IVA sin anestesia

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Consumir es una actividad que denota siempre cierta capacidad económica. Cualquier sistema fiscal puede, en consecuencia, gravar dicha manifestación de riqueza, como también sucede, por ejemplo, con el ingreso previo de la renta que luego nos permitirá destinar una fracción de la misma al consumo, o con su atesoramiento más o menos permanente en cualquier activo patrimonial, como acciones o inmuebles.

Todos los cronistas consultados atestiguan que en el paraíso terrenal no circulaba el dinero ni había agentes de bolsa. Al parecer, tampoco eran necesarios los fruteros, pues las manzanas y otros frutos desconocidos se columpiaban a la vista de Adán y Eva en uno de los dos árboles sobrenaturales que, como la Puerta del Sol en Madrid, estaban en el centro mismo del Edén. Y cuando la primera pareja cayó en desgracia, su pecado no debió de ser tan grave como nos cuentan, ya que no consta en los anales que, además de la ira divina, sufrieran además la mordida del IVA de quien les entregó las hojas de parra para ocultar sus vergüenzas.

Pero sin en el futuro alguna utopía condujera a la especie humana a una nueva edad de oro, el IVA sería desde luego el único tributo admisible, en el poco probable supuesto de que las edades de oro sean compatibles con la existencia de inspectores de Hacienda. Porque, en una sociedad radicalmente igualitaria, ni el trabajo ni la herencia discriminarían a sus miembros. Si todos tuviéramos los mismos ingresos -o al menos la posibilidad real de obtenerlos- y la riqueza fuera homogénea, la decisión individual de consumir unos bienes u otros sería el objeto más justo y sencillo –y casi con toda seguridad el único- de ese sistema fiscal de ciencia ficción, pues todos los ciudadanos mantendríamos una relación de equilibrio entre la renta ganada y la renta gastada. En ese Estado ideal pero probablemente muy aburrido, la suma económica de los individuos nos daría, por alícuotas partes de idéntico valor, la suma del todo. Entonces sería verdad el eslogan que dice “Hacienda somos todos”.

Pero en la vida real las cosas son muy distintas. Sobre todo si la economía sufre la parálisis ocasionada por una grave recesión. Como la que padecemos los españoles al día de hoy, que exige una dolorosa cirugía fiscal. ¿Qué terapia necesita el enfermo? En mi modesta opinión, el bisturí debería haber penetrado más en determinadas fuentes de renta que hoy permanecen “estancadas” a la espera de mejores momentos. Esto habría requerido “tocar” la imposición directa y personal, algo que por obvios motivos de realismo político todavía no ha entrado en la agenda del Gobierno. Rodríguez Zapatero, por el contrario, ha acudido al expediente más fácil, el de los impuestos especiales y el IVA. No obstante, el camino escogido presenta también sus dificultades y cambios de rasante.

La imposición al consumo es regresiva por definición, aunque esta nota negativa es graduable. No es lo mismo pagar el IVA en Dinamarca que en Portugal. Todo depende del excedente de renta. Una persona de altos ingresos destinará, proporcionalmente, una fracción menor de su renta para satisfacer sus necesidades familiares si la comparamos con otra de escasos recursos, que probablemente se verá obligada a destinar toda su renta ganada a la atención de las necesidades básicas de su persona y de sus hijos. Hay muchos ciudadanos que incluso no alcanzan esa mínima cota de subsistencia y relación de equilibrio con la demanda de bienes y servicios que todos identificamos como la atención mínima de necesidades humanas esenciales. En cualquier caso, el esfuerzo fiscal de los individuos será muy distinto si sólo modulamos ese esfuerzo utilizando el IVA y los demás tributos al consumo, especialmente si los tipos de gravamen se encuadran dentro de una horquilla muy corta en función de las categorías de los diferentes bienes de consumo, y los servicios públicos no son eficientes, universales y de reconocida calidad, como sucede en España.

