.

- Trasladamos el tema al ámbito político. ¿La izquierda puede que haya dejado de lado el asunto de la maternidad, la concepción de familia, etc.? ¿Crees que la izquierda no apela a personas que quieran ser madres o padres?

"Hay que reapropiarse el concepto de familia o maternidad desde una perspectiva más igualitaria, más de izquierdas"

- Creo que sí hay que disputar ciertos conceptos. Esto lo decía Errejón cuando hablaba de disputar el concepto de patria y reapropiárselo. Mi perspectiva personal es ir un poco en esa línea. Hay que disputar ciertos conceptos y perder el miedo a la carga ideológica. Por ejemplo, Nidos de eldiario.es, es una forma de disputar el concepto y reapropiártelo. La familia es un concepto ligado a la derecha y lo mismo pasa con la maternidad. Da un poco de apuro pronunciar estos términos porque parece que enarbolas un discurso conservador. Pero lo que hay que hacer es eso, reapropiárselo desde una perspectiva más igualitaria, más de izquierdas. Al final, poner el eje izquierda-derecha y luego colocar la maternidad y la familia, no. Igual la maternidad es un eje en sí mismo y tienes que ver desde tu posición dónde lo colocas. Pero no puedes renunciar a eso porque tu electorado lo vaya a malinterpretar. Desde luego sí que creo que hay un abandono de ese discurso.

- A nivel de políticas públicas, más allá de lo evidente de gestionar la precariedad que es la clave, ¿qué se podría hacer de forma concreta para favorecer estos deseos de maternidad?

- Sé que suena muy idealista hablar de solucionar la precariedad. Pero es la base. Esta pregunta que me haces yo también la tengo. Y yo no puedo dar la solución al Gobierno. Tiene que haber un equipo técnico que se pare a pensar de qué manera se hace tanto a nivel local como autonómico y estatal.  Yo lanzo una serie de preguntas y de punta de lanza. Yo no les puedo arreglar el país. Pero tengo muy claro que si se solucionase el tema laboral y el acceso a la vivienda, las cosas empezarían a mejorar. Pero no sólo para que haya un vientre vacío sino para que no haya familias vacías. No todo el mundo va a querer formar una familia pero debería existir esa posibilidad. Como debería existir que pudiéramos tener vidas dignas. Cuando se habla de conciliación me molesta mucho que se haga sólo en relación a la familia. Bueno es que yo viviendo sola en mi piso también necesito conciliar.

- ¿Qué le dirías a una mujer que quiere ser madre y esté pasando por situaciones como las que cuentas en el libro?

- Le diría que la culpa es algo muy cristiano que en nuestra sociedad hay que empezar a quitarse. Y que tenemos que empezar a dejar de cuestionarnos a nosotras mismas. Lo que sé que nunca jamás le diría es que lo hiciera ya porque nunca va a encontrar el momento ideal. Por supuesto le diría esta frase que es muy manida: lo que ella considera que es una situación personal, es política y colectiva. Creo que a veces hacer una lectura de lo que ocurre a nivel estructural no va a cambiar tu situación personal pero te puede ayudar un poco a quitarte el sentimiento de culpa y vergüenza. Quienes somos y lo que nos pasa está atravesado por una situación incontrolable. Y que en los libros encontrará a otras mujeres que querían ser madres y no podían. Eso puede ser un alivio. Al final la literatura hecha por mujeres es una forma de crear una nueva verdad. Muchas veces la sociedad no entiende cómo este conflicto entre el deseo y la posibilidad. Pero hay cosas escritas y otras mujeres que han reflexionado sobre esto antes.

1 Comment
  1. Luis LC says

    A mí me encantaría hacer grandes viajes, especialmente en yate, pero no puedo por «temas económicos». Considerando la actual superpoblación humana, que amenaza ya al equilibrio natural del planeta, el hacer viajes en yate me parece mucho más beneficioso que traer más niños al mundo. Y si la autora (autora que podía conocer que en castellano «tema» no es sinónimo de «asunto», «cuestión» o «materia») está preocupada por la «despoblación» (¿también por la congelación de la selva tropical?) le sugiero se dé una vueltecita por los suburbios de muchas ciudades españolas, en donde sigue habiendo mujeres que paren (por primera vez, luego siguen) a los 14 o 15 años, y donde otras muchas lo hacen de forma continuada a lo largo de su vida fértil, por lo general como forma de control por parte de sus parejas masculinas, asunto éste que no parece preocupar grandemente al feminismo español.

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