Debate en Podemos / El lunes, Pablo Echenique, secretario de organización, pedía "dejar de mirar al PSOE para centrarse en las calles"

Errejón se desmarca de las críticas al PSOE y apuesta por una «cooperación estratégica»

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Echenique y Errejón conversan en una imagen de archivo. / EFE

Tiempos de estrategas en una política alborotada. Guerra de posiciones en la que cada actor político busca colocarse en buen lugar antes del pistoletazo de salida para la competición electoral que se presupone dura, el ciclo 2019: elecciones andaluzas, municipales y autonómicas en varias comunidades, europeas... Las encuestas no son halagüeñas para las izquierdas, unas izquierdas condenadas a entenderse con el PSOE para llegar a posibles acuerdos de gobierno, según los números actuales. El descontento ciudadano ante el Gobierno del PP no parece repercutirles favorablemente: es el momento Ciudadanos, es el partido de Albert Rivera el que recoge los votos perdidos, también tras la furia pensionista y feminista.

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En Podemos, el debate estratégico viene de lejos: distintos modelos de partido, estrategias políticas, formas de relacionarse con el PSOE, maneras de percibir la movilización social como agente político y aliado. Si el lunes Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos, reclamaba dejar de mirar al PSOE para fijar la vista en las calles; ayer Íñigo Errejón, secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político y candidato oficioso a la Comunidad de Madrid para el año que viene, publicaba una tribuna en El País en la que aseguraba: "la nueva mayoría política no caerá del cielo por la acumulación de manifestaciones", llamando a una "cooperación estratégica" con los de Pedro Sánchez . La batalla se disputó el año pasado, en Vistalegre II, y fue para el equipo de Pablo Iglesias, en el que se encontraba Echenique. Pero Errejón se sabe candidato para presidir la Comunidad de Madrid, y señala su terreno de juego, desgrana sus ideas, sus horizontes.

La calle, a pesar de la mala situación económica y laboral, no consigue tomar protagonismo. Pensionistas y feministas han logrado hitos de gran relevancia en las últimas semanas, pero el resto de movimientos, así como los sindicatos, no despegan. Salvo en Catalunya, claro, donde los CDR se han convertido en la punta de lanza de un movimiento independentista que resiste a las duras cornadas de la Justicia, donde las calles, y las autovías, y los peajes, sí que son protagonistas. La historia catalana recibe la mayoría de las miradas, las portadas y las tertulias miran al otro lado del Ebro, hacia el Mediterráneo; las pulsiones de un gran espectro de la ciudadanía española se encuentran ahí, en saber qué desenlace tendrá la captura de Carles Puigdemont en Alemania, cuáles serán las siguientes decisiones del juez Pablo Llarena...

El Gobierno de Mariano Rajoy, sin embargo, se desgasta; le pasa factura el enfado de pensionistas, la corrupción sistémica relacionada con el PP, el "no nos metamos en eso", las incertezas catalanas mantenidas durante tanto tiempo. Hay quien quiere, en Madrid, un rápido y fulminante desenlace catalán. Pero las izquierdas no recogen los pedazos esparcidos por la caída. Ciudadanos se lleva el gato al agua.

Según publicaba el diario Público el pasado domingo, según las estimaciones del gabinete demoscópico Jaime Miquel y Asociados (JM&A), el PP perdería siete puntos entre votantes mayores de 65 años, un 43,1% de la población de este rango de edad seguiría votando al partido de Rajoy. Pero el PSOE no se beneficia: perdería dos puntos y se quedaría en el 26%. Podemos también perdería, en este caso, 3,3 puntos, se queda en el 5%. Es Ciudadanos quien remontaría vertiginosamente, pasando del 5% de las últimas generales en junio del 2016 al 18% en la actualidad. Es Ciudadanos quien, en mayores de 65 años, recoge el descontento con Rajoy. Es Ciudadanos quien gana con la crisis de las pensiones, y ganaría 700.000 votos con respecto a junio del 2016 de votantes en edad de jubilación. Estas estimaciones demoscópicas están basadas en todos los sondeos recientes, incluidos los del CIS.

Para los partidarios de Errejón, esto es un claro ejemplo de que la movilización social no tiene por qué traducirse en votos para Podemos, en otras palabras, de que la acumulación de manifestaciones no es igual a una nueva mayoría política. La discrepancia, en este sentido, con Echenique es evidente. "Tenemos que dejar de mirar al PSOE para mirar a nuestro pueblo", consideraba el portavoz de Podemos el lunes. "El liderazgo político lo tienen las mujeres, pensionistas, la gente que lucha por el derecho a la vivienda y contra la precariedad laboral”, aseguraba.

Del PSOE, Echenique, decía el lunes, tras la reunión del Consejo de Coordinación de la formación de Iglesias: "Después de las primarias del PSOE, albergamos cierta esperanza de que se pudiera echar a Rajoy de la Moncloa, que es lo que podría cambiar la vida de los españoles". Una esperanza que se fue diluyendo porque "desde que el rey tocó el silbato" --refiriéndose al discurso que pronunció Felipe VI el 3 de octubre tras el referéndum catalán-- el PSOE "ha decidido alejarse de Podemos y acercarse al PP". "Ya sabemos que Ciudadanos es una muleta del PP y el PSOE un sujeto pasivo de lo que hacen el PP y Ciudadanos", añadía ayer el dirigente.

Errejón tiene otra estrategia: una "competición virtuosa", una "cooperación estratégica" con el partido de Ferraz. ¿Qué significa esto? "Hay quien cree que bastan reformas, hay quienes creemos que son necesarios cambios estructurales. Haremos el camino que se pueda juntos y pugnaremos por el liderazgo para ir más allá". "Si las fuerzas progresistas no asumen la necesidad de cooperar y siguen haciendo cálculos electorales de cortísimo plazo por separado, es posible que paguen juntas el precio", añadía en las páginas del diario de Prisa. Esas fuerzas progresistas, Podemos y PSOE, "habrán de aprender a competir en las urnas y colaborar en las instituciones", según el que fuera número dos de Podemos.

Sin esa "colaboración estratégica", para Errejón, gana la derecha: "Hay que decirlo claramente: el Gobierno fallido solo se mantiene gracias a una oposición cuarteada". "Hace falta un horizonte con capacidad hegemónica, que pueda articular una mayoría que en España quiere reequilibrar la balanza en favor de quienes han soportado las cargas de la crisis, pero que al mismo tiempo atienda algunas de las demandas o expectativas de los adversarios", Errejón, marca el horizonte. Y para ello, prevé: "Necesitamos la colaboración de las fuerzas políticas que declaran compartir estos objetivos. El cerco mutuo al que las fuerzas progresistas se han venido sometiendo ha agotado a amplios sectores sociales".

Para lograr esta compleja relación entre las fuerzas del cambio y el PSOE, Errejón pone dos ejemplos: la propia relación entre las derechas de PP y Ciudadanos, esa guerra interna que firma treguas cuando se trata de aprobar medidas que les benefician, y los acuerdos llegados en autonomías y municipios donde gobierna el PSOE con el apoyo del cambio o gobierna el cambio con el apoyo del PSOE, como en los principales ayuntamientos españoles. Una teoría, una estrategia, de la que Echenique también es consciente, se refería así al acuerdo castellano-manchego entre Emiliano García Page y José García Molina: “La gente en Castilla-La Mancha está comprobando que es buena noticia que Podemos esté en un gobierno autonómico". Dos visiones, dos estrategias: un debate.

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