La situación se agrava si, además, la economía está en recesión y el Gobierno la ha encarado con instrumentos defectuosos. Esto es precisamente lo que ha hecho el presidente Rodríguez Zapatero durante los dos últimos años, cuando ya se habían encendido todas las luces rojas en la economía española. La política tributaria del Gobierno, desde mediados de 2007, ha sido insensatamente expansiva: deducción universal e indefinida de 400 euros anuales que, a mayor abundamiento, no tenía la más mínima posibilidad de estimular la demanda interna; desmantelamiento de la tributación patrimonial incluso con carácter retroactivo; cheques-bebé al estilo del café para todo; reducción del rendimiento sujeto a tributación en el IRPF para empresarios y profesionales por mantenimiento o creación de empleo, con unos requisitos y condiciones legales tan “flexibles” que no garantizan en absoluto la finalidad perseguida. Y así sucesivamente hasta culminar con unas mayores transferencias a los entes territoriales motivadas por la reforma del sistema de financiación autonómica en el peor momento posible –el verano de 2009-... para unos meses después llegar precipitadamente a un acuerdo con las CCAA para echar el freno y la marcha atrás y contener el gasto sanitario. Resumiendo: un cuento de hadas en la hora bruja. Y más de cuatro millones de parados.  

Pero si finalmente no te adaptas a la crisis, aunque sea con las sobras de tu derroche, es ella la que termina ajustando cuentas contigo. Ahora toca recoger velas. El problema, en el ámbito colectivo, es que otros deciden por ti y condicionan tu futuro. Y el Gobierno ha escogido el camino más llano y menos dificultoso a corto plazo: subir el IVA y dejar intacta, salvo ligeras excepciones, gran parte –la más cuantiosa- de la renta nacional, que, dada la situación económica, marcada por la desconfianza, presenta inevitablemente la tendencia a permanecer inactiva y ociosa. 

El IVA es un impuesto sencillo, fácil de gestionar y de recaudación instantánea. No extraña, por ello, que el Gobierno haya explotado esta mina inmediata, aunque en estos momentos el yacimiento ofrece más ganga que mena.  Porque, a su injusticia, el IVA debe añadir a su debe la inoportunidad temporal de su elevación, que va a lastrar un consumo ya de por sí muy débil. Con las consecuencias que todos podemos imaginar sobre los niveles de empleo. Sin embargo, lo que verdaderamente está al rojo vivo en estos momentos es una salida practicable a una situación de emergencia inédita que me atrevería a calificar de economía de guerra en tiempos de paz. Debemos elegir moralmente en una situación de conflicto inevitable entre una injusticia creada por decisiones negligentes de un Gobierno pirómano que ahora pretende apagar el fuego con un remedio plagado de inconvenientes o la propagación del incendio hasta la quiebra de las cuentas públicas, lo que en mi opinión sería a medio plazo una injusticia mayor.

La indisciplina fiscal se ha trasladado primero al déficit y luego a la deuda a un ritmo de crecimiento que compromete la supervivencia de la economía española en un horizonte no muy lejano, pues dependemos como nunca antes del crédito de terceros y de los mercados de capitales. Retirar ahora el incremento del IVA legalmente anunciado para el próximo 1 de julio sería ascender un peldaño más en la escalera de los errores y los horrores gubernamentales porque significaría decirles a nuestros prestamistas lo siguiente: 1) que, al posponer un remedio doméstico a nuestra crisis fiscal, agravaríamos de manera inminente la necesidad de aumentar la financiación externa de nuestro sector público, lo que absorbería gran parte del ahorro disponible en detrimento de la actividad productiva del sector privado, causando aún mayor desempleo; 2) que optaríamos por barrer en la misma dirección toda la financiación que requiera el Tesoro español incluso en el sector financiero interno, privando aún más de recursos a los empresarios españoles, ya de por sí afectados por la gravísima contracción del crédito en los dos últimos años; 3) que comprometeríamos todavía más la salud  de las cuentas públicas debido a una mayor necesidad de gasto financiero para competir en los mercados de deuda y devolver en el futuro las emisiones en curso; 4) que presionaríamos al alza sobre los tipos de interés en la eurozona tensando la cuerda inflacionaria, dañando a la economía de la Unión en su conjunto, en perjuicio del resto de la buena imagen y crédito moral que nos queda; 5) que habriamos decidido abortar el posible despegue de nuestro sector exportador, que exige cambios estructurales en nuestro sistema económico, porque dicha expansión está condicionada por la recuperación de países como Francia o Alemania, que exigirían al Banco Central Europeo la adopción de una política monetaria antiinflacionista que a nosotros nos supondría más gastos financieros y más subidas de impuestos, por mucho que el Gobierno intente retrasarlas; y 6) que, finalmente, habríamos cometido la locura de destruir la precariedad de nuestras entidades financieras, en las que tampoco ha abundado la buena gestión y la responsabilidad profesional. 

