Negro enero: recortes, S&P desbocada, banqueros forrados, combustibles en máximos… y todo sin respuesta

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Imagen de la sede de la agencia Standard & Poor´s. / Efe

La cuesta de enero está siendo deprimente para la ciudadanía. Comenzó con fuertes recortes sociales, con mención especial a una subida de IRPF que todavía no ha impactado en las nóminas, pero lo malo no es eso. Lo peor es que también se ha podido ver a Standard & Poor´s sembrando la discordia de nuevo. Los combustibles han fijado nuevos máximos históricos, manteniendo su tendencia demencialmente alta. Hemos visto a otro banquero marcharse con los bolsillos llenos, a pesar de que el sector recorta dividendos, necesita recapitalizarse y, por supuesto, una inyección de dinero público. Larry Summers y Timothy Geithner son encumbrados... Todo igual que antes, pero ya ni siquiera hay movimientos sociales de protesta.

El Gobierno aplicó una subida de impuestos a la ciudadanía como primera medida de choque contra la crisis, aunque justo es reconocer que mantuvo otras cuestiones como la cobertura para los desempleados de larga duración que habían quedado desamparados. Sin duda son precisas medidas de austeridad que impliquen sacrificios para la sociedad.

Pero en este mes se ha podido ver a S&P aplicando rebajas de rating masivas, de una manera lamentable, además, con filtraciones inconexas con los mercados abiertos. Poco después, sus competidores (¿o más bien colegas?) de Fitch hicieron lo propio, exigiendo todavía más sacrificios a España.

La semana pasada hemos visto a Francisco Luzón marcharse con 56 millones de euros, después de anunciarse su marcha de Santander. Nadie duda de que Luzón sea un ejecutivo de la máxima talla y muchas empresas del Ibex han intentado replicar su figura como hombre que lideraba el crecimiento en un territorio tan crítico como es el latinoamericano.

Pero conviene recordar que la banca ha sido el origen de la crisis. Que precisa de capital público para su reflotamiento. Que muchas compañías han necesitado recapitalizarse, con el consiguiente castigo a sus accionistas. Que los dividendos están en el aire y que en breve se conocerán procesos de despidos masivos por cierre de oficinas. Eso, los que no lo estén haciendo de manera soterrada.

Un banquero que se va con 56 millones en una sociedad con 5,3 millones de parados a la que encima le pasan una fuerte factura por la crisis supone un enorme desánimo.

Mientras, S&P y Fitch continúan campando a sus anchas, a pesar de que han enfurecido a las instituciones y políticos europeos, ya sea desde el mismo Sarkozy al Banco Central Europeo (BCE). Pero es que ahora no valen las lágrimas de cocodrilo. La reforma del rol de las agencias de calificación crediticia es algo que debería haberse hecho varias crisis antes o, al menos, al principio de esta.

Más caro que nunca

¿Qué decir de los combustibles? Las gasolinas están en máximos históricos. Los españoles, asfixiados pero los transportistas aun peor. A ellos se les está diciendo que se van a retirar las subvenciones al gasóleo profesional, se les quiere imponer un peaje en las autovías… Todo eso acaba repercutiendo en el precio final de los productos transportados, evidentemente.

En 2008, con un precio mucho menor, los camioneros bloquearon las carreteras y fueron disueltos policialmente por Rubalcaba. Ahora no se atreven, aunque las cosas están mucho peor.

Pero nada ha cambiado. Hay total impunidad y ni siquiera la sociedad se articula ya. Las redes sociales parecen más apagadas de que de costumbre, tal vez sacudidas por ese vergonzoso cierre de MegaUpload.

Así, no es extraño que se esté pensando en premiar a figuras como Larry Summers, o que todo el mundo esté pendiente de hasta la última palabra de Timothy Geithner.

Poco más hay que decir. Poco, salvo que hasta que no cambien algunas cosas, la crisis continuará.

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