NUEVA AMENAZA / Se esperan fuertes lluvias que van a arrastrar las cenizas hasta los ríos gallegos

Galicia: incendios fuera de control matan a cuatro personas y ‘cercan’ Vigo y Redondela

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La localidad pontevedresa de Redondela rodeada por las llamas.
Vista de la localidad costera pontevedresa de Redondela tomada anoche. La población está cercada por las llamas, que casi formaban un frente continuo hasta Vigo. / Lavandeira jr. (Efe)

Cuatro personas han perdido la vida en los 57 incendios, 14 de los cuales estaban forzando a evacuar núcleos urbanos, que sólo en el día de ayer quemaron 4.000 hectáreas en las cuatro provincias gallegas. La situación más grave se daba en la provincia de Pontevedra, donde un frente casi ininterrumpido de incendios amenazaba a las localidades de Redondela y Vigo. La ciudad pontevedresa, la más poblada de Galicia, llegó a quedar aislada por carretera y al filo de la medianoche comenzaron a producirse incendios espontáneos en las zonas arboladas de la ciudad, fuegos que en su mayoría fueron extinguidos por los propios vecinos armados con palos, cacerolas y otros medios de fortuna.

También se registraban importantes fuegos en la vecina Asturias, donde se tuvo que proceder a evacuar dos localidades, y en el norte de Portugal, donde los más de 400 incendios registrados durante el día de ayer se han cobrado la vida de 31 personas. António Costa, jefe del Gobierno luso advirtió de que el balance podría agravarse, ya que hay varios desaparecidos y varios heridos en estado muy grave. Varias de ellas murieron en las inmediaciones de Coimbra, donde entre el 17 y 24 del pasado mes de junio un pavoroso incendio mató a 64 personas, que quedaron atrapadas en sus coches cuando intentaban huir del infierno en que se estaba convirtiendo la zona.

Dos de las víctimas mortales de ayer murieron en una pista forestal que une las localidades pontevedresas de Nigrán y Chandebrito, y que apenas dista 10 kilómetros del mismo centro de Vigo, cuando la furgoneta en la que viajaban tuvo que detenerse porque le cayó encima un pino. Maximina Iglesias, de 86 años, y Angelina Otero (78), no lograron salir del vehículo y murieron calcinadas. El tercer fallecido es Marcelino Martínez Fernández, de 78 años, vecino de Carballeda de Avia (Ourense). El hombre se encontraba en la cuadra, poniendo a salvo a sus animales, cuando se vio rodeado por el fuego. La cuarta víctima es Alberto Casromil Sánchez, de 70 años, vecino de San Andrés de Comesaña (Vigo), que sufrió una mala caída desde un muro al que se había encaramado para tratar de atacar un fuego con una manguera.

Un incendio se en la confluencia de las calles de Baleares y de Barcelona, en pleno centro urbano de Vigo.
Un incendio en la confluencia de las calles de Baleares y de Barcelona, en pleno centro urbano de Vigo. / @Gorje_Pereira (Twitter)

La proximidad de los fuegos hizo que densas nubes de humo y numerosas pavesas llegasen a Vigo impulsadas por los fuertes vientos, de hasta 90 km/h. Estas ascuas hicieron arder arbustos y maleza en diversos puntos de la ciudad, incluso en la céntrica Plaza de España y, sobre todo, en la Avenida de Europa. La rápida intervención de los vecinos, que formaron cadenas humanas, logró que los fuegos quedasen rápidamente controlados, antes de ser finalmente sofocados. Santiago Villanueva, delegado del Gobierno en Galicia, indicó en declaraciones a La Sexta que dichos fuegos urbanos eran intencionados.

También se vieron surgir cadenas humanas en otras localidades de Galicia. De esta manera los vecinos trataban de frenar el avance del frente activo a la espera de que llegasen los servicios especializados, cuando esto era previsible, o simplemente de salvar sus viviendas del avance de las llamas.

Los incendios, según indican los expertos de los bomberos y Protección Civil, se vieron gravemente avivados por los fuertes vientos racheados que llegaron en la cola de la tormenta tropical Ophelia. Los restos del huracán pasaron a unos 200 kilómetros de la costa, rumbo a las islas británicas y la Bretaña francesa, pero arrastraron en su estela los fuegos que arrasaban el norte de Portugal. Impulsados por el viento, las llamas salvaron con facilidad el gran cortafuegos natural que forma el río Miño y contribuyeron al cerco de Vigo.

La situación se vio agravada por lo que los expertos llaman Efecto 30-30-30, es decir más de 30 grados, vientos de más de 30 km/h y humedad ambiente del 30% o menos. En concreto, en Vigo se alcanzaron ayer los 32 grados, nuevo récord histórico para el mes de octubre; la humedad relativa era del 30% y los vientos llegaron a alcanzar los 100 km/h en los puntos más elevados y entre 70 y 90 km/ en el llano. A esto se añaden otros dos factores 30, que agravan la situación: más de 30 días sin llover, que convierte la vegetación en yesca, y hace avanzar el fuego a velocidad vertiginosa, y pendientes de más del 30%, que dificultan enormemente las tareas de extinción y convierten cada quebrada en un potencial matadero para los equipos de extinción.

Alberto Núñez Feijóo, en declaraciones a La Sexta, manifestó que en tales condiciones era imposible combatir los incendios y que habría que esperar a la llegada de los restos del huracán tropical, que traían condiciones ambientales más clementes: humedad, lluvia y vientos de menos intensidad. De hecho, pasadas las 2h00 se comenzó a registrar una bajada de las temperaturas, que pocos minutos antes era de 23 grados en Vigo. El viento había amainado y la humedad había subido al 80%, lo que anunciaba la ansiada llegada de la lluvia atlántica, que finalmente entró por A Coruña al filo de las 3h30.

Pasadas las 12h00 el presidente de la Xunta Galicia compareció en rueda de prensa, en la que calificó de "terrorismo incendiario" lo que se está viviendo en las últimas horas en esta comunidad autónoma. Agregó que a pesar de la mejoría de las condiciones climatológicas, especialmente en Pontevedra y A Coruña debido a la lluvia procedente del Atlántico, en Ourense y Lugo la situación seguía siendo "crítica".

Los vecinos forman una cadena humana para acarrear cubos de agua con la que combatir las llamas.
Los vecinos forman una cadena humana para acarrear cubos de agua con la que combatir las llamas. / @lau_duart (Twitter)

Los expertos prevenían anoche de que se espera la llegada de precipitaciones intensas en Galicia, una mala noticia, ya que el agua arrastrará las cenizas de los incendios convirtiendo los ríos en lodazales, matando a la fauna fluvial, que se verá privada de oxígeno, y haciendo el agua inadecuada para el consumo humano.

Mientras esto sucedía, se elevaban voces recordando que la Xunta de Galicia, a pesar de las desfavorables condiciones ambientales --un semestre de sequía, temperaturas anormalmente elevadas para esta época del año y la llegada de fuertes vientos--, el pasado 30 de septiembre licenció a 436 miembros de las brigadas anti-incendios. Núñez Feijóo aseguró que se dispone de medios suficientes contando a los efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME), Bomberos, Protección Civil y que, además, se habían renovado los contratos de una parte de los brigadistas.

En vista de estas circunstancias, esta pasada noche se estaba convocado un acto de protesta por la inadecuación de los medios disponibles para luchar contra el fuego y en para exigir la prohibición de la plantación de eucaliptos, un tipo de árbol muy provechoso para la industria papelera por su rápido crecimiento, pero que agosta el suelo y contribuye a propagar los incendios.

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