La subida del IVA es un mal, pero es un mal menor comparado con lo que se nos puede venir encima. Una subida de dos puntos (del 16% al 18%) para el tipo general y de uno (del 7% al 8%) para el tipo reducido no va a ser el Armagedón del fin de los tiempos, ni en su recinto comparecerán para infartar a los españoles el Anticristo o el Leviatán, aunque sigan desmelenándose y llamando al coco la Presidenta de Madrid y el grupo de irresponsables que ha unido su surte a su compañía política. El principal partido de la oposición ha encontrado el punto débil del contrario, el último eslabón de una cadena de errores evidente para quien no se niegue a verla de cara, y no parece dispuesto a soltar la presa. Es lógico y necesario en una democracia, pero el PP debe administrar bien los tiempos y la potencia de voz. Con esto le hará incluso un favor a sus votantes, pues en todas las guerras hay también víctimas por fuego amigo.

En un viejo manual de psicología financiera de cuyo nombre no quiero acordarme porque era muy aburrido, leí sin embargo una clasificación poco canónica de los impuestos que compensaba el tedio general del libro. Dejando a un lado cualquier intento de sofisticación, el tratadista diferenciaba entre “impuestos irritantes”, porque los vemos salir expresa y unívocamente de nuestro bolsillo cuando los pagamos (como la cuota final del Impuesto sobre la Renta) y “tributos anestesiantes”, en principio indoloros y con menor coste político porque forman parte del precio de los productos que adquirimos (como el IVA). Sin embargo, la revuelta de Mariano Rajoy y los suyos contra el incremento del IVA demuestra que el autor de mi libro estaba profundamente equivocado. Aunque no me parece un mérito suficiente para un político serio desmentir una gracia, la poca que le quedaba a este asunto, y sustituirla por una balacera cantinflesca propia de un Pancho Villa fiscal. Y que me perdonen los mexicanos. 

4 Comments
  1. jingo says

    Subir el IVA es una mala medida que el consumo al tercer trimestre se dejara notar muy negativamente.No arreglara la situaccion de crisis actual y la economia domestica de los ciudadanos quedara muy mermada por ese IVA dañino y recaudador de las clases menos favorecidas.Al tiempo.

  2. Davidson says

    Excepcional explicación de complicados conceptos como son el objeto y el hecho imponible tributarios, seguida de una crítica fundada sobre la falta de progresividad de nustro sistema fiscal. El argumento de que España tiene un IVA inferior a la media europea debería medirse junto con la renta media (por debajo de la media europea) y su reparto, ya que se trata de un impuesto indirecto como bien se explica en el artículo. Sería necesario insistir en lo medios que la ideología que afirma que subir impuestos a ricos promueve el descenso de la inversión y la fuga de capitales es sólo eso, ideología. Ya hemos visto como la política fiscal expansiva sólo ha provocado especulación o inversión financiera, no productiva. Subamos el IVA para salir de esta, de acuerdo, pero continuemos con el aumento de la progresividad del IRPF (siguiendo el ejemplo de nuestro vecino Portugal, por ejemplo) y apostemos por un Estado del Bienestar al estilo escandinavo. A los que escriben en los medios, necesitamos su voz más que nunca.

