Los sindicatos salvan la negociación colectiva a cambio de tres años de moderación salarial

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Rosell, tras la reunión que tuvo el lunes en Pamplona con la Confederación de Empresarios de Navarra. / V. López (Efe)

Vivimos tiempos desproporcionados, desequilibrados, raros, en los que las conquistas se defienden como se puede, incluso dando un paso atrás. Ayer, patronal y sindicatos llegaron a un principio de acuerdo sobre una política de moderación salarial para los próximos tres años y lo primero que me llamó la atención después de leer los textos suscritos por CCOO, UGT, CEOE y CEPYME (que emitieron un comunicado conjunto) fue la desproporción de las obligaciones que se impone a una y otra parte. Es algo así como comparar el volumen de papeleo que pedimos a los que sobreviven a la travesía en patera para obtener un permiso de trabajo con las facilidades que damos a los delanteros de Costa de Marfil que llegan a este acogedor país nuestro -abarrotado de gaviotas- procedentes, por ejemplo, del Chelsea F.C. Ya sabes, aquello de que todos somos iguales, pero que algunos son más iguales que otros.

El documento titulado Salarios dedica casi dos de sus tres folios a precisar, con neurocirujana obsesión, los pírricos topes de incremento salarial (0,5% para 2012 y 0,6% para 2013 y 2014; CEOE apostaba pura y simplemente por la congelación) que, en el mejor de los casos, percibirán los trabajadores en el próximo trienio, que es una palabra que suena a nómina antigua, a Pepe Isbert buscando a Chencho.

El acuerdo desciende al detalle de qué habría que hacer con los sueldos de los trabajadores si la inflación supera el 2% (que no parece), o si sube mucho la gasolina, para acabar concluyendo que se acabaron los tiempos en los que las cláusulas de revisión salarial estaban vinculadas directamente a la inflación. Como dicen en mi pueblo: Agur al yogur.

Pero lo curioso de este asunto no es esto, que ya es bastante curioso, sino que las reglas de los salarios de la contraparte -los directivos-, o del destino que habría que dar a los beneficios empresariales -en el caso de que los hubiera- se soluciona con un párrafo sin epígrafes, sin números, sin guiones ni puntitos gordos en negrita al comienzo de la sangría, esto es, un párrafo meramente declarativo que, a propósito de la necesidad de contener los precios, dice tal que así: Tanto los salarios como los beneficios distribuidos deben evolucionar de forma moderada, de modo que permitan dirigir una  mayor parte del excedente empresarial a inversiones de reposición y  ampliación. Ambos aspectos tienen por objeto fortalecer la capacidad  de competir del tejido productivo español. En la misma dirección, es  preciso adecuar la retribución de altos directivos y ejecutivos de las empresas. "Que Dios coja confesaos a los pobres directivos esos", he pensado inmediatamente.

Los sindicatos, tal y como dijimos aquí con motivo de la carta que consensuaron con CEOE para remitir un texto conjunto al gobierno con los acuerdos y los desacuerdos del diálogo social, han conseguido salvar la actual estructura de la negociación colectiva, que se quería cepillar -con perdón-, y sin contemplaciones, el sector más duro de la patronal, encabezado por el presidente de CEIM, Arturo Fernández.  Lo cierto es que don Arturo ya quería cepillarse estas cosas cuando su jefe no era Juan Rosell -que unos días parece que manda algo y otros días parece que no manda nada-, sino el bueno de Don de Gerardo de Díaz de Ferrán, inmerso estos días en unos asuntillos judiciales a cuenta de su peculiar visión de qué es lo que hay que hacer con los anticipos de pago de los clientes cuando los clientes te pagan y tú no les prestas el servicio. ¡Qué bicho!

Los otros tres documentos consensuados (Estructura, Flexibilidad Interna e Inaplicación de condiciones), mantienen la actual estructura de la negociación colectiva, pero apuestan abiertamente por primar la negociación en la empresa sobre los acuerdos territoriales y sectoriales en materias como los salarios, la organización de la jornada laboral o la movilidad funcional, o sea, todo.

El acuerdo entre patronal y sindicatos era inevitable en la actual coyuntura y servirá a Mariano Rajoy para sacar pecho ante sus socios en la próxima cumbre comunitaria. Los analistas, que son unos pesaos, dicen que esto aporta credibilidad a nuestra economía y relaja la tensión que se traen los mercados con nuestra prima de riesgo. Y hasta ahí puedo leer, porque lo que había que jugar entre patronal y sindicatos, ya está jugao. Ahora le toca al Gobierno completar la partida legislando sobre asuntos como la contratación (¿contrato único?) o la indemnización por despido... Aquí seguramente también habrá que dar un paso atras, si no para ganar, sí para aguantar el maldito chaparrón usurero, mentiroso, insolidario y ultraliberal que nos viene empapando desde hace ya algún tiempo... Más vale que el FMI, y el Eurogrupo, siguen velando por nosotros.

4 Comments
  1. Mari Nieves says

    Estaba deseando saber tu opinión sobre la negociación.
    Como siempre, poniendo el punto sobre la i.

  2. ralf says

    Que Dios nos pille confesados… Veo una revuelta social no tardando mucho. Esto no tiene solucion.

  3. antordonez says

    UN ACUERDO BASTANTE ESCORADO
    Moderación salarial vale, pero, ¿se habla algo en este acuerdo de los beneficios empresariales, o de garantizar y/o aumentar el empleo? No debería ser igual en empresas con pérdidas que con altos beneficios, como no es lo mismo estar cobrando un salario mensual 900 euros que 2000, la tabla rasa nunca ha sido justa. ¿Qué compromiso o sacrificio aportarán los empresarios, por ejemplo, dejaran de explotar al margen de la ley a los trabajadores, desaparecerá o al menos denunciarán a los que practican la economía sumergida, denunciarán el fraude fiscal, la evasión de capitales y la deslocalización de sus empresas hacia fuera de nuestras fronteras?.
    Por otro lado estamos hablando de salarios en convenio, los sindicatos como el resto de la sociedad, saben que no dejan de crecer los trabajadores que son “contratados” por salarios de miseria, a tres euros la hora, que exceden la jornada y no se la pagan como extras, en fin una selva en la que los empresarios están haciendo barbaridades y no hay quien rechiste en este ejército de explotados, a los que no se les aplicarán ni este acuerdo, ni los convenios, ni la ley y si eso no cambia con este acuerdo, éste está más escorado que el barco Italiano

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