  3. Ay, Lindo Gatito says

    LO IMPORTANTE NO SON LAS IDEAS, LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE ES LO QUE SE HACE CON ELLAS.
    LO IMPORTANTE NO SON LAS IDEAS, LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE ES LO QUE SE HACE CON ELLAS.
    Los partidos politicos, los sindicatos y los ciudadanos en general se pierden en el laberinto de las generalidades y de las ideas y casi nunca bajan al terreno de la realidad haciendo propuestas concretas y proponiendo soluciones concretas a los problemas.
    Para empezar tendrian que exigir la eliminacion de la economia sumergida, que al contrario de lo que dicen todos los «expertos» y sobre la que todos callan, yo creo que es muy facil de eliminar y urgentemente. La economia sumergida, que nuestra Agencia Tributaria estima en el 23% del total de la economia española y aumentando cada dia de la crisis. Esto significa que cada año una cuarta parte de la riqueza generada, del PIB, no paga los tributos que le corresponden, dejando de ingresar 90.000 millones de Euros y engordando la cifra cada dia. Pero esta economia sumergida y fraude puede estar perfectamente en el 50% (que por eso es sumergida, porque nadie puede afirmar a ciencia cierta cuanto es). Luego nos podemos preguntar, en esa economia sumergida ¿Cuantos trabajadores estan esclavos, explotados y sin ningun derecho, que no cotizan? (Si cotizaran seguro que no estariamos hablando del problema de las pensiones), 1 millon, 2 millones, 3 millones, vaya usted a saber. ¿Cuantos cientos de millones de horas extra no se declaran? Yo creo que algo simbolico y durante la crisis ninguna. ¿Cuantos Impuestos tendrian que pagar y no pagan en esa economia sumergida? A lo mejor si aflorara todo este fraude el Estado recaudaria el doble y esta crisis no existiria, a lo mejor no habria que hacer ningun recorte presupuestario, a lo mejor las listas del paro real serian otras, a lo mejor no haria falta subir el IVA que mayoritariamente pagan los trabajadores, a lo mejor nos iria a todos mejor, que digo, seguro que a todos nos iria mejor.
    PROPUESTA CONCRETA:
    1. QUE HACIENDA SUPRIMA EL RÉGIMEN DE MODULOS, QUE SON UN REFUGIO DE DEFRAUDADORES, DELINCUENTES Y BLAQUEADORES DE DINERO NEGRO. MUCHOS MONTAN NEGOCIOS CON EL RÉGIMEN DE MODULOS Y… ¡ YA ESTA ¡ A BLANQUEAR DINERO Y HACER FACTURAS FALSAS DE IVA. Está clarísimo, el que está en el Régimen de Módulos es porque recauda más IVA del que paga.

    2. QUE LA BASE IMPONIBLE DE LA DECLARACION DE LA RENTA DE TODOS LOS CIUDADANOS SEA LA DIFERENCIA ENTRE INGRESOS Y GASTOS, SIENDO TODOS LOS GASTOS DEDUCIBLES Y CON LA OBLIGACIÓN DE EXIGIR FACTURA DE TODOS LOS GASTOS. ASÍ SE TENDRÍA QUE FACTURAR SIEMPRE TODO, LO QUE REALMENTE SE VENDE, SE CREARÍA UN CIRCULO EN EL QUE NADIE PODRÍA ESCAPAR Y SE ELIMINARÍA EL FAUDE, EL TRABAJO ILEGAL Y LA ECONOMIA SUMERGIDA; ADEMÁS POR AÑADIDURA NO QUEDARÍA DINERO NEGRO PARA LLEVAR A LOS PARAISOS FISCALES, NI PARA COMPRAR CORRUPTOS Y DE ESTA MANERA EL ESTADO PROBABLEMENTE RECAUDARIA X2 O X3 SIN SUBIR IMPUESTOS. Hay que aclarar, que los gastos no tienen que ser deducibles al 100%, sino de manera progresiva. Serian deducibles al 100% solo hasta un tope, por tramos según el número de miembros de la unidad familiar (ejemplo: 10.000 euros/año y 2 miembros) y el resto en algún porcentaje, 40, 30, 20, 10% también por tramos; pero todos, para que todos los ciudadanos tengan que pedir factura (el que no la pida, paga). Obtenida de esta manera la BASE IMPONIBLE (sería el dinero que se ahorra o que no se necesita para cubrir las necesidades básicas) también se le aplicaría una tributación progresiva por tramos mejorando los actuales.
    DE ESTA MANERA TAMBIÉN SE INCENTIVARÍA EL CONSUMO, CREANDO RIQUEZA Y EMPLEO. DINERO QUE SE GASTA, DINERO QUE NO PAGA A HACIENDA EN EL IRPF.
    SIN LAS INMENSAS CANTIDADES DE DINERO NEGRO, LOS PARAISOS FISCALES NO SERVIRIAN PARA NADA Y DIFICILMENTE SE PODRIAN COMPRAR A LOS CORRUPTOS.
    http://lindopaiselmio.blogspot.com